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La era Rajoy comienza con más de un millón de votos ‘prestados’
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ESPAÑA VOTA AL PP, LOS ELECTORES SE DECLARAN DE CENTRO IZQUIERDA

La era Rajoy comienza con más de un millón de votos ‘prestados’

Hace unos meses, cuando el PSOE no daba aún por perdidas las elecciones generales, un político cercano a Mariano Rajoy advirtió a un reducido grupo de

Foto: La era Rajoy comienza con más de un millón de votos ‘prestados’
La era Rajoy comienza con más de un millón de votos ‘prestados’

Hace unos meses, cuando el PSOE no daba aún por perdidas las elecciones generales, un político cercano a Mariano Rajoy advirtió a un reducido grupo de periodistas: “Habrá que ser cautos y gobernar con moderación, porque si ganamos lo haremos por incomparecencia del contrario”. Hasta el último minuto, y quién sabe si todavía hoy, los dirigentes populares tuvieron, y quizás aún tengan, la certeza de que en esta ocasión el PP ha jugado contra un equipo de segunda, y que así cualquiera mete goles. Es lo que los politólogos llaman una ‘victoria prestada’.

La mayoría de los sociólogos de derechas niegan la mayor: “En una democracia representativa no existe el concepto de voto prestado. El pueblo soberano elige al partido político que le da la gana”, recuerda Ricardo Montoro, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid y hermano del ministrable Cristóbal Montoro. Pero lo cierto es que Mariano Rajoy será investido presidente del Gobierno gracias a los votos de más de un millón de ciudadanos que no le respaldaron hace tres años y medio. Son las papeletas de gente que no se considera votante de derechas, pero que ante una emergencia nacional como la que padece el país ha decidido apoyar al PP con un mandato firme, crear empleo y, por qué no reconocerlo, muchas dudas sobre el futuro del llamado Estado de bienestar y la vuelta a la primera línea de la política de personajes como Federico Trillo, Arias Cañete o Celia Villalobos.

Guste o no, esta circunstancia, el trasvase de votos (1, 2 millones de papeletas) del PSOE al PP, puesto en evidencia por el sociólogo Juan José Toharia en su artículo “Fidelidad y Fuga”, eventualidad nueva en la historia reciente de España, abre algunos interrogantes sobre la legitimidad del gobierno de Mariano Rajoy para articular una política ‘de derechas’ e implementar las reformas económicas y sociales que el partido conservador considera imprescindibles. Esta realidad y alguna que otra evidencia, como es el hecho de que España se considere un país de centro izquierda.

Los guiños políticos del PP

“Ésta es una verdad a medias –advierte el catedrático de Sociología Fermín Bouza­-; en nuestro país se da un fenómeno muy curioso. Los ciudadanos se declaran de izquierdas cuando gobierna el PSOE y de centro derecha cuando lo hace el PP, y eso da cierto margen de maniobra a los gobiernos. Pero, aún así, Rajoy ha de saber que una parte importante de sus actuales votantes se sitúan a la izquierda de su partido, y si quiere conservar el poder no tendrá más remedio que mirar hacia ellos y tranquilizarles con algunos guiños políticos, sobre todo en lo que se refiere a la defensa del Estado de bienestar, la preservación de los derechos civiles y la certeza de que los costes de la crisis serán asumidos por todos, también por los más ricos. Ahora, pueden sentirse fuertes por la holgada mayoría absoluta obtenida, pero no pueden, o no deben, enmascarar la realidad, y es que el PSOE se ha hundido”, apostilla Bouza.

Ricardo Montoro opina que Rajoy tienen votos suficientes para legislar las políticas que considere “más apropiadas” para el país, tanto en el terreno económico como en el civil, y Joaquín Leguina sólo exige que las expliquen, un esfuerzo pedagógico: “El voto ha dejado de ser cautivo. Eso se ha acabado. Eso y la monserga de que el PP es el heredero del franquismo. Eso ya no se lo cree nadie, salvo los fanáticos. El PP tiene en estos momentos una oportunidad de oro para construir un discurso de centro derecha homologable al de cualquier país centroeuropeo”, estima el socialista. “Mucho más difícil lo tiene el PSOE. No sólo debe rearmarse orgánicamente, también tiene que articular un nuevo discurso político. El actual no se sostiene en pie”, advierte.

Pero, ¿cómo se construye un discurso político ‘homologable’ al de la derecha europea en un país que se declara de centro izquierda, vota al Partido Popular y, sobre todo, marcha a pasos agigantados hacia un proceso de individualización ideológica? “El votante español ha dejado de ser de derechas o de izquierdas para ser él mismo: ecologista, homosexual, agnóstico y votante del PP, por poner un ejemplo, o todo lo contrario”, recuerda Fernando Vallespín, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid.

En las últimas semanas, Mariano Rajoy ha dado muestras claras de conocer el contexto político y social que ha propiciado su victoria. Desde su primera comparecencia, anunciando un Gobierno para todos, hasta la petición expresa a colaboradores y militantes de no avergonzar al partido. El líder del PP, que ha exigido a los suyos “responsabilidad, sensatez y austeridad en el manejo del dinero público y en las actitudes, gestos y comportamientos”, parece decidido  a marchar con cautela y moderación hacia La Moncloa.

El discurso de investidura, las medidas que apruebe el primer consejo de ministros y la elección de sus más directos colaboradores dirán si el nuevo presidente del Gobierno se adentra en la senda europea o se olvida de ese más de un millón de votantes ‘socialistas’ que el pasado 20 de noviembre le otorgaron su confianza. Por el momento, de aborto y matrimonio homosexual, ni una sola palabra.

Joaquín Leguina opina que el PP se atendrá a la doctrina del Constitucional y no adoptará ninguna decisión sobre estos asuntos antes de que hable el alto tribunal, “y los cambios, cuando lleguen, desde luego, con mucha calma, serán menores. Se volverá a la ley de plazos, mucho más clara, y se impedirá, como es lógico, que una niña de 16 años aborte sin el conocimiento de sus padres”, anuncia.

 

¿La hora de la conflictividad social?

“En esta primera legislatura Rajoy va a dejar aparcados estos asuntos. Las reformas económicas que necesita el país son de tal envergadura que el Gobierno no va a tener capacidad para digerir también cambios importantes en el área de los derechos civiles. Con contener la conflictividad social tendrá suficiente”, señala Fernando Vallespín. “No hay que olvidar que el PSOE ha dejado de ser un interlocutor válido y el PP va a tener algunas dificultades para consensuar con ellos su política, y evitar así que el malestar social se traslade a la calle”.

Benigno Pendás, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad San Pablo-CEU, piensa que los españoles están mucho más preocupados por la política exterior y la educación. “La sociedad percibe que la política exterior de los socialistas ha sido absolutamente errática, y debe de cambiar. Esperemos que Rajoy tenga mucho cuidado al elegir a su ministro de Asuntos Exteriores. En cuanto a la educación, necesita una reforma radical y urgente. Hay que armonizar los estudios y reforzar los idiomas. En este terreno, hay un amplio consenso social”, dice. 

A propósito de una posible conflictividad social, este catedrático de Ciencias Políticas augura que no habrá tal. “Una cosa es el legítimo juego de defensa de los intereses y otra muy distinta el enfrentamiento real en la calle. La izquierda y los sindicatos saben, o deberían saber, que en estos momentos la sociedad está madura para aceptar los recortes que vienen, imprescindibles para salir de la crisis, optimizar los recursos y recuperar el empleo, verdadero drama moral de nuestra sociedad”, sentencia.

Joaquín Leguina también duda que vaya a desatarse la conflictividad social. “Esta se produce cuando hay bonanza y algo que repartir, pero cuando no hay nada, qué conflictividad va a haber”, se pregunta. “Si yo fuera Rajoy, estaría preocupadísimo con lo que ocurre en Europa y nada preocupado con lo que ocurra en España”, ironiza.

Hace unos meses, cuando el PSOE no daba aún por perdidas las elecciones generales, un político cercano a Mariano Rajoy advirtió a un reducido grupo de periodistas: “Habrá que ser cautos y gobernar con moderación, porque si ganamos lo haremos por incomparecencia del contrario”. Hasta el último minuto, y quién sabe si todavía hoy, los dirigentes populares tuvieron, y quizás aún tengan, la certeza de que en esta ocasión el PP ha jugado contra un equipo de segunda, y que así cualquiera mete goles. Es lo que los politólogos llaman una ‘victoria prestada’.

Mariano Rajoy