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El otro PSOE: Ibarra amenaza con marcharse y la ‘tercera vía’ se queda en la calle
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TENSIÓN ENTRE LOS SOCIALISTAS POR DEFINIR SU FUTURO

El otro PSOE: Ibarra amenaza con marcharse y la ‘tercera vía’ se queda en la calle

“Pepe, ¿tienes un momento?”, preguntó a José Blanco uno de los militantes que, sin autorización para entrar en la sede del PSOE, abordaba con papeles a

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El otro PSOE: Ibarra amenaza con marcharse y la ‘tercera vía’ se queda en la calle

“Pepe, ¿tienes un momento?”, preguntó a José Blanco uno de los militantes que, sin autorización para entrar en la sede del PSOE, abordaba con papeles a los dirigentes que pasaban por la puerta de Ferraz. Pero el vicesecretario socialista no tenía tiempo para ellos: el Comité Federal estaba en marcha y, además, ya arrastra suficientes problemas. “Señor Belloch, escúcheme, que soy maña”, reclamó otra afiliada al alcalde de Zaragoza. “Eso háblelo con Marcelino Iglesias, que es el secretario de Organización”, se escuchó como respuesta.

Mientras Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón medían sus fuerzas en el seno de la cúpula socialista, un puñado de militantes trataba de imitarles recolectando avales, pero en la calle y con el abrigo y los guantes puestos. Su objetivo es lanzar la candidatura de Luis Ángel Hierro, el exdiputado sevillano y profesor universitario que ya intentó, sin éxito, disputar las primarias en verano. Esta modesta tercera vía, encuadrada en la plataforma Proyecto Nuevo Socialismo, pretende robar algo de protagonismo a los precandidatos oficiales y denunciar los problemas que afrontan los afiliados de base a la hora de desafiar a las estructuras orgánicas.

No obstante, su ideario de tinte izquierdista es tan ambicioso como escasas sus posibilidades de reunir los avales necesarios para competir. Y es que sus propuestas van desde modificar la Constitución para que “la ciudadanía recupere el poder”, a cambiar el tratado de la Unión Europea para hacer frente a la crisis. Pero no solo el grupo de Hierro está indignado con la deriva de su partido. El expresidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, a pesar de estar cómodamente instalado en el Consejo de Estado, todavía conserva un carácter indomable, capaz de prolongar cualquier Comité Federal, por muy de trámite que se prevea.

Ibarra llegó a Ferraz hambriento de polémica, con varias enmiendas por escrito a la ponencia marco que se votará en el Congreso de febrero, y dispuesto a renunciar al carné del PSOE. Así, no dudó en amenazar con marcharse, si su partido cambiaba “en cinco minutos” de modelo, por ejemplo, a base de primarias. “Hagan una conferencia organizativa y discutamos el modelo, yo me apunté a un partido y si lo cambian rápido, me voy”, advirtió. Sin embargo, el extremeño logró lo que quería sin renunciar a sus cuatro décadas de militancia.

Si bien sus enmiendas, las únicas presentadas, ni siquiera llegaron a votarse, Ibarra disfrutó de un intenso debate con Jesús Caldera, responsable de la ponencia política, quien, antes de ver cómo sus colegas huían a tomar el AVE o el aperitivo, acabó por prometerle que tendría en cuenta su opinión de cara a los debates del Congreso. Con eso le bastó para salir satisfecho del cónclave y olvidarse de sus propuestas más radicales: obligar a dimitir a quien pierda unas elecciones por más de tres puntos con respecto a los anteriores resultados, lo que dejaría a los socialistas sin cuadros; celebrar otro Congreso Federal en 2014 y, por si fuera poco, una Conferencia Política.

El avión del PSOE "ha despegado"

Otros, como el grupo de los 200 que encabezan Carmen Hermosín o Luis Yáñez, rechazan que se elija al líder del partido dentro de cuatro semanas. Anhelan un gran debate de ideas, y consideran que puede hacerse mejor sin prisas, posponiendo el Congreso al verano, pese a que los documentos de Ferraz, Chacón y Rubalcaba ya encajan a la perfección sin necesidad de comenzar el debate. Hermosín, expresó su posición en el Comité Federal, pero tampoco intentó forzar una votación, reconociendo que no estaba en el “momento procesal oportuno”. En palabras de Marcelino Iglesias, “el avión ha despegado”, y ya no hay quien pueda parar la elección de un nuevo secretario general.

Ni siquiera los alcaldes socialistas, últimos representantes de lo que hace apenas un año constituía el gran imperio político del PSOE. Abel Caballero, Emiliano García-Page y compañía han llamado a la puerta de Ferraz con otro manifiesto para reclamar más poder para el ámbito local. Y la cúpula socialista, volcada en la profunda renovación del partido, no ha dudado en valorar la posibilidad de que una subcomisión estudie sus demandas en el próximo Congreso. Y es que algo está cambiando en el PSOE.

“Pepe, ¿tienes un momento?”, preguntó a José Blanco uno de los militantes que, sin autorización para entrar en la sede del PSOE, abordaba con papeles a los dirigentes que pasaban por la puerta de Ferraz. Pero el vicesecretario socialista no tenía tiempo para ellos: el Comité Federal estaba en marcha y, además, ya arrastra suficientes problemas. “Señor Belloch, escúcheme, que soy maña”, reclamó otra afiliada al alcalde de Zaragoza. “Eso háblelo con Marcelino Iglesias, que es el secretario de Organización”, se escuchó como respuesta.