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Rita Barberá, cada vez más cerca del fuego
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LA ALCALDESA DE VALENCIA, PERSEGUIDA POR LA CORRUPCIÓN

Rita Barberá, cada vez más cerca del fuego

Rita Barberá (Valencia, 1948) es el personaje que más veces ha sido retratado como ninot en la historia de las Fallas, y es que veinte años en

Foto: Rita Barberá, cada vez más cerca del fuego
Rita Barberá, cada vez más cerca del fuego

Rita Barberá (Valencia, 1948) es el personaje que más veces ha sido retratado como ninot en la historia de las Fallas, y es que veinte años en la alcaldía de Valencia dan para mucho. En este tiempo ha hecho gala de sus artes en el mundo de la política, donde ha sumado mayorías en las urnas y esquivado con maestría las zancadillas de sus enemigos.

El último ejemplo de su dominio de la escena se produjo este miércoles al término de la ofrenda floral al monumento de Joaquín Sorolla, cuando la alcaldesa sacó su smartphone y leyó a los allí presentes, periodistas incluidos, un teletipo recién emitido por las agencias de noticias: “La Fiscalía no ve indicios contra Rita Barberá en el caso Nóos”.  

Sin un alarde de más, Barberá se situó al margen de la tormenta del caso Nóos, en la que le había metido Diego Torres, exsocio de Iñaki Urdangarin, al apuntar a posibles acuerdos (reuniones en Zarzuela de por medio) entre el Ayuntamiento valenciano y el duque de Palma. “No he firmado ni votado nada”, zanjó aliviada la edil, que nunca ha ocultado su simpatía por la monarquía.

No es ésta la primera vez que Barberá está peligrosamente cerca de casos de corrupción. En 2010 salió a la luz el caso Emarsa, en el que se investiga una posible gestión fraudulenta por parte de la empresa pública creada por el Ayuntamiento de Valencia para gestionar una depuradora de agua. Fraude fiscal y malversación de caudales públicos son algunos de los delitos que todavía se investigan. En esta ocasión Barberá tuvo que responder por los bolsos que había recibido de una compañía implicada en una trama corrupta. “Los regalos son algo habitual en Navidad”, apuntó entonces la alcaldesa que, demostrando una vez más su carácter, instó a “sacar a la luz los obsequios que reciben todos los gobiernos”.

De alcaldesa de España a estigmatizada

Hija de periodista siguió los pasos de su padre y se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Una formación que, como señalan en el Partido Popular, bien le ha servido en su carrera política: “Sabe manejar a la prensa, siempre tiene un titular a su medida”. Sin embargo, Rita no pasea ahora por una alfombra roja mediática. La sombra de la corrupción ha cambiado el tono de sus colegas de profesión. “Antes los periodistas le perseguían para preguntarle por sus méritos y ahora por los posibles casos de corrupción”, explican en la oposición. Ese es su nuevo día a día. 

Su defensa enfurecida de Francisco Camps le ha pasado factura. “Era su niño bonito, formaban una pareja política fortísima. Eran la cara del PP en Valencia, la cuna de los populares. Todos querían hacerse la foto con ellos”, cuentan en el PSPV-PSOE. Sin embargo, desde que el expresidente de la Generalitat valenciana y del PPCV dimitió por la causa de los trajes (derivada del caso Gürtel), Barberá ha pasado de un primer a un segundo plano dentro de su partido.

“Los tiempos en los que tenía línea directa con Rajoy han terminado”, reconocen fuentes populares. Con la llegada de Alberto Fabra a la Generalitat llegaron también los desaires para Barberá. Uno de los mayores feos fue cuando el jefe del Consell no invitó a la alcaldesa a Londres para tratar con el magnate de la Fórmula 1, Bernie Eccleston, el futuro del Gran Premio de Europa. Tampoco fue plato de buen gusto la decisión de Fabra de avalar una comisión de investigación sobre Emarsa.

Los desencuentros entre ambos no son un secreto e igual de evidente es el desplazamiento que ha sufrido Barberá por parte del Gobierno central. Tal es el abandono que en el Ayuntamiento de Valencia no pueden asegurar la presencia de ningún popular, llegado de Madrid, en el inicio de las Fallas. En la oposición lo tienen claro: “La foto en el balcón ya no interesa. Antes con Rita se presumía, ahora te expones. Ha pasado de ser la alcaldesa de España a estar estigmatizada”.

Sin pelos en la lengua

Si algo ha derrochado Rita Barberá en sus más de 20 años de vida pública es desparpajo. Nunca se arruga, no tiene pelos en la lengua. Lo demostró tirando de Bildu para defender a Camps: "Los mismos profesionales que quieren sacar al presidente de la Generalitat, a fuerza de banquillo, son los que han dejado entrar en la política a Bildu”, acusó. Se atrincheró en su negativa a retirar el título de alcalde honorífico a Franco hasta que fue obligada por orden judicial. Y, recientemente, ha comparado las últimas protestas en las sedes del PP por el caso Bárcenas con las que se produjeron tras los atentados del 11M.   

En su lucha contra todo lo que ella considera un ataque hacia su gente o su Valencia, también se atrevió con la BBC, contra la que cargó tras la emisión del reportaje The Great Spanish Crash (El gran crack español), en el que la cadena británica denuncia el despilfarro de dinero público en la construcción de edificios oficiales valencianos.

Las acusaciones de derroche han sido el gran enemigo de su dilatada vida política. Diputada en las Cortes Valencianas desde 1983, cofundadora de Alianza Popular en la Comunidad Valenciana y presidenta del partido hasta 1990. Un año después aceptó encabezar la candidatura popular a las elecciones locales de 1991 y pese a no ser la candidata más votada, las alianzas le dieron el bastón de mando. Desde entonces suma cinco victorias electorales consecutivas, las últimas cuatro con mayoría absoluta.

Sin embargo, toda historia tiene un final y el de la Rita Barberá política parece estar cada vez más cerca a tenor de los sondeos que manejan los diferentes partidos y que, además de apuntar a una caída en la intención de voto del PP, vaticinan una victoria de un frente progresista. Ahora Barberá, la mujer del vestido rojo, vive su ocaso político. Pero ella no pierde la sonrisa.

Rita Barberá (Valencia, 1948) es el personaje que más veces ha sido retratado como ninot en la historia de las Fallas, y es que veinte años en la alcaldía de Valencia dan para mucho. En este tiempo ha hecho gala de sus artes en el mundo de la política, donde ha sumado mayorías en las urnas y esquivado con maestría las zancadillas de sus enemigos.