Lo que Shakespeare habría escrito de Suárez
El 29 de enero de 1981, en plena convulsión política y económica y con un insistente ruido de sables en los cuarteles, dimitió Suárez de presidente del Gobierno
El 29 de enero de 1981, en plena convulsión política y económica y con un insistente ruido de sables en los cuarteles, dimitió Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. Lo hizo pocas horas antes de que UCD fuera a celebrar su Congreso más controvertido en Palma de Mallorca.
Una ‘oportuna’ huelga de controladores impidió que muchos delegados se pudieran desplazar hasta la capital mallorquina, algo que dio paso a todo tipo de especulaciones y rumores. Suárez tenía preparado su discurso, que había encargado a uno de sus colaboradores. Al final no lo leyó porque no le gustó lo que se le puso delante de su mesa, y fue entonces cuando le pidió al sociólogo Juan Díez Nicolás, colaborador suyo y primer presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, que le hiciera uno.
Díez Nicolás se puso manos a la obra y estuvo preparándolo durante toda la noche anterior a la dimisión de Suárez, con quien estuvo reunido en aquellas horas cruciales para la historia de España. Acabado el discurso, y tras pasar la noche en vela, acudió a su despacho como subsecretario de Medio Ambiente, y allí fue donde recibió la noticia de que el presidente había dimitido. Su discurso fue a la papelera, pero aquella mañana llenó unas cuartillas con el profundo sentimiento que él tenía hacia Adolfo Suárez. Para ello, se inspiró en el célebre discurso de Marco Antonio en el entierro de César, de Shakespeare.
Este es el texto íntegro de aquellas cuartillas, remedio de aquel discurso que nunca se pronunció, y que el propio Juan Díez Nicolás ha remitido a El Confidencial.
El 29 de enero de 1981, en plena convulsión política y económica y con un insistente ruido de sables en los cuarteles, dimitió Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. Lo hizo pocas horas antes de que UCD fuera a celebrar su Congreso más controvertido en Palma de Mallorca.
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