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Pedro Sánchez rehúye el choque con Torra y se aferra al último hilo de la legislatura
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LA DIGESTIÓN DEL ÚLTIMO ÓRDAGO SEPARATISTA

Pedro Sánchez rehúye el choque con Torra y se aferra al último hilo de la legislatura

El Gobierno intenta apurar los márgenes del diálogo con el 'president': insiste en que hay que esperar si las palabras llevan a los hechos. Pero si se consuma la ruptura, las elecciones serán inevitables

Foto: Pedro Sánchez, este 1 de octubre, en el acto de entrega de los 'sellos de ETA' por parte de Francia, en La Moncloa. (Reuters)
Pedro Sánchez, este 1 de octubre, en el acto de entrega de los 'sellos de ETA' por parte de Francia, en La Moncloa. (Reuters)

"Escenificación". "Retórica". "Fuegos de artificio". El Gobierno intenta mantener la calma, la "prudencia", tras el ultimátum de Quim Torra. Confía en que la tensión con el Govern se pueda reconducir, espera que no pase de las palabras, del discurso inflamado, a los hechos. Busca apurar los márgenes del diálogo hasta el final. Por completo. Quiere insistir en que por Pedro Sánchez no será, que él sí quiere buscar una salida al conflicto en Cataluña que no pase en ningún caso por ningún referéndum de independencia y sí por el robustecimiento del autogobierno. Pero si los separatistas optan por "el conflicto" y rompen definitivamente la baraja, el camino que ayer martes pareció indicar el 'president', habrá elecciones, y si hay quiebra de la legalidad, como ocurrió hace un año, ellos se exponen a un nuevo 155.

El frágil segundo tramo de la legislatura, que arrancó con la moción de censura y el desalojo de Mariano Rajoy, pegó un vuelco tal vez decisivo a 600 kilómetros de distancia. En Barcelona, en el Parlament. En el Ejecutivo socialista se era muy consciente de que el verdadero elefante con el que se tenía que enfrentar el presidente era y es Cataluña. Un giro dramático de los acontecimientos, un abrupto portazo de los independentistas, cuyos apoyos fueron claves para echar al PP de La Moncloa, podría precipitar el final del mandato y frustrar el deseo de Sánchez de llegar a 2020. Ese cambio de paso tomó cuerpo este martes, cuando Torra, acusado la víspera por las bases radicales de haber traicionado el espíritu del referéndum del 1 de octubre, lanzó un órdago mayúsculo a Sánchez: si no presenta antes de un mes una propuesta para un "referéndum pactado, vinculante y reconocido internacionalmente", el independentismo "no podrá garantizarle ningún tipo de estabilidad en el Congreso". "La paciencia de Cataluña no es infinita y el margen de Pedro Sánchez se ha acabado".

[Consulte aquí en PDF la comparecencia íntegra de Isabel Celaá en La Moncloa]

El intento de chantaje de Torra no pilló por sorpresa al menos a parte del Ejecutivo. Veía venir que, tras los disturbios de la noche anterior y los gritos de "dimisión" de los CDR, el 'president' elevaría su apuesta para satisfacer a su parroquia soberanista. Esta vez sí decidió mandar un recado de vuelta, que preparó concienzudamente. Muy contundente, pero sin rozar el máximo nivel. La Moncloa eligió a la portavoz, Isabel Celaá, y no apuntó más alto, a la vicepresidenta o al propio Sánchez. Reservó a ambas figuras, si bien el mandatario socialista refrendó las palabras de su ministra vía Twitter.

Torra no tiene que esperar a noviembre. La respuesta es autogobierno y no la independencia. No aceptamos ultimátums


"El presidente de la Generalitat no tiene que esperar a noviembre para conocer nuestra respuesta. Se la damos ahora mismo. La respuesta es autogobierno y no la independencia. Y la propuesta es convivencia y no independencia. El Gobierno no acepta ultimátums y mantiene su determinación por la vía del diálogo. Este Gobierno pide a las autoridades de la Generalitat distensión y calma", arrancó Celaá su breve comparecencia ante los medios.

Foto: La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. (EFE)

Doble error

La portavoz subrayó que Torra "se vuelve a equivocar". Erró el lunes, argumentó, al "jalear a los radicales contra los Mossos d'Esquadra", y erró en su discurso en el Parlament, en la primera sesión del debate de política general, "lanzando amenazas que solo deterioran la convivencia entre catalanes". "Ni la radicalidad es el camino ni la amenaza lo es. El camino es la ley y el diálogo. La convivencia y no la independencia". No se trata de "gesticular", incidió, sino de que el independentismo "asuma su responsabilidad", que es gobernar y no retroceder a "caminos que conducen a la frustración".

El Ejecutivo reivindica que entre el "salto al vacío" del soberanismo y el "155 perpetuo" del 155, hay un espacio "enorme" de diálogo y de acuerdo

La ministra reivindicó de nuevo el espacio de la concordia, porque "entre la quiebra de la legalidad" y ese "artículo 155 perpetuo" que buscan PP y Cs, hay un "enorme terreno, el del diálogo y el acuerdo, que es donde están este Gobierno" y la "mayoría de la sociedad catalana y española". Un espacio que está teniendo sus "frutos", recordó, en forma de rebaja de la conflictividad, mayores recursos para la comunidad y una promesa de mayor inversión en infraestructuras.

El Gobierno dice que no aplicará el 155 porque no hay razones para ello

El Gobierno se aferra a la esperanza de que el suflé acabará bajando. "Los hechos tienen que consumarse, más allá de la retórica de las palabras", indicaban gráficamente en el entorno del presidente. Esto es, que para tomar en serio la advertencia de Torra ha de convertir sus discursos en hechos. Cosa que no ha ocurrido. "Veremos dónde nos llevan las palabras", explicaban. Es más, el hecho de que este 2 de octubre haya sido un día "de palabras", tras los graves altercados y el asedio al Parlament de la noche anterior, confirma al Ejecutivo que debe seguir la respuesta de la "prudencia", de que ha de seguir insistiendo "con pico y pala" en la vía de la distensión. "Este episodio nos lleva más aún a abundar en la línea del diálogo", sostenían las mismas fuentes. Pero al tiempo que profundizaba en esta argumentación, La Moncloa dejaba claro que no se agendará próximamente ninguna entrevista del 'president' con Sánchez. Así, no, venía a decir el Gobierno. "No parece ser este el momento más indicado para decir una fecha para una reunión eventual", enfriaba Celaá. Sí se mantendrán los encuentros que estaban ya programados, como la comisión mixta de infraestructuras, el 15 de octubre.

El juicio que sí puede cambiar las cosas

"Yo no le doy más importancia a lo dicho por Torra —apuntalaba un miembro del Consejo de Ministras y Ministros—. Hay que tener en cuenta que el lunes fue el aniversario del 1-O, que este miércoles se cumple el primer año del discurso del Rey y de la huelga general... Van a ser momentos de mucha escenificación. Ellos se tienen que hacer perdonar por los CDR. Torra habla de cara a la galería y a su público, aunque es verdad que uno tiene que tener cuidado, no sea que la calle se te escape de las manos si tensionas mucho. Pero ellos saben que no pueden vulnerar la legalidad porque van a la cárcel, así que solo les caben fuegos de artificio. Torra no tenía más remedio que salir hoy [por ayer martes] a decir lo que dijo".

El Gobierno cree que Torra no tenía más camino que la gesticulación tras los disturbios y estima que los independentistas no quieren adelanto electoral

Sánchez está preso de sus propias palabras. Las que él pronunció en el foro Reuters en Nueva York el pasado 27 de septiembre: si los independentistas "priorizan el conflicto en lugar de la cooperación, vamos a ir a elecciones, se terminará la legislatura". El Ejecutivo mantiene esa premisa, pero cree que ese momento aún no ha llegado. Sigue "determinado en su acción de gobierno" y apostando por las vías de superación del conflicto. Por un lado va la "retórica cargada de emoción del 'president', pero por otra van los hechos", recalcó Celaá cuando fue preguntada directamente por los periodistas, aunque sí reconoció que Torra no estaba "orientándose a la cooperación". "Hoy, hoy", remachó, dando a entender que a la fiebre de estos días puede suceder la desinflamación en las jornadas siguientes.

Torra retirará su apoyo a Sánchez si no convoca un referéndum

El Gobierno no descarta ir a elecciones anticipadas, pero necesita ir construyendo su relato. "La idea fundamental es capitalizar el mensaje de que no nos han dejado gobernar. Unos, PP y Ciudadanos, porque nos bloquean, y otros, los independentistas, porque ponen por delante un referéndum que jamás podremos darles. Ya está muy comprobado que esa épica de víctima ayuda, aunque hay que medir bien para que no se perciba que nos plegamos a los soberanistas", reflexionaba anoche un miembro del Gabinete socialista. Sánchez no llamará a las urnas como respuesta a Torra, por tanto, sino cuando él decida apretar el botón rojo y porque sea patente que le obstaculizan el camino: ese es el mensaje.

Dicho de otro modo: necesita la prueba indiscutible de que no puede avanzar sobre la mesa, y quizá no llegue hasta que llegue (si llega, finalmente) un rechazo tajante de los soberanistas a negociar y aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2019. Esa es la frontera más clara que ha puesto el presidente: no tiene intención de prorrogar las cuentas de Rajoy y si, una vez presentado su propio proyecto de ley, comprueba que no tiene apoyos, podría disolver las Cortes. Para ello, habrá que esperar al menos unos meses, salvo que la tensión con Cataluña no solo no se rebaje, como espera, sino que se agrande.

El Gobierno mantiene la vía del diálogo y rechaza el ultimátum de Torra

Giro por la "prudencia"

Pero si el Gobierno sigue adelante pese al órdago de Torra, es también porque está convencido de que en realidad ni al PDeCAT ni a ERC les interesan las elecciones anticipadas. Ni generales ni autonómicas. Menos con un juicio de los los encausados por el 'procés' a la vuelta de la esquina. "¿Qué ganan ellos exponiéndose a que vuelva el PP a La Moncloa? El cuanto peor, mejor, tampoco les viene bien a ellos", abundaba un ministro. En suma, la conclusión a la que se llega es la misma: que Torra hizo un ejercicio de "escenificación", sobre todo dirigido a los suyos.

El Ejecutivo ha endurecido en las últimas horas su discurso, y si no actuó con mayor contundencia el 1-O fue por "prudencia", para bajar la tensión

Por esa razón, el Ejecutivo quiere mantener sangre fría. Mantener su "línea recta, transparente" en su relación con el Govern, "aun a costa de las críticas de la oposición" de PP y Ciudadanos, que exigen la aplicación inmediata del 155. No habrá por ahora intervención de Cataluña, aunque esa puerta no está del todo cerrada si los acontecimientos evolucionan a peor y hay ruptura de la legalidad. "El Gobierno no va a aplicar el artículo 155 mientras no haya razones evidentes. Una cuestión que no se ha producido", aclaró Celaá.

Meritxell Batet urge al Govern a escoger entre la "radicalidad" o el "diálogo"

Pese a que la viga maestra de "ley y diálogo" no se ha roto, el Ejecutivo sí ha ido afilando algo las uñas y endureciendo su discurso en las últimas horas, a medida que el desafío de Torra crecía. El lunes, el ministro de Fomento y número tres del PSOE, José Luis Ábalos, confería una "importancia relativa" a la arenga del 'president' a los CDR —"Apretad, hacéis bien en apretar"—, pero menos de 24 horas después, y a la vista de los disturbios de la noche ante el Parlament, recondujo su posición. Culpó al jefe del Govern de "alentar" la violencia y le exigió elegir entre seguir "apoyando la radicalidad" o bien optar por la vía de la "normalidad" ofrecida por el Ejecutivo socialista. A la noche, le advertía de que no tragará "ultimátums" ni aceptará negociar un referéndum de autodeterminación. ¿Por qué no se respondió con más dureza antes, el mismo lunes? "Se dio hasta el final del día una oportunidad a la prudencia con el fin de que fuera la propia Generalitat quien recondujera los pasos", explicó la ministra.

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El escenario se complica y la pretensión de agotar la legislatura se hace más cuesta arriba. La cuerda se tensa, pero no se rompe. Por ahora, aguanta, aunque más frágil, con la amenaza de unas prontas elecciones más viva que nunca, aunque no inminente.

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Llamamiento a PP y Cs a que apoyen al Gobierno

El Gobierno se quiere colocar en el punto medio, en el equilibrio entre ese "salto al vacío" que representa el rupturismo soberanista y el "155 perpetuo" que reclaman PP y Ciudadanos, que no quieren dar tregua al Ejecutivo en una cuestión tan sensible como lo es Cataluña.

Pero Isabel Celaá, en línea con otros pronunciamientos similares del propio Pedro Sánchez, reclamó a las dos formaciones —aunque indudablemente ese mensaje va más dirigido al PP, al que considera un partido homólogo, de gobierno— lealtad. Y apoyo a la apuesta por el deshielo del Ejecutivo. 

"Como Gobierno trabajaremos siempre por el respeto a la Constitución y el diálogo, nunca por la crispación. Hacer oposición hoy es apoyar al Gobierno en las cuestiones de Estado. Hacemos invocación para que PP y Cs apoyen al Gobierno. Esta es una cuestión de Estado", proclamó la ministra portavoz durante su breve comparecencia en el palacio de la Moncloa.

Los socialistas siempre han subrayado que Mariano Rajoy siempre pudo contar con el respaldo de Sánchez en un momento tan delicado como el otoño pasado, cuando se produjo el referéndum del 1-O, la quiebra de la ley, la declaración de independencia y la aplicación del 155 de la Constitución. Ahora sienten que ese apoyo no es correspondido en modo alguno por los de Pablo Casado. Menos aún por Albert Rivera

"Escenificación". "Retórica". "Fuegos de artificio". El Gobierno intenta mantener la calma, la "prudencia", tras el ultimátum de Quim Torra. Confía en que la tensión con el Govern se pueda reconducir, espera que no pase de las palabras, del discurso inflamado, a los hechos. Busca apurar los márgenes del diálogo hasta el final. Por completo. Quiere insistir en que por Pedro Sánchez no será, que él sí quiere buscar una salida al conflicto en Cataluña que no pase en ningún caso por ningún referéndum de independencia y sí por el robustecimiento del autogobierno. Pero si los separatistas optan por "el conflicto" y rompen definitivamente la baraja, el camino que ayer martes pareció indicar el 'president', habrá elecciones, y si hay quiebra de la legalidad, como ocurrió hace un año, ellos se exponen a un nuevo 155.

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