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El PP confía en pactar listas con Cs y Vox para recuperar el Senado si hay elecciones
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LOS POPULARES ACUSARÍAN LA ASFIXIA ECONÓMICA

El PP confía en pactar listas con Cs y Vox para recuperar el Senado si hay elecciones

Los populares consideran que después de pactar en comunidades y Ayuntamientos sería impensable que Abascal y Rivera permitieran una nueva mayoría socialista en el Senado

Foto: Pablo Casado y Albert Rivera en el Congreso. (EFE)
Pablo Casado y Albert Rivera en el Congreso. (EFE)

Si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias siguen estirando la cuerda, si ninguno de los dos cede, si el líder del PSOE no acepta a Iglesias como ministro o si este no da un paso al lado, la salida es una repetición electoral en noviembre. El PSOE mantiene que no está pensando en eso y es posible un acuerdo de última hora tras meses escenificando el desencuentro. Por si acaso, la oposición empieza a hacer cálculos. Los populares se niegan a abstenerse y dan por hecho que después de pactar con Ciudadanos y Vox en comunidades y ayuntamientos, y de que estos partidos se hayan acercado, sería impensable que no lograran listas conjuntas al menos para el Senado que dieran la mayoría a la derecha en la cámara del 155. Los populares tendrían el problema de afrontar una campaña electoral inmersos en una asfixia económica.

"No estamos pensando en elecciones", es el mensaje que transmite la dirección del PSOE. A la vez, Sánchez da por rotas las negociaciones con Unidas Podemos y amenaza a su "socio preferente" con la eventual irrupción de Iñigo Errejón en la contienda nacional. Según esta teoría, si Errejón decide presentarse, robaría la lista de Iglesias un buen número de escaños y dejaría a este en una situación todavía más precaria. En la Comunidad de Madrid, Podemos superó apenas el 5%. Trasladado directamente al Congreso, en una simulación poco realista, Podemos solo obtendría un diputado por Madrid: el propio Iglesias.

Casado ya ofreció listas conjuntas al Senado pero Rivera y Abascal las rechazaron y ganó el PSOE


Sin embargo, la oposición no ve que una repetición electoral vaya a beneficiar a la izquierda incluso si el PSOE sube unos escaños. "Que ensayen a ir divididos en tres partidos que verán lo bien que les funciona. Nosotros ya lo probamos", ironizan fuentes del PP. La suma virtuosa de PP, Ciudadanos y Vox funcionó en Andalucía, donde hubo una baja participación y las circunscripciones reparten muchos diputados. Pero en las generales no fue así: provincias pequeñas, con pocos diputados, Vox tiró más de 800.000 votos que no obtuvieron representación. Eso en muchos casos benefició a Ciudadanos pero también al PSOE y a Podemos y restó al PP.

PP y Ciudadanos solo se unieron a UPN en Navarra. Y si sería complicado, aunque no imposible, ampliar esa coalición a otras provincias, hay un escenario donde sería mucho más sencillo: el Senado. "Antes de las elecciones no hubo forma de hacer listas conjuntas para el Senado. Ahora sería impensable que no las hubiera", consideran fuentes populares. PP, Ciudadanos y Vox tienen aún por cerrar los acuerdos en Madrid y Murcia, pero Vox ya no exige la firma de un documento y Ciudadanos ya se sienta públicamente a negociar con Vox. Las posturas están cerca y todas las partes dan por hecho que, salvo volantazo final, habrá boda.

placeholder Los senadores socialistas aplauden a Manuel Cruz. (EFE)
Los senadores socialistas aplauden a Manuel Cruz. (EFE)

Al empezar la campaña electoral, Pablo Casado hizo una oferta de listas conjuntas pero Ciudadanos y Vox las rechazaron. Los primeros aspiraban al 'sorpasso' y los segundos promovieron el 1+1+1, que cada elector de derechas votase al primero de cada partido. Al final la mayoría absoluta fue para el PSOE, algo que no ocurría desde 1993. Hasta la pasada legislatura, el Senado fue algo casi decorativo pero tiene dos competencias fundamentales: aplicar el 155 si el Ejecutivo catalán retoma la vía independentista. El Senado no puede impulsar el 155, que tiene que partir del Gobierno, pero sí puede endurecer las condiciones en las que se aplica una vez que Moncloa lo pone en marcha. Además, tiene un derecho de veto en la ley de estabilidad presupuestaria. La desmovilización sería otra ventaja para la derecha, que normalmente mejora sus resultados conforme cae la participación.

El PSOE pide oficialmente una abstención del PP o de Ciudadanos que desbloquee la situación pero saben que es muy complicado. Especialmente después de que los socialistas se hagan con la presidencia de Navarra y tras haber desalojado a PP y CC de Canarias y con la insistencia de Albert Rivera de ni sentarse con Sánchez.

La desmovilización sería otra ventaja para la derecha, que normalmente mejora sus resultados conforme cae la participación

El problema para los populares es cómo afrontar los gastos de una campaña electoral. El partido atraviesa una situación económica terrible. En las cuentas de 2018, recién enviadas al Tribunal de Cuentas, reconoce una deuda de 22,5 millones con los bancos. El PSOE debe 32 millones pero el año pasado rebajó esa cifra en casi siete millones. La deuda del PP es anterior al gran recorte de subvenciones que le ha supuesto la pérdida de poder en las elecciones generales, municipales, autonómicas y europeas de este año. Casado se resiste a vender la sede de Génova, la joya de la corona.

La situación es tal que en las pasadas europeas los populares ni colgaron banderolas de Dolors Montserrat, la número uno en la lista al Parlamento Europeo. Tenían los espacios asignados pero quisieron ahorrar. Ahora el PP está inmerso en un plan de recorte de personal y tendría que hacer una campaña 'low cost' mientras que el PSOE y Ciudadanos han mejorado su situación económica y Unidas Podemos no tiene deudas porque nunca ha recurrido a préstamos de bancos. Aun así consideran que una campaña sería corta y estaría marcada por identificar al culpable de una repetición electoral que los españoles no desean, algo en lo que Pablo Casado no sale señalado.

Que el líder de la oposición se relama pensando en nuevas elecciones es un motivo para apostar a que no las habrá. Pero para eso alguien tiene que ceder. Ahora o en septiembre, Sánchez e Iglesias deben evitar una forma de compromiso que deshaga el nudo antes de ir a las urnas. Por eso hay quien cree que hay margen, que la pregunta de Iglesias a las bases es más flexible de lo que parece, que no habla de ministerios sino de un Gobierno de coalición sin vetos.

Si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias siguen estirando la cuerda, si ninguno de los dos cede, si el líder del PSOE no acepta a Iglesias como ministro o si este no da un paso al lado, la salida es una repetición electoral en noviembre. El PSOE mantiene que no está pensando en eso y es posible un acuerdo de última hora tras meses escenificando el desencuentro. Por si acaso, la oposición empieza a hacer cálculos. Los populares se niegan a abstenerse y dan por hecho que después de pactar con Ciudadanos y Vox en comunidades y ayuntamientos, y de que estos partidos se hayan acercado, sería impensable que no lograran listas conjuntas al menos para el Senado que dieran la mayoría a la derecha en la cámara del 155. Los populares tendrían el problema de afrontar una campaña electoral inmersos en una asfixia económica.

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