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Podemos ensaya el papel de bisagra en País Vasco para extenderlo a Cataluña y Galicia
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ASOCIAN LA ESTABILIDAD AL BLOQUE DE LA MOCIÓN

Podemos ensaya el papel de bisagra en País Vasco para extenderlo a Cataluña y Galicia

La fase posibilista y gobernista, en la que Podemos ha ejercido de mediador en el nivel autonómico, se inauguró ya tras las pasadas elecciones autonómicas

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias (c), el secretario autonómico de Podemos Euskadi, Lander Mártinez (i), y el 'lehendakari' Iñigo Urkullu, durante el encuentro en la Lehenedakaritza, en octubre de 2018. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias (c), el secretario autonómico de Podemos Euskadi, Lander Mártinez (i), y el 'lehendakari' Iñigo Urkullu, durante el encuentro en la Lehenedakaritza, en octubre de 2018. (EFE)

Podemos sorprendía esta semana a propios y extraños pactando con el PNV los Presupuestos vascos para 2020, después de que el PP se negase a volver a apoyarlos y como consecuencia se comenzase a asumir desde la Lehendakaritza un adelanto electoral a primavera, medio año antes del fin de la legislatura. Unos planes que parecen cambiar por el giro repentino de los morados, levantando ya voces, tanto desde la portavocía del Gobierno vasco como desde la izquierda abertzale, que agitan la posibilidad de extender este entendimiento de Podemos con el Gobierno de PNV y PSE-EE tras las elecciones vascas, en forma de tripartito. Podemos como bisagra. Y es que el acuerdo presupuestario, que la formación morada ha justificado principalmente basándose en un aumento del 4% de la Renta de Garantía de Ingresos, incluye compromisos hasta 2027.

Estos movimientos de Podemos Euskadi han sido seguidos de cerca desde Madrid, donde la dirección insiste en la necesidad de fortalecer el denominado bloque de la moción de censura —del que formaron parte los nacionalistas e independentistas vascos y catalanes— para asegurar la estabilidad de un Gobierno de coalición progresista entre PSOE y Unidas Podemos. Pablo Iglesias lanzaba conscientemente hace unos días el titular de que "el bloque de la moción de censura está llamado a asumir la responsabilidad de la dirección del Estado". Lo justificaba como la apertura de una nueva fase de "democracia integrativa", bajo parámetros de defensa de los artículos sociales de la Constitución del 78 que hiciesen de muro de contención al avance de la extrema derecha. "Un bloque histórico", lo denominó también echando mano del concepto gramsciano.

El paso ya dado en con los presupuestos vascos pretende extenderse de forma paralela a Cataluña

Sin que PSOE y Unidas Podemos logren sumar mayoría, la estabilidad de la legislatura, más allá de la investidura, dependerá del concurso del resto de partidos que sacaron adelante la moción de censura. Un bloque que no es monolítico, pero que suele moverse acompasado a través de vasos comunicantes y cuya llave de paso pretende controlar ERC. No en vano, el líder de los 'comuns', Jaume Asens, reconocía esta semana tras verse acudir a Zarzuela en la ronda de consultas con Felipe VI que las negociaciones con los republicanos no se acaban en la investidura. Este solo sería un comienzo. "El diálogo no se va a terminar ahora, tiene que ser fluido y continuo", constataba.

El paso ya dado con los presupuestos vascos, abriendo la hipótesis de un tripartito entre nacionalistas, socialistas y morados en la próxima legislatura, pretende extenderse de forma paralela a Cataluña, donde la formación liderada por Ada Colau negocia su apoyo a los presupuestos con el 'vicepresident' Pere Aragonès. Una sintonía que dependerá de lo que acontezca en Madrid. Cataluña seguirá siendo el nudo gordiano de la gobernabilidad, pero el contexto vasco puede servir como acicate. La guerra dentro del bloque independentista también da alas a la alternativa de un tripartit liderado por ERC que dejase fuera a los posconvergentes, como ya intentó ensayar infructuosamente Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona. Es la salida a la que llevan meses poniéndole voz de forma conjunta el exportavoz de los 'comuns' en el Congreso, Xavier Domènech, y el que también fue portavoz de los republicanos en la misma Cámara, Joan Tardà.

placeholder El presidente de la Generalitat, Quim Torra (d) y el vicepresidente del Govern y conseller de Economía, Pere Aragonès (i). (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra (d) y el vicepresidente del Govern y conseller de Economía, Pere Aragonès (i). (EFE)

La pasada semana, el líder de Unidas Podemos planteaba la necesidad de entenderse con Esquerra Republicana de Catalunya no solo en Madrid sino también en Barcelona y Cataluña. Un entendimiento del que depende no solo la investidura, sino la estabilidad de la legislatura. No es una posición novedosa, puesto que Pablo Iglesias ya defendió en su último libro, publicado hace ahora un año que, a pesar de que "la experiencia del tripartito es un recuerdo infausto para muchos", se trataría de "una de las pocas alternativas que hay".

En estos momentos los 'comuns' avanzan en sus negociaciones con los republicanos para dar su imprescindible apoyo a las Cuentas del Govern. Negociaciones cruzadas que también se producen a nivel municipal. "España no puede avanzar si no resuelve el conflicto territorial y eso, traducido en términos presupuestarios, quiere decir que los tres presupuestos, sobre todo los de la Generalitat y los del Gobierno de España, están interrelacionados", se sinceraba Asens en una entrevista concedida al diario 'Ara'.

Elecciones autonómicas

La vida de la legislatura, de salir adelante el Gobierno de coalición, estaría así ligada, según los morados, a que también se crease una alternativa en Cataluña en forma de coalición progresista y plurinacional. Entienden que de este modo se asegurarían las mayorías necesarias para legislar y principalmente para aprobar los Presupuestos. El papel del PSC, que ha vuelto a abrazar posturas plurinacionales, es otra de las incógnitas que añaden complejidad a este planteamiento para la gobernabilidad.

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El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)

A las elecciones vascas y probablemente las catalanas, se sumarán en 2020 las gallegas. La única alternativa a Núñez Feijóo vuelve a pasar por un tripartito, en este caso de socialistas y morados junto a independentistas. Desde el BNG no quieren ni oír hablar de este tipo de alianzas postelectorales, después de la desagradable experiencia de su bipartito con el PSdG en la Xunta de Galicia que no están dispuestos a repetir. En los niveles municipales, los independentistas gallegos ya optaron por no entrar en los gobiernos de las mareas en la pasada legislatura tras facilitar la investidura de sus alcaldes.

La fase posibilista y gobernista, en la que Podemos ha jugado un papel de bisagra en el nivel autonómico, se inauguró ya tras las pasadas elecciones autonómicas. Entonces, la formación morada pactó gobiernos de coalición no solo con los socialistas, sino también con partidos conservadores y nacionalistas, como el PAR en Aragón, Nueva Canarias en las Islas o Més en Baleares.

Podemos sorprendía esta semana a propios y extraños pactando con el PNV los Presupuestos vascos para 2020, después de que el PP se negase a volver a apoyarlos y como consecuencia se comenzase a asumir desde la Lehendakaritza un adelanto electoral a primavera, medio año antes del fin de la legislatura. Unos planes que parecen cambiar por el giro repentino de los morados, levantando ya voces, tanto desde la portavocía del Gobierno vasco como desde la izquierda abertzale, que agitan la posibilidad de extender este entendimiento de Podemos con el Gobierno de PNV y PSE-EE tras las elecciones vascas, en forma de tripartito. Podemos como bisagra. Y es que el acuerdo presupuestario, que la formación morada ha justificado principalmente basándose en un aumento del 4% de la Renta de Garantía de Ingresos, incluye compromisos hasta 2027.

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