El pueblo más rico de España no es España

Cuando mi mujer era pequeña, sus padres vivían con lo mínimo en una casa de pueblo que hoy vale un potosí, pero que entonces se hundía en la ruina. Sin un duro, todas sus aficiones tenían que ser gratuitas. Les gustaba coger almendras de los árboles del camino rural y partirlas con piedras, tocar la guitarra, contar cuentos, disfrazarse, leer libros de la biblioteca y calentar el agua para el baño con leña en una cocina prehistórica. También llamar a las inmobiliarias para concertar visitas en las casas más caras y fingir que iban a comprarlas.

Esto ponía de los nervios a Andrea, pero a sus padres les pirraba. Se arreglaban con ese nivel de despreocupación que solo está al alcance de la gente a la que de verdad bucea en dinero, agarraban a la niña y marchaban a las inmobiliarias. Antes de visitar cada palacio con el vendedor ensayaban muecas de helado desprecio. Después transitaban salones de tamaño imposible, atravesaban pasillos donde podrías alojar a cuarenta familias y se asomaban a cristaleras anacaradas con cara de asco. A todo le ponían reparos. Si el váter no estaba labrado en mármol y la grifería no era de oro era como si los hubieran insultado.

No hay nada que haga suponer que uno penetra en una milla de oro. Ni arcos como el de Marbella ni esculturas locas en rotondas como las de Pozuelo

En ese ambiente con tintes de cuento de Roald Dahl se crio mi mujer, y quizás fue esto lo que le permitió desarrollar un sexto sentido que ahora le permite averiguar cuánto dinero tiene la gente en el bolsillo de un vistazo. A diferencia de mí, Andrea no se deja deslumbrar por las apariencias. Descarta a los horteras y señala a los auténticos millonarios con una precisión que ya le gustaría a Carmen Lomana. Hay perspectivas privilegiadas que solo se alcanzan desde la falta de privilegios más absoluta, es decir, desde el otro lado del umbral de la pobreza.

Pues bien, cuando supe que el pequeño pueblo de Matadepera (9.000 habitantes) es ahora la localidad más rica de España, decidí que este viaje solo podría hacerlo con mi mujer sentada en el asiento de copiloto. A Matadepera se llega en 40 minutos en coche desde la puerta de mi casa pero, en términos económicos, está a una distancia astronómica no solo de Barcelona sino de Pozuelo de Alarcón, que ahora es el segundón de las villas millonetis. Son 166.006 euros por habitante en Matadepera frente a los 58.143 de Pozuelo.

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A la entrada no hay nada que haga suponer que uno penetra en una milla de oro. Ni arcos jurásicos como el de Marbella, ni esculturas locas en rotondas como las de Pozuelo ni templos egipcios traídos piedra a piedra: nada. Campo catalán del Vallès, una rotonda normal con su estelada típica, chalecitos adosados, churros amarillos pintados con spray en el asfalto como en el resto de las carreteras de Cataluña y un montón de máquinas de ejercicio para jubilados junto a un carril bici repleto de deportistas de más de cincuenta años.

Miro de reojo a Andrea por si su detector de dólares ha empezado a brincar, pero ella se toca la barriga con una expresión neutra que se mantiene inalterada al atravesar el centro y después de aparcar a la altura del polideportivo. El pueblo más rico de España es una birria, pienso, y casi disculpándome le explico a Andrea el contexto de los datos, como han hecho los habitantes de Matadepera a la prensa toda la semana, temerosos de que bandas de albanokosovares asalten ahora el pueblo atraídos por artículos como este.

El titular de pueblo más rico de España está mal para muchos habitantes. Casi les suena ofensivo. ¿Cómo que de España? ¿Dónde se cree que está?

El dato de renta por habitante es un espejismo, como la riqueza de las naciones. Aquí son muy pocos residentes y, desde hace cuatro o cinco años, a unos cuantos millonarios les ha dado por comprar casas. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué se concentra de pronto la riqueza más exagerada en torno de esta montaña y no, por ejemplo, en torno a la de más allá? Es un misterio. El dinero suele llamar al dinero desde que se inventó.

Hay millonarios que llegan buscando la tranquilidad tras una vida dedicada a hacer sonar monedas, como Manuel Lao (2000 millones de euros de patrimonio), el empresario que llenó de máquinas tragaperras todos los bares de España, dueño de Cirsa hasta que la vendió por una millonada a Blackstone. Otros, como Xavi Hernández (10 millones gana al año en Qatar: a saber lo que tiene), compran en Matadepera por asuntos familiares: su padre vive allí.

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Sin embargo, como nos dice la dependienta de una pastelería normal y corriente, todo este rollo del 'pueblo más rico de España' es una patraña estadística: los ricos no viven en el pueblo, sino en su propia zona. Ni bajan, ni gastan y ni se dejan ver. Abultan las cifras con su mera presencia: eso es todo. Y pienso que así es como funciona la riqueza realmente, porque dicen que aquí también hay desahucios, y veo carteles pegados con celo en las farolas de gente que se ofrece a cuidar ancianos y enfermos. Todos vivían en un pueblo tranquilo, más bien aburrido y previsible, hasta que los palacios de la montaña aparecieron como naves nodrizas y las cifras económicas transformaron el paisaje en un titular. Pero en el pueblo no se nota.

Por cierto: el titular de pueblo más rico de España está mal para muchos habitantes de Matadepera. Casi les suena ofensivo. ¿Cómo que de España? ¿Pero dónde se cree usted que está? De los doce concejales del ayuntamiento once son independentistas. Ha ganado Convergència todas las elecciones municipales salvo unas, que ganó Esquerra hace unos años, por variar, y del PP, PSC, Podemos y Vox ni sombra, ni están ni se los espera. El único concejal disidente es de Ciudadanos como premio de consolación.

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Por lo demás, Matadepera es un pueblo de riqueza invisible que mataría de aburrimiento a cualquier pija de Pozuelo. Aquí están los mismos bares convertidos en 'gastrotecas' no por el desarrollo, sino por la pedantería televisiva de moda; los mismos bazares chinos, el mismo casal, las mismas papeleras y la pequeña diferencia de que, si miras fijamente los escaparates de las inmobiliarias, te quedas de plástico. Surtido de casoplones con piscina, todo por encima de los 300.000 euros y con picos realmente obscenos. “Fíjate”, dice Andrea, “que las casas más grandes ni llevan precio”. Miramos en Idealista y vemos que la más cara del pueblo se vende por nueve millones de euros. Nueve. Millones. De. Euros.

Así que la riqueza de Matadepera se ve mejor en internet. De vuelta al coche, le pregunto a la perito de millonarios con la que comparto mi vida cuál es su veredicto. “A ver, aquí hay dinero aunque no lo parezca. Mucho Ralph Lauren, mucha perla, lo de las inmobiliarias que están intentando cazar más millonarios y además hay muchas señoras que parece que acaban de salir de la peluquería”. Le pregunto si quiere que vengamos a vivir aquí cuando seamos asquerosamente ricos. "Ni de coña".