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La falta de voces políticas en el PSOE debilita la posición del presidente
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SIN CONTRAPESOS NI PORTAVOCÍAS ACTIVAS

La falta de voces políticas en el PSOE debilita la posición del presidente

El Gobierno de coalición camina estable, a pesar de las tensiones internas, pero en el terreno comunicativo se vislumbra un desgaste cada vez mayor

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una visita este jueves en San Sebastián de los Reyes a un laboratorio farmacéutico que fabricará una de las vacunas contra el covid-19. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una visita este jueves en San Sebastián de los Reyes a un laboratorio farmacéutico que fabricará una de las vacunas contra el covid-19. (EFE)

La actividad gubernamental opaca la del partido, al menos comunicativamente, tanto en el caso de PSOE como de Unidas Podemos. Una estrategia buscada, pero que tiene los riesgos propios de apostar a una única vía y descarga todo el peso de los éxitos o fracasos en la Presidencia del Gobierno, la portavocía y los ministerios con más relevancia. En las últimas semanas, pese a cosechar logros parlamentarios como conseguir los apoyos necesarios para los Presupuestos, se han visibilizado las costuras de esta estrategia, con resultados poco positivos para los intereses que intenta defender el Ejecutivo y su imagen. El desgaste comunicativo desenfoca el relato que intenta hacer prender el Gobierno. Y el desgaste comunicativo, en un contexto de excepcionalidad y sin cultura de coalición, se convierte en desgaste político. Paradójicamente, cuando se vislumbra el horizonte de la primera legislatura estable y larga desde la ruptura del bipartidismo imperfecto en las elecciones de diciembre de 2015.

En el gabinete de la Presidencia, que dirige Iván Redondo, hay una máxima: que el ruido no tape las señales. "Nosotros, a la señal frente al ruido", se suele repetir en esta sala de máquinas. Sin embargo, el ruido se ha ido acumulando, tanto interna como externamente, dando cuenta de fallos en la comunicación hacia dentro y hacia fuera. Las críticas de varios barones al apoyo de EH Bildu, así como de exdirigentes del partido encabezados por el expresidente Felipe González, dan buena cuenta de lo primero.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en la presentación del proyecto de PGE. (EFE)

Con unos argumentarios que han llegado a tocarse con los de la oposición, barones críticos y vieja guardia socialista taparon con su 'ruido' la 'señal' de que un Gobierno en minoría había logrado la mayoría más abultada en el debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. El número mágico, que hacía soñar a Moncloa para transmitir el inicio de una nueva etapa ilusionante, el de los 198 apoyos, quedó sepultado en favor del protagonismo de Bildu. El ruido tapó la señal de que la victoria presupuestaria permitiría desplegar al PSOE sus políticas de cara a la recuperación económica.

Pedro Sánchez trató de explicarlo en la ejecutiva del PSOE y poner en valor que lo importante era salvar el escollo de los Presupuestos, pero era ya tarde. El hecho de enviar una carta a la militancia para explicar estos movimientos y contestar indirectamente a las voces críticas da buena cuenta de ello. Una vez más, todo el peso sobre Sánchez, aunque se preparó una intervención del secretario de Organización, José Luis Ábalos, en la rueda de prensa tras la ejecutiva que el partido celebra los lunes. Su posición institucional como ministro de Transportes no ayuda. Tampoco la cacofonía, al negar que hubiese un acuerdo con los 'abertzales', mientras la realidad y los mensajes de sus socios de gobierno decían lo contrario.

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La falta de contrapesos desde la organización deja Ferraz sin voz por el tapón de Moncloa. La portavocía de la ejecutiva, que sigue recayendo en el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, está desactivada. Se ha renunciado a esta voz, tanto por voluntad propia de quien ostenta este cargo desde 2016 como por la nueva estrategia comunicativa del PSOE, centrada únicamente en Moncloa.

A esta camisa de fuerza se suma el papel de sus socios de coalición, que basan una buena parte de su estrategia en el terreno comunicativo y tienen sus propios intereses de partido. Estos pasan por buscar una diferenciación y conservar su identidad netamente de izquierdas, principalmente después de que en las elecciones gallegas y vascas les pasase factura su presencia en el Gobierno. "A veces, las discrepancias se traducen en medidas positivas para la gente", explicaba Pablo Iglesias este jueves durante una intervención en el Congreso. Y añadía: "Tengo que hacer todo lo que esté en mi mano para evitar que se eche a una familia de su casa en medio de la pandemia que estamos viviendo". El mantra de que "sin conflicto no hay conquistas sociales". A lo que se añade: si el conflicto no se hace público, no existe.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)

Normalizaba así la batalla comunicativa entre ambos socios y ponía de relieve sus victorias en el seno del Gobierno: desahucios, escudo social, socios prioritarios para los Presupuestos dejando fuera de la ecuación a Ciudadanos o reforma laboral. Enfrente, un PSOE sin voz que pueda actuar como contrapeso desde Ferraz. Tampoco desde el grupo parlamentario, con sus portavoces Adriana Lastra y Rafael Simancas centrados en la labor legislativa y tejiendo las mayorías necesarias para mantener a flote el Gobierno. Todos los recursos, a disposición de Moncloa.

La falta de contrapesos se deja entrever en que tampoco exista una figura fuera de posiciones institucionales o al menos de segundo nivel para contrarrestar a sus socios en caso de ser necesario: el clásico 'poli malo'. Una figura que ejerció en su momento José Blanco en el Partido Socialista cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero o que desempeñó el exportavoz del PP en el Congreso Rafael Hernando, encargado durante la primera legislatura de Mariano Rajoy de defender su partido ante los ataques que venían de la oposición por los casos de corrupción.

Actualmente, en el PSOE, quien más se acercaría a este papel extraoficial es el diputado por Barcelona José Zaragoza, pero solo ha intervenido en ocasiones contadas. La principal y más reciente, a cuenta de la enmienda a los Presupuestos para paralizar los desahucios presentada por Unidas Podemos junto a ERC y Bildu. El Gobierno de coalición camina estable, más allá de los conflictos que en ocasiones tratan de sobredimensionar sus propios protagonistas, pero en el terreno comunicativo se vislumbra un desgaste cada vez mayor. Y esto segundo opaca a lo primero.

La actividad gubernamental opaca la del partido, al menos comunicativamente, tanto en el caso de PSOE como de Unidas Podemos. Una estrategia buscada, pero que tiene los riesgos propios de apostar a una única vía y descarga todo el peso de los éxitos o fracasos en la Presidencia del Gobierno, la portavocía y los ministerios con más relevancia. En las últimas semanas, pese a cosechar logros parlamentarios como conseguir los apoyos necesarios para los Presupuestos, se han visibilizado las costuras de esta estrategia, con resultados poco positivos para los intereses que intenta defender el Ejecutivo y su imagen. El desgaste comunicativo desenfoca el relato que intenta hacer prender el Gobierno. Y el desgaste comunicativo, en un contexto de excepcionalidad y sin cultura de coalición, se convierte en desgaste político. Paradójicamente, cuando se vislumbra el horizonte de la primera legislatura estable y larga desde la ruptura del bipartidismo imperfecto en las elecciones de diciembre de 2015.

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