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"Génova no es la cueva de Alí Babá": las dos eras del PP chocan por la mudanza histórica
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MALESTAR ENTRE EXDIRIGENTES

"Génova no es la cueva de Alí Babá": las dos eras del PP chocan por la mudanza histórica

Mientras exdirigentes de peso creen que la mudanza es síntoma del "nerviosismo" de Casado porque su liderazgo no despega, la nueva generación reivindica el paso a una nueva etapa

Foto: Periodistas y reporteros gráficos, en la sede del Partido Popular en la calle Génova. (EFE)
Periodistas y reporteros gráficos, en la sede del Partido Popular en la calle Génova. (EFE)

El anuncio del cambio de sede en el Partido Popular se precipitó para frenar la hemorragia del desastre electoral en Cataluña. Pablo Casado lo comunicó en el comité ejecutivo convocado para analizar los malos resultados y reafirmar su apuesta por reunificar el centro derecha. Solo lo sabían algunas personas de su confianza. Los presidentes autonómicos se enteraron a la vez que el resto de dirigentes. Poco después, algunos de ellos, como el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, o el andaluz Juanma Moreno, insistían en que era una decisión que solo compete a la dirección nacional y que “lo respetaban”. Pero en el viejo PP la decisión hiere sensibilidades.

“Esto es muy doloroso para muchos”, repiten dirigentes de la época de Mariano Rajoy y José María Aznar, que además cuestionan el traslado físico del partido por innecesario e ineficaz, convencidos de que la oposición seguirá atacándoles con la vieja corrupción sin importar el código postal. Es más, achacan esta huida al “nerviosismo” de la dirección, no solo por el primer sorpaso de Vox en una comunidad autónoma, sino porque su liderazgo no termina de despegar. Y concluyen que la derrota en las urnas no se explica en la corrupción. Las razones son políticas, más profundas, coinciden todos los consultados. Y las soluciones deben ser otras.

En la cúpula nacional, sin embargo, atribuyen gran parte de la debacle al regreso de los titulares sobre Luis Bárcenas. Buscaron un golpe de efecto, conscientes de que el calendario judicial no les dará ni un respiro. La vieja guardia insiste en que la decisión, precipitada y sin anunciar el nuevo destino, supone zambullirse en el relato de la izquierda.

Foto: La sede del PP en la calle Génova (Madrid). (EFE)

“Es un error comprar el marco mental de la oposición. Génova no es la cueva de Alí Babá”, se lamenta un viejo responsable de la formación, que ve una vez más sobreactuación en Casado. “Lo de la sede es un mal síntoma. Podría tener su virtud, pero se nota que es una reacción por espasmo, para salir del paso”, apunta otro dirigente retirado. “Bien hecho, esto tiene sus justificaciones, pero así se convierte en carne de 'meme”, añade esta fuente.

La crítica se sostiene también por la falta de transparencia sobre dónde estará el nuevo cuartel general. Y hay cierta confusión. Fuentes de la dirección aseguran que la ubicación está decidida, pero otros dirigentes sospechan que todavía no está claro. En el núcleo duro de Casado, afirman que “será céntrica y en lugar simbólico”. También reconocen que no necesitan un edificio tan grande como el de Génova, y que el nuevo contará con menos plantas y metros cuadrados. El PP de Madrid se mudará al nuevo inmueble.

Aunque en el PP del pasado conceden a Casado el derecho de marcar un nuevo destino para formación y deshacerse de la mochila de la corrupción como mejor crea, los más veteranos también alertan de que ese afán por romper amarras pueda “terminar de dividir al PP” y que tenga efectos traumáticos hasta en su propia base social. “La herencia de un partido como el nuestro lo es todo”, reivindica con orgullo un ministro de Aznar. Cuestionan el hecho de haber elegido este momento, eludiendo responsabilidades tras el 14-F y mostrando cierta incapacidad para dar con la tecla que neutralice el ascenso de Vox. “Tiene que definir la estrategia para el proyecto común del centro derecha. Damos la sensación de ir dando tumbos”.

Foto: El secretario general del PP, Teodoro García Egea

La nueva generación

En el equipo del actual presidente, señalan que Casado intentó cubrirse las espaldas, consciente de que las críticas llegarían en esta dirección: “Los que me conocéis sabéis que siempre he defendido al PP, hasta en las peores circunstancias. Pero defender el partido no es justificar las conductas individuales que hayan podido cometer personas concretas”, dijo el martes, afirmando que no podían continuar en un edificio cuya reforma se está investigando en los tribunales. Aunque desde hace semanas insistía en que “el PP de Bárcenas ya no existe”, tanto Casado como su núcleo duro y otros políticos de la nueva generación, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, estaban convencidos de que no sería suficiente. En el entorno de la Puerta del Sol, repetían que si los malos resultados en Cataluña se confirmaban, “el día 15 habría que tomar decisiones”.

Otra de las críticas lanzadas por antiguos pesos pesados del PP y por barones autonómicos apunta al secretario general, Teodoro García Egea. En realidad, la crítica es extensible a buena parte del equipo actual y se refiere a la “bisoñez” e “inconsistencia” para afrontar la tarea de la reunificación. “Hay un convencimiento general de que Pablo está solo. No se visualiza un equipo fuerte que sepa adónde van”, apuntan exdirigentes. Uno matiza: “¿Necesitamos un Iván Redondo? Pablo debería tener a un tío que se dedique a pensar, no puede estar siempre a la defensiva”.

placeholder Pablo Casado y Teodoro García Egea. (EFE)
Pablo Casado y Teodoro García Egea. (EFE)

Un íntimo de Casado, ahora alejado de la primera línea, da otra pista: “Aznar despegó cuando empezó a fichar jóvenes profesionales y se vio que este era un partido meritocrático. Pablo debe rodearse de más talento”. Los presidentes autonómicos también critican la renovación de los cargos orgánicos en manos del número dos del partido y cuestionan que la hoja de ruta emprendida les permita exhibir el músculo territorial que necesitan para, como dijo Feijóo, "seguir ganando elecciones".

Sin embargo, el presidente no solo descarta relevos en la cúpula, sino que en el comité ejecutivo del martes intervino acompañado por su mano derecha, que se situó en el mismo plano. Este miércoles, durante la sesión de control en el Congreso, la intervención de García Egea fue respondida con una larga ovación de la bancada que en el PP entendieron como un claro espaldarazo.

Cifuentes y Soraya ya lo plantearon

En realidad, la mudanza de Génova no es algo nuevo. Otras dirigentes de altísimo nivel lo plantearon antes. Cristina Cifuentes fue la primera después de que la policía entrara varias veces a por documentación. Pretendía distanciarse de la etapa de Esperanza Aguirre, aunque no le dio tiempo a llevarlo a cabo. El debate también llegó al comité de dirección de Rajoy, que rápidamente lo descartó: “¿Y para qué? Tampoco así consigues evitar que sigan hablando de la corrupción”, insiste uno de los responsables de su último Gobierno.

Pero el runrún no cesó y la propia Soraya Sáenz de Santamaría lo planteó en el congreso de las primarias, en 2018, cuando competía con Casado por liderar el partido. Consideraba que había que desviar el escenario, darle otro aire al partido, otra estética. "Pero, obviamente, no lo era todo", señala un colaborador de la exvicepresidenta. El propio Casado desdeñó la opción.

Foto: El candidato a la presidencia de la Generalitat por Ciudadanos, Carlos Carrizosa, y la presidenta del partido, Inés Arrimadas, comparecen para valorar los resultados electorales del pasado domingo. (EFE)

Las dudas financieras también tienen su peso. Está en duda el precio o si la plusvalía podría ser incluida teniendo en cuenta las sombras de la reforma con el dinero en B. Como publicó este diario, ya en 2019, tras la debacle electoral de abril (66 diputados con Casado al frente), la dirección llegó a plantearse el alquiler parcial o total de la sede. La sangría de ingresos preocupaba como nunca antes y garantizar la solvencia a largo plazo era el principal objetivo.

El anuncio del cambio de sede en el Partido Popular se precipitó para frenar la hemorragia del desastre electoral en Cataluña. Pablo Casado lo comunicó en el comité ejecutivo convocado para analizar los malos resultados y reafirmar su apuesta por reunificar el centro derecha. Solo lo sabían algunas personas de su confianza. Los presidentes autonómicos se enteraron a la vez que el resto de dirigentes. Poco después, algunos de ellos, como el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, o el andaluz Juanma Moreno, insistían en que era una decisión que solo compete a la dirección nacional y que “lo respetaban”. Pero en el viejo PP la decisión hiere sensibilidades.

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