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De las calles a las leyes: el feminismo, dividido este 8-M por la disputa política
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"CADA PARTIDO MUEVE SU TEJIDO SOCIAL"

De las calles a las leyes: el feminismo, dividido este 8-M por la disputa política

El enfrentamiento en un Gobierno que lleva el feminismo por bandera contrasta con aquella transversalidad que caracterizó 2018 y empaña la imagen del movimiento

Foto: Manifestación del 8 de marzo de 2018. (EFE)
Manifestación del 8 de marzo de 2018. (EFE)

Hace tres años, una marea de mujeres con lazos y pancartas moradas sorprendió a todo el país tomando las calles con proclamas feministas en una movilización sin precedentes. Desde ese día, la imagen del Día de la Mujer dejó definitivamente de ser la de las rosas para convertirse en la de los cartones con reivindicaciones concretas.

Este lunes, la pandemia y la prohibición de la delegación del Gobierno de realizar cualquier concentración impedirá que esa imagen se repita. Ya el año pasado la marcha se vio empañada por la idoneidad de salir o no a las calles con la incertidumbre de un virus que acababa de entrar en el país, polémica que continúa doce meses después.

Las organizaciones feministas, que este año ya habían convocado concentraciones en varios puntos de la capital, no se han tomado bien la decisión del Gobierno y el viernes anunciaron que recurrirán la prohibición. Sobre todo por el agravio que supone frente a otras manifestaciones que sí han tenido lugar estos meses o las que están programadas para los próximos días.

Foto: Manifestación feminista del 8-M en Madrid en 2019. (EFE)

El foco se ha puesto en este día, pero la división en un Gobierno que lleva el feminismo por bandera contrasta con aquella transversalidad que caracterizó 2018. La sensación de que el feminismo llega a este 8 de marzo más dividido que nunca es palpable, y no tiene que ver con el covid. En los últimos meses, polémicas surgidas de propuestas legislativas, como la transexualidad o la libertad sexual, parecen haber inundado todo el discurso del movimiento, siguiendo el compás de la coalición de Gobierno.

"Es algo que ocurre con todos los movimientos sociales. Cuando las reivindicaciones pasan a formar parte de las agendas de los gobiernos y hay que concretar un sentimiento a veces difuso en propuestas concretas, surgen contradicciones", explica la politóloga y experta en movimientos sociales Cristina Monge. "Pero es que tiene que ser así: los movimientos sociales señalan malestares y los gobiernos tienen que saber gestionarlos. El problema aquí es que tenemos a dos partidos tirando de la bandera del feminismo, con el riesgo de que la rompan por la mitad".

"Tenemos a dos partidos tirando de la bandera del feminismo, con el riesgo de que la rompan"

Desde hace meses, la 'ley trans' es el arma arrojadiza entre el Ministerio de Igualdad de Irene Montero y la vicepresidencia de Carmen Calvo. Cada una de ellas representa una postura, la del feminismo transincluyente o la que considera que la autodeterminación de la propia identidad borraría a las mujeres cis (nacidas mujeres).

Esa división se ha trasladado, en parte, a la movilización. Tanto la confluencia Movimiento Feminista y la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, conformada por feministas reconocidas —muchas de ellas ligadas al PSOE— habían convocado concentraciones paralelas a las de la Comisión 8-M. Esta última es la organizadora de las manifestaciones y huelgas anteriores y sí defiende la regulación de los derechos de las personas trans.

También hace unos días varias feministas de diversos ámbitos se oponían en un manifiesto al anteproyecto de la ley de libertad sexual que prepara el Gobierno por "su deriva puritana" y considerar que vuelve "inválido e irrelevante el consentimiento de las mujeres".

Pero este debate, que copa titulares y encarnizados debates en redes sociales, no necesariamente tiene un reflejo real en todo el movimiento, como considera Berta Barbet, politóloga e investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Es un debate muy teórico, que al final versa sobre qué es ser mujer. Se está dando en las capas más altas del feminismo, no es una división que salga de abajo porque la gran mayoría de la gente no se ha parado a pensar en ello".

'Ley trans': "Es un debate muy teórico, que se está dando en las capas más altas del feminismo"

Las posturas enfrentadas sobre diversos temas no son novedad en el feminismo. Sigue ocurriendo con cuestiones como la prostitución o la pornografía, donde históricamente no ha habido ni hay consenso (y que está relacionado con la ley de libertad sexual). Ya en la manifestación del año pasado un grupo de feministas acaparó la cabecera consensuada por la comisión que organiza la marcha para colocar una pancarta sobre la abolición de la prostitución. Pero incluso con ese episodio, ningún otro debate parece haber tomado tanta relevancia.

placeholder Beatriz Gimeno, Irene Montero, Victoria Rosell y Boti García, el pasado 8-M. (EFE)
Beatriz Gimeno, Irene Montero, Victoria Rosell y Boti García, el pasado 8-M. (EFE)

Los enfrentamientos que está generando la 'ley trans' son más visibles según las expertas por darse en el campo mediático y de las redes sociales. "El debate habría surgido igual, pero es más encarnizado de lo que sería si nos sentásemos a hablar, porque los discursos en las redes circulan y escalan más rápido”, considera Barbet. "Y luego que cada partido mueve a los suyos, a sus militantes y su tejido social, para acercar el debate a lo que quieren", añade Monge.

"Cada partido mueve a los suyos para acercar el debate a lo que quieren"

Además, por primera vez, representantes de ese activismo forman ahora parte del Gobierno de coalición, como ocurre con las áreas LGTBI o las que afectan a la mujer, donde Unidas Podemos eligió a figuras conocidas del movimiento para ocupar sus organismos.

Ocurrió en otras olas

Cuando un movimiento pasa de un sentimiento general a propuestas concretas, es cuando surgen las fragmentaciones. La cuestión es cómo se gestionan los debates para que no acaben en división. Como dice Barbet, "el espacio mediático y en el activismo es limitado y mucha gente tiene necesidad de ocuparlo".

El riesgo está ahí. Como explica el sociólogo Lionel S. Delgado, la segunda ola de los 70 en Estados Unidos se acabó fragmentando y dispersando por las diferencias en cuanto a la pornografía y la prostitución. "Y en los 80 ocurrió por las denuncias del feminismo negro, que no se sentía representado por las proclamas mayoritarias de mujeres blancas y de clase media. Pero es que es impensable que un movimiento social viva eternamente en una ola de subida de la militancia, nunca funciona así. A todas las olas les sigue un momento de pausa o relajamiento y las fuerzas se retiran y se transforman", explica este doctorado por la Universidad de Barcelona.

"Es impensable que un movimiento social viva eternamente en una ola de subida de la militancia"

En España, hace ya algunos años que algunos colectivos de mujeres migrantes o racializadas no se suman a las marchas convocadas por la comisión del 8-M. "Nosotras hemos ido todos los años, pero entiendo a las que no lo hacen", explica Carolina Elías, portavoz de la asociación SEDOAC de trabajadoras domésticas. "No todas las mujeres somos iguales, y el movimiento de las feministas migrantes es rompedor porque también cuestiona a las feministas blancas. Por eso eslóganes como el de ‘Nativa, extranjera, la misma clase obrera’ no nos sientan bien, porque está claro que los problemas laborales de una mujer española no son los nuestros y no todas lo tienen en cuenta. Aunque me gustaría señalar que también hay muchas que sí lo hacen".

Por eso, dice, sienten que debates como el que desde hace meses acaparan toda la atención no representan sus problemáticas. "Creo que hay que buscar los puntos en común. Te seré sincera: para nosotras, hay otras necesidades y prioridades antes que la 'ley trans'. No digo que esta sea superficial, pero nuestra prioridad es conseguir trabajo, papeles y sobrevivir. No tenemos tiempo de llegar a casa y ponernos a reflexionar sobre eso".

"El feminismo ha pecado de querer transmitir una sola problemática de ser mujer, y mucha gente dirá: 'A mí esto no me representa, porque soy racializada o tengo una apariencia más masculina…'", explica Barbet. "Una de las cosas que el feminismo debería hacer es que, igual que los hombres pueden no ser iguales y eso no les rompe la solidaridad entre ellos, el hecho de que no haya consenso no necesariamente significa división".

placeholder Las dirigentes socialistas, el pasado 8-M. (EFE)
Las dirigentes socialistas, el pasado 8-M. (EFE)

Un riesgo de la fragmentación entre luchas que S. Delgado califica de "soridicidio" para equipararlo al "fratricidio". "Viéndolo desde fuera es amargo, porque es un movimiento que trajo mucha frescura e ilusión a España, que mantuvo la alegría por hacer política, al igual que el ecologismo. Pero creo también que hasta ahora lo que hay son debates, que los ha habido siempre, que se magnifican porque hay gente buscando la fractura, un ‘te lo dije’. Es lo que está pasando con el día del 8-M: buscarle la contradicción y atacarlo políticamente", apunta S. Delgado.

"Quizá esa imagen de división tenga que ver con que el feminismo está en todas partes y parece que son más evidentes las distintas formas de pensar”, reflexiona Gema, miembro de la asamblea feminista de Tetuán. "Parece que está a punto de romperse, pero es porque está en los medios y por cómo se refleja la gestión de una coalición, a la que tampoco estamos acostumbrados, pero que no es reflejo del activismo. Son esferas distintas".

Hace tres años, una marea de mujeres con lazos y pancartas moradas sorprendió a todo el país tomando las calles con proclamas feministas en una movilización sin precedentes. Desde ese día, la imagen del Día de la Mujer dejó definitivamente de ser la de las rosas para convertirse en la de los cartones con reivindicaciones concretas.

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