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El PP asume el riesgo de fortalecer a corto plazo a Vox por el 4-M
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El PP asume el riesgo de fortalecer a corto plazo a Vox por el 4-M

Dirigentes populares advierten del peligro de contribuir a la "desdemonización" del partido de Abascal pactando un Gobierno de coalición en Madrid tras las elecciones autonómicas

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, y el líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado, y el líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE)

En Francia lo llaman “desdemonización” y es el proceso que Marine Le Pen emprendió hace unos años para poder ganar las elecciones presidenciales de 2022. Empezó por cambiar el nombre de su partido, con el objetivo de convertirlo en una formación de Gobierno, además de buscar una implantación en barrios trabajadores.

Pretende así salvar el escollo de la segunda vuelta en la que todos prefieren apoyar al otro candidato, sea quien sea, para que no gane la extrema derecha. Por ejemplo, en 2002, el conservador Jacques Chirac arrasó en la segunda vuelta a Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, por un 82,21% frente al 17,79% del fundador del Frente Nacional. Electores de izquierda votaron a Chirac para evitar que la ultraderecha llegara al poder.

En 2017 ocurrió lo mismo entre Emmanuel Macron y Marine le Pen. La ultraderechista perdió por más de 30 puntos en la segunda vuelta por el mismo efecto de voto útil de todos contra ella.

Foto: Edmundo Bal. (EFE)

En España, la ultraderecha está representada por Vox en las Cortes y en parlamentos autonómicos, pero aún no en gobiernos de comunidades, porque optó por apoyar al PP y Ciudadanos sin entrar en los ejecutivos para mantener una posición política “libre de cargas” de gestión.

Su particular proceso de “desdemonización” podría llegar tras el 4 de mayo con su entrada en un hipotético Gobierno de la Comunidad de Madrid presidido por Isabel Díaz Ayuso.

Dirigentes del PP dan por seguro que si, como muestran las encuestas, PP y Vox suman diputados suficientes, habrá en Madrid un Gobierno de coalición entre ambos, pensando que sería un acuerdo para solo dos años. Supondría un cambio en el partido de Santiago Abascal, pero también en la estrategia de los últimos meses de Pablo Casado, quien hace solo seis meses proclamó solemnemente en el Congreso la ruptura con Vox.

placeholder La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

Todos esos sondeos coinciden en que la candidatura de Isabel Díaz Ayuso frenará el ascenso de Vox en comparación a lo que ocurre en otras comunidades, empezando por las recientes elecciones catalanas. Sin embargo, en términos de poder para Vox sería un triunfo porque se convertiría en determinante para que el PP pudiera gobernar.

Según dirigentes del PP, tras esas elecciones Vox sería blanqueado y engordado por el PP. Es decir, sería desdemonizado precisamente por el partido con el que disputa ahora el liderazgo de la oposición en el Congreso y en breve el liderazgo de todo el espectro a la derecha del PSOE. Lo cual permitiría sospechar que si algún día el PP y Vox, ya sin Ciudadanos en liza, sumaran 176 diputados gobernarían juntos en España.

El movimiento que se inició en Murcia y que ha afectado a toda la política nacional haría de esta forma que la estrategia de Casado se alterara por completo. Los acontecimientos han hecho que haya aprovechado la coyuntura para acelerar la operación derribo de Ciudadanos y aplazar la disputa contra Vox y el viraje al centro.

Hace un mes Casado quiso reforzar su perfil de partido de Estado que le diferencia de Vox y aceptó retomar las negociaciones con el PSOE para renovar instituciones del Estado. Hoy la coyuntura del 4 de mayo le lleva a aparcar los escrúpulos y pactar con Vox. El interés electoral le altera la hoja de ruta, al menos en los ritmos previstos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
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La otra forma de verlo es la de la dirección del PP, según la cual los acuerdos con Vox, por ejemplo, en el Gobierno de Madrid buscan engullir al partido de Abascal, casi de forma simétrica a lo que ha hecho Sánchez con Unidas Podemos. Lograría, según esta versión, implicarlo en la gestión y moderarlo. Cumpliría el deseo de José María Aznar de integrar a Vox y a Ciudadanos para poder ganar elecciones.

En cierto modo, la desdemonización de Vox empezó el 28 de enero cuando ayudó al Gobierno a sacar adelante el decreto de los fondos europeos, aunque fuera por carambolas parlamentarias y por el voto telemático emitido antes de conocerse la posición del PP. Pero sus dirigentes hicieron de la necesidad virtud y lo convirtieron en “un gesto de responsabilidad” en plena campaña de las elecciones catalanas.

En el ruido político de esta semana pasó inadvertida una encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) que debería ser muy inquietante para el PP en relación a Vox. Ese sondeo mostraba que se mantiene la tendencia del partido de Abascal a estrechar la desventaja con el PP.

El CIS muestra que se mantiene la tendencia de VOX a estrechar la desventaja con el PP

Así, la estimación de voto del PP es del 17,9% y la de Vox del 15%; es decir, una diferencia de solo 2,9 puntos que, teniendo en cuenta que el margen de error es del 1,6%, indica que están muy cerca del empate técnico. En voto directo el PP tiene el 10% y Vox el 8,8%.

Pero en las “tripas” del sondeo hay otros datos de esa relación que deberían preocupar al PP, especialmente, en el momento de plantearse desdemonizar a Vox. Así, la valoración global de los líderes coincide en la misma nota. Y Casado tiene una valoración de 4,9 entre los votantes del PP y de 3,6 entre los de Vox, mientras que Abascal tiene 6,6 entre sus votantes y 4,2 entre los del PP; es decir, los suyos le valoran mejor y también los electores populares le ven con mejores ojos que los de Vox a Casado.

Otro dato significativo es que el grupo de edad con mayor porcentaje de votantes de Vox es el del tramo entre 25 y 34 años, mientras que el del PP es el de los que tienen más de 65 años. Ambos partidos tienen más votantes entre los hombres que entre las mujeres, de forma más acentuada en el caso de Vox.

Foto: La portavoz de Vox, Rocío Monasterio (d). (EFE)

Esa relación entre PP y Vox fluctúa en función de las instituciones. En teoría rompieron en el Congreso, pactan en ayuntamientos y comunidades y tienen relación normalizada en Europa. En el Parlamento Europeo, Vox está en un grupo parlamentario con partidos que se conocen como “iliberales”, con el que gobierna en Polonia. Otros partidos de ultraderecha como los húngaros, la Lega Norte italiana o los franceses de Le Pen están en un grupo filofascista. Con el primero hay una relación normalizada de todos, mientras que con el segundo hay una especie de cordón sanitario que busca limitar su actividad en comisiones, en intervenciones y en financiación.

En la relación entre PP y Vox, especialmente en la Comunidad de Madrid y en vísperas de las elecciones, hay otro efecto evidente que también engorda al partido de la ultraderecha y naturaliza su discurso: la forma en la que los populares, con Ayuso a la cabeza, integran en su agenda y en sus mensajes los contenidos de los de Abascal.

Ya ocurrió antes respecto a la delincuencia o la okupación, entre otros asuntos. Supone crear un marco para que luego Vox pueda usar un lenguaje más contundente. Por ejemplo, respecto a la delincuencia, sobre el llamado "pin parental", la violencia de género o, como ocurrió durante la campaña de las catalanas, sobre el independentismo.

Y cabe la posibilidad de que suponga que Casado opte por competir con Abascal en dureza. No es un fenómeno solo español. Nicolas Sarkozy incorporó el lenguaje de Le Pen contra los migrantes. Y recientemente se celebró un debate entre la líder de la extrema derecha y Gérald Darmanin, ministro del Interior de Macron. El tono de este fue mucho más duro que el de Le Pen sobre la migración, anticipando el interés de Macron por competir en el mismo terreno de cara a las presidenciales de 2022, tanto que el ministro le dijo: "Señora Le Pen, en la estrategia de desdemonización llega a ser blanda. Hace falta que tome más vitaminas, usted no es lo suficientemente dura".

En Francia lo llaman “desdemonización” y es el proceso que Marine Le Pen emprendió hace unos años para poder ganar las elecciones presidenciales de 2022. Empezó por cambiar el nombre de su partido, con el objetivo de convertirlo en una formación de Gobierno, además de buscar una implantación en barrios trabajadores.

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