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Descastado en Neguri, sin amigos dentro del Ibex y anclado al PNV
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Investigado por el caso tándem

Descastado en Neguri, sin amigos dentro del Ibex y anclado al PNV

Sánchez-Galán atesora una de las historias más fascinantes del mundo corporativo español, donde los éxitos cosechados al frente de la eléctrica han eclipsado las aristas más controvertidas del propio personaje

Foto: El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. (EFE)
El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. (EFE)

Primero fue Nacho Sánchez, luego Ignacio Sánchez Galán. Primero fue un prometedor ingeniero industrial, luego uno de los ejecutivos más exitosos y poderosos del país. El presidente de Iberdrola, recién imputado por la Audiencia Nacional por una de las piezas del caso Tándem (comisario Villarejo), atesora una de las historias más fascinantes del mundo corporativo español, donde los éxitos cosechados al frente de la eléctrica (segunda compañía del país) han eclipsado las aristas más controvertidas del propio personaje.

Su meteórica carrera al frente de Iberdrola, donde es presidente desde 2006, tras cumplir antes otros cinco años como vicepresidente y primer ejecutivo, se ve expuesta ahora al escrutinio de la Justicia por su relación con el controvertido José Manuel Villarejo y los procedimientos presuntamente irregulares empleados para su contratación. Sus pasos siguen cierto paralelismo con lo que antes vivió Francisco González después de que dimitiera como presidente de BBVA, aunque sus carreras hasta llegar a la cumbre fueron muy distintas.

Igual que para el de Chantada fue clave en su carrera el también agente de cambio y bolsa Manuel Pizarro, padrino de casi toda la nomenclatura económica de Rodrigo Rato, para el de Salamanca lo fue Eduardo Serra, que en su ínterin entre las administraciones del PSOE y el PP fue presidente de Airtel, la teleco nacida a mediados de los 90 para la que le fichó como consejero delegado. Y aquel mandato, pelotazo mediante tras la venta a Vodafone, fue la credencial para saltar a Iberdrola, la eléctrica controlada por la burguesía vasca.

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Su entrada en la casa presidida por el todopoderoso Iñigo Oriol fue bajo palio en comparación con lo que vivieron FG y Emilio Ybarra tras la fusión de BBV y Argentaria. Lo ocurrido al poco de la fusión entre ambos bancos, con la presidencia compartida y con las familias de Neguri que se sentaban en el consejo, es sabido por todos: fue el principio del rodillo de González, casi dos décadas como presidente, periodo en el que 'quemó' hasta cuatro consejeros delegados (Uriarte, Goiri, Cano y Torres) y redujo el valor del banco en casi dos tercios.

En este sentido, Galán terminó consiguiendo lo mismo, pero por caminos muy distintos. Maduró el acceso a la presidencia cinco años, después de que Oriol cargara con el fracaso de la fusión con Endesa antes de su llegada. Tenía a su favor el viento de renovación deseado por los accionistas, aunque él también puso de su parte: tejió una red de apoyos entre las históricas cajas de ahorro accionistas, con la vizcaína BBK (vinculada a Iberduero) al frente (tuvo hasta el 10%), además de no contar con la oposición del nuevo BBVA. No era de Neguri, pero como si fuera de Bilbao.

Mientras que a Francisco González le bastó con su amistad con César Alierta (Tabacalera y Telefónica) y Manuel Pizarro (BME y Endesa) para mantenerse comunicado con la sala de máquinas del Ibex, el salmantino cultivó su condición de lobo solitario. No tuvo más amistades que las de aquellos que sirvieran para la causa de Iberdrola, pero siempre con el PNV como botón rojo para las ocasiones excepcionales, como la batalla que libró con Florentino Pérez por el control de la eléctrica, objetivo durante varios años de los millones de ACS.

No tuvo más amistades que las de aquellos que sirvieron para la causa de Iberdrola

Galán no ha contado con una red en el 'establishment' tan sólida, por lo que respetó algunos apellidos históricos de la eléctrica, como demuestra la presencia del hijo de Iñigo Oriol en el consejo de administración o la figura de Rafael Orbegozo como jefe de presidencia durante casi 15 años. A quien sí mimó fue al ecosistema peneuvista, desde Andoni Ortuzar al fallecido Iñaki Azkuna, apoyándose en la condición de gran contribuyente fiscal del País Vasco y cuidando cualquier detalle que reforzara sus vínculos con la región.

Solo así puede explicarse que quien fuera su mano derecha, Julián Martínez Simancas, abogado del Estado a quien conoció en Airtel sirviendo a Botín, tuviera durante años piso de referencia en Bilbao, ya que durante una larga temporada estuvo obligado a pasar un día a la semana en la capital vizcaína. Igual que ha sido costumbre que la cúpula directiva de la eléctrica una vez al año, a finales de agosto, coincidiendo con la Semana Grande, pasara por allí para hacer patria participando en todos aquellos eventos donde la compañía está presente.

Bien para el negocio, bien para las relaciones, Galán controla los resortes de la compañía hasta extremos inimaginables. De hecho, siendo consejero delegado de Airtel, con el 'boom' de los teléfonos móviles, aprendió hasta qué punto el manejo de información sirve para acaparar poder dentro de una organización. Tal vez eso explique por qué sus jefes Serra y Oriol terminaron recelando de su número dos, o por qué algunos de sus altos directivos han sido incapaces de asumir su cultura empresarial, con José Luis del Valle como máximo exponente.

Bien para el negocio, bien para las relaciones, Galán controla los resortes de la compañía hasta extremos inimaginables

Aunque tanto Galán como González compartan cierto rasgo común de desconfianza, lo cierto es que el salmantino tiró de terceros para cubrir todos sus potenciales flancos, algo que el de Chantada rehusó, más proclive al autoaislamiento en la torre de Azca o en la moneda de Las Tablas. Sin embargo, por la eléctrica han pasado (y cobrado), que se sepa, populares, socialistas o mediopensionistas, desde Fernando Becker a Javier Marín, pasando por Ángel Acebes, Ignacio López del Hierro, Carlos Solchaga, Juan Manuel Eguiagaray, Jesús Caldera…

Más que el antiguo presidente del BBVA, la trayectoria dentro del Ibex más parecida, salvando todas las distancias, ha sido la de Javier Monzón, también amo y señor de Indra durante más de dos décadas. De la misma generación, ejecutivos ambiciosos, sin linaje empresarial en sus apellidos, pero con gran visión para sus organizaciones, a las que modelaron a su imagen y semejanza, el destino permitió que ambos llegaran a codearse con el antiguo rey Juan Carlos, un privilegio reservado a muy pocos sin formar parte de la élite del país.

En cualquier caso, por muy dispares que hayan sido sus carreras en BBVA e Iberdrola, compañías bandera de la pujanza industrial del País Vasco, lo cierto es que el paso del comisario Villarejo por las vidas de González y Galán durante años no fue un accidente. Ahora, la Justicia escruta los niveles de responsabilidad y posibles derivadas, mientras que los accionistas dirimen su idoneidad para el cargo más allá de la cuenta de resultados. El de Chantada se bajó del barco poco antes de que todo explotara. El de Salamanca, sin sucesor definido, quiere jugar sus cartas.

Primero fue Nacho Sánchez, luego Ignacio Sánchez Galán. Primero fue un prometedor ingeniero industrial, luego uno de los ejecutivos más exitosos y poderosos del país. El presidente de Iberdrola, recién imputado por la Audiencia Nacional por una de las piezas del caso Tándem (comisario Villarejo), atesora una de las historias más fascinantes del mundo corporativo español, donde los éxitos cosechados al frente de la eléctrica (segunda compañía del país) han eclipsado las aristas más controvertidas del propio personaje.

Comisario Villarejo PNV Andoni Ortuzar Ignacio Sánchez Galán
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