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Vuelven los "sí, quiero" sin mascarillas
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ILUSIÓN ENTRE LOS HOSTELEROS

Vuelven los "sí, quiero" sin mascarillas

El primer fin de semana sin obligatoriedad de llevar mascarillas ha traído de vuelta la normalidad de las bodas, pero respetando las algo más laxas nuevas restricciones

Foto: Una de las bodas celebradas este fin de semana en Madrid. (Vanguardia Fotografías)
Una de las bodas celebradas este fin de semana en Madrid. (Vanguardia Fotografías)

Vuelven las bodas, los bailes y los besos. Muchos hosteleros miran al futuro con optimismo, ya que las ceremonias canceladas por el covid se celebrarán en los próximos meses, mientras nos despedimos de la pandemia. El fin de las mascarillas es el primer paso para que muchos profesionales cuyos negocios quedaron en el aire durante 2020 puedan volver a respirar.

En El Manjar de Talamanca ha vuelto la elegancia de las ceremonias y el cariño de las celebraciones. El equipo de esta finca de bodas se prepara para recuperarse de las pérdidas de estos últimos meses, con mucho trabajo y esperanza. El pasado sábado 26 fue el primer día en el que los invitados y los recién casados pudieron quitarse, en las ocasiones permitidas, la mascarilla. Se vieron muchas sonrisas, pero siempre desde la distancia de seguridad.

Sonrisas en el primer fin de semana sin mascarillas

El novio de una de las bodas celebradas este fin de semana, Juan Carlos, de 36 años, cuenta que para él y su mujer “es mucho más cómodo casarnos sin mascarilla”, pero que “es una responsabilidad que entre nuestros invitados pueda haber algún infectado sin saberlo y por nuestra culpa algún camarero caiga enfermo”.

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La novia de otra boda, Rocío, de 29 años, cuenta que vivió con ilusión el poder alargar una hora más la celebración -hasta las tres de la mañana-, así como el fin de las mascarillas. Esto último tanto por comodidad como por efectos más prácticos en el día más especial de su vida: “Imagínate todo el rato con la mascarilla, se me va todo el maquillaje”, comenta entre risas. Eso sí, ella ha estado preocupada de que se cumplan siempre las normas de forma estricta, porque “no tenemos que dejar de ser responsables”, aunque solo sea porque “hay gente que aún no está vacunada y corre más peligro”.

Desde luego, los invitados y los novios están encantados con las nuevas restricciones. Marcos, de 23 años, piensa que “ya tocaba después de tanto tiempo, además es un día que hay que celebrar bien y sin mascarilla es mejor”. Hay quien después de 15 meses de pandemia están muy cansados de las normas, y por eso él reconoce que ha estado sin mascarilla “siempre que he podido”, pero “intentando mantener la distancia”.

placeholder Boda celebrada en El Manjar de Talamanca. (Vanguardia Fotografías)
Boda celebrada en El Manjar de Talamanca. (Vanguardia Fotografías)

Luci, una invitada de 76 años, cuenta que se siente más segura en un evento como este que hace unos meses, porque ahora ya está vacunada. Aun así, procura ser precavida para no ser agente de contagio con quienes todavía no han recibido la inoculación. “Tengo cuidado y respeto la distancia de seguridad”, afirma.

Los hosteleros, víctimas colaterales de la pandemia

Yolanda Ortega, la dueña de El Manjar de Talamanca, explica que hasta 2019 hacían una media de entre 115 y 130 bodas cada año, pero las que han celebrado en este último año y medio “no ha superado ni siquiera la cifra”. Explica que “es lo que nos dicen muchos novios que cancelaron la boda, prefieren posponerla al año siguiente o para cuando las medidas se hayan acabado. Es un día que todos quieren disfrutar y al final no te lo pasas igual. Entre la mascarilla, los horarios y todas las restricciones, es complicado. A nosotros nos han hecho polvo, pero yo si me hubiese tenido que casar, me lo hubiese pensado”.

En los primeros meses de 2020, los últimos antes de la pandemia, se casaron 28.327 parejas en España, lo que supuso un 60% menos que en ese tiempo el año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Se celebraron 28.000 en 2020 y 72.000 en 2019. Abril fue el mes que registró menos enlaces, con tan solo 286 matrimonios. Cada boda lleva consigo una celebración, que implica el alquiler de un local, un catering, música, etc. Y no son solo casamientos, también bautizos, comuniones o aniversarios. 2020 fue un año casi sin ceremonias de ningún tipo, y las pocas que hubo se celebraron bajo las más estrictas medidas de seguridad. Según la Asociación de Profesionales de Bodas en España se dejaron de ganar el año pasado unos 4.200 millones de euros.

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Pese a todo, hay espacio para el optimismo. Yolanda afirma que para el año que viene han “triplicado las reservas”, y que “estos dos años han sido duros porque no había trabajo. Pero tenemos reservas hasta 2025 incluso. También va a ser muy duro, porque estamos intentando meter todo lo que podamos para recuperarnos de los dos años de pandemia”. Las pérdidas desde el comienzo de la pandemia han sido catastróficas. “Hemos perdido los beneficios de diez años”, asegura. “Ha sido muy duro porque al final tienes que tirar de lo que has guardado los últimos años. Hemos tenido que apostar por seguir abiertos, sobre todo porque nos debemos a nuestros clientes y tenemos que agradecerles que cuenten con nosotros en estos momentos tan complicados. Pero mantener abierto el negocio supone pérdidas para nosotros en muchas ocasiones. Confiamos en que los próximos años todo salga bien y podamos celebrar todo lo que tenemos reservado”, dice esperanzada.

Uno de los empleados, Joel, explica que para ellos “es muy difícil”, ya que “trabajas a un ritmo muy rápido, sudas y te cuesta respirar porque la mascarilla no te lo permite y porque estás trabajando a muchos grados”. Recuerda que “más de un compañero se ha mareado y se ha tenido que sentar en una silla. Eso sin hablar de que cuando una boda es al aire libre. Trabajas a 35 grados al sol. Para nosotros sin duda creo que es aún mucho más difícil que para un invitado”.

placeholder Invitados de una boda en El Manjar de Talamanca. (Vanguardia Fotografías)
Invitados de una boda en El Manjar de Talamanca. (Vanguardia Fotografías)

Jennifer, la responsable de bodas en la oficina, piensa que “hay mucha gente que es muy responsable” y otros que no tanto, y dice que el principal problema está en el baile, porque la mayoría de invitados no quieren cumplir con unas normas que les resultan muy incómodas. “Es imposible controlar eso, tendrías que tener una patrulla mirando quién mantiene la seguridad y quién no. A pesar de que insistimos en ello, hay mucha gente que hace caso omiso”, dice.

Lo importante es que podemos mirar al futuro con más optimismo, y el fin de la mascarilla en espacios exteriores ha marcado un punto de inflexión en la lucha contra la pandemia. Las nuevas restricciones nos recuerdan que el covid sigue presente, pero cada vez estamos más cerca de olvidarnos de él.

Vuelven las bodas, los bailes y los besos. Muchos hosteleros miran al futuro con optimismo, ya que las ceremonias canceladas por el covid se celebrarán en los próximos meses, mientras nos despedimos de la pandemia. El fin de las mascarillas es el primer paso para que muchos profesionales cuyos negocios quedaron en el aire durante 2020 puedan volver a respirar.

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