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El laberinto para vacunar a los veraneantes: sin un protocolo único para administrar dosis
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EL MINISTERIO QUEDA AL MARGEN

El laberinto para vacunar a los veraneantes: sin un protocolo único para administrar dosis

Cada autonomía fija su propia guía para la inoculación de personas no residentes. Algunas permiten la reserva de citas para turistas, otras solo a personas que acrediten el desplazamiento por motivos laborales

Foto: Una joven recibe su dosis en el centro de vacunación habilitado en el muelle de Gran Tarajal, en Fuerteventura. (EFE)
Una joven recibe su dosis en el centro de vacunación habilitado en el muelle de Gran Tarajal, en Fuerteventura. (EFE)
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En pleno verano, con decenas de miles de viajes previstos y bajo la máxima de que hay que “vacunar, vacunar y vacunar” para intentar poner freno a una quinta ola descontrolada, la inoculación de dosis en veraneantes es un auténtico laberinto. No hay un protocolo común. Para el Ministerio de Sanidad, sobre el papel, no se contempla esta posibilidad, tan solo la administración de sueros en personas desplazadas a otra comunidad por motivos laborales o de estudios. Sin embargo, en la práctica, cada autonomía ha optado por establecer una guía propia. Y se podría decir que no hay dos que coincidan. Una vez más, cada región, a falta de un marco único, ha decidido emprender un camino en solitario que no hace más que enmarañar el proceso y propiciar desigualdades entre ciudadanos.

La confusión, de cara a agosto, el mes en que más movimientos se registran, puede ser aún mucho mayor. Se abre un periodo crítico, en el que están llamados a completar o empezar la vacunación el grupo de los treintañeros hacia abajo, donde precisamente los contagios no hacen más que multiplicarse. Y es un colectivo en que ya se están empezando a registrar ausencias en las citas. El País Vasco, por ejemplo, decidió este martes rebajar el marco de edad a los 12 años porque el Servicio de Salud de la comunidad había detectado 40.000 huecos libres en los vacunódromos, ante la constatación de que muchos de los que tendrían que estar recibiendo un pinchazo no lo estaban haciendo: bien por haber priorizado las vacaciones o por haberse contagiado.

Foto: El directo del CCAES, Fernando Simón. (EFE)

A pesar de las muchas incógnitas, hay algunas autonomías que contemplan la posibilidad de inocular las dosis en el lugar de vacaciones. Eso sí, el abanico de restricciones o, por el contrario, de posibilidades depende del destino elegido.

Una de las más restrictivas es Baleares. La región solo administra la vacuna a personas que no residan en la comunidad si demuestran que van a pasar un mínimo de tres meses en las islas y que el motivo de su estancia es por cuestiones laborales o por el cuidado de un familiar dependiente. Para poder recibir la vacuna, es necesario darse de alta en el Servicio de Salud del archipiélago tramitando el proceso en el centro de salud más próximo al domicilio. Garantizan, siempre y cuando se cumplan los requisitos previos, que se puede recibir tanto la pauta completa como la segunda dosis.

Foto: Dos personas reciben su vacuna contra el covid en la Ciudad de las Artes de Valencia. (EFE)
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El requisito 'sine qua non' que exigen todas las comunidades es inscribirse como desplazado. Y a partir de aquí comienzan las diferencias. Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha o Murcia no establecen un plazo mínimo de estancia, y tampoco justificar la presencia por motivos laborales. Valencia, por ejemplo, también permite la vacunación de veraneantes, pero a diferencia de las cuatro anteriores decreta que los que recalen en la comunidad y quieran optar a alguno de los sueros deberán estar 30 días o más.

Canarias, por su parte, no establece un plazo de residencia, pero sí supedita la inoculación a una estancia por trabajo. Es el mismo requisito que fija el País Vasco, pero añade otro: el mes mínimo de estancia. Mientras que Aragón estudia cada caso de forma individualizada y establece otra serie de excepciones: alumnos de otras comunidades, pero matriculados en la Universidad de Zaragoza y que vayan a irse de Erasmus, o temporeros.

Compensaciones

“Resulta imposible prever el flujo de gente de una comunidad a otra. No es viable”, excusan desde el Ministerio de Sanidad la falta de un marco común. Las mismas fuentes apuntan que cada una de las actualizaciones de los protocolos de vacunación está refrendada por el conjunto de las autonomías, y que la última, la octava, establece que solo podrán recibir en otra comunidad los sueros aquellos que se hayan desplazado por motivos laborales o de estudio. Pero lo cierto es que la Interterritorial de esta semana, celebrada este martes, acordó que se repartirán 66.000 dosis extra entre las regiones que acumulan un saldo negativo por la inoculación de residentes en otras regiones.

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ofrece una rueda de prensa tras la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, este martes en Madrid. (EFE)

Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia, Madrid, Murcia, Navarra y La Rioja serán las beneficiarias. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, explicó que una vez que se distribuyan estas dosis se hará “borrón y cuenta nueva”. También aclaró que la cifra se ha obtenido “con absoluta transparencia”, para ello, se han contabilizado las vacunaciones de aquellas personas cuya tarjeta sanitaria no pertenecía a la comunidad en la que estaban recibiendo las dosis y se han cruzado los datos con los recabados en el resto de territorios.

En pleno verano, con decenas de miles de viajes previstos y bajo la máxima de que hay que “vacunar, vacunar y vacunar” para intentar poner freno a una quinta ola descontrolada, la inoculación de dosis en veraneantes es un auténtico laberinto. No hay un protocolo común. Para el Ministerio de Sanidad, sobre el papel, no se contempla esta posibilidad, tan solo la administración de sueros en personas desplazadas a otra comunidad por motivos laborales o de estudios. Sin embargo, en la práctica, cada autonomía ha optado por establecer una guía propia. Y se podría decir que no hay dos que coincidan. Una vez más, cada región, a falta de un marco único, ha decidido emprender un camino en solitario que no hace más que enmarañar el proceso y propiciar desigualdades entre ciudadanos.

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