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Díaz abrocha su traje presidencialista para arrancar en enero su "proyecto de país"
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A POR LA TRANSVERSALIDAD

Díaz abrocha su traje presidencialista para arrancar en enero su "proyecto de país"

A falta de diseñar un programa político, la ministra de Trabajo impulsa su plataforma con la carta de presentación de su gestión y una imagen cada vez más institucional que choca con la izquierda clásica

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, interviene tras un consejo de ministros. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, interviene tras un consejo de ministros. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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Yolanda Díaz ha pasado de marcar perfil propio dentro del Gobierno para impulsar su plataforma electoral a exhibir un cartel más presidencialista, como fue su encuentro con el Papa en el Vaticano. A la espera de llenar de contenido su "proyecto de país", un proceso que iniciará este mes de enero recabando propuestas entre organizaciones sociales y profesionales, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo pone en valor su gestión y una imagen cada vez más institucional. Esta defensa de la institucionalidad la ha llevado a alejarse de discursos de la izquierda clásica, tanto en las formas como en el fondo. También a dejar fuera de su agenda cuestiones polarizadoras como el modelo territorial o el de Estado, evitando caer en críticas a la monarquía parlamentaria.

Como líder del sector de Unidas Podemos en el Gobierno no valoró el discurso de Navidad de Felipe VI, aunque tras su retransmisión televisiva dejó un mensaje en redes sociales que coincidía con algunas de las ideas fuerza lanzadas por el monarca. "Tras la pandemia, nuestro país debe hacer frente a las grandes transformaciones con trabajo decente, igualdad entre mujeres y hombres y cuidando el planeta. Para hacerlo necesitamos sumar perspectivas diferentes y llegar a acuerdos. Cuidar las instituciones nos hace mejores". En lo referente al debate territorial incluso recuperó el concepto de "matria". Según explicó ella misma, porque "la matria es algo que cuida, que trata por igual a todas las partes, que no discrimina a nadie porque hable una lengua determinada fundamentada en algo que me construye a mí misma que es el diálogo".

Foto: Foto de familia de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias y sus equipos tras el cierre del Gobierno de coalición, el 30 de diciembre de 2019. (Inma Mesa/PSOE)

La transversalidad es la seña de identidad que Díaz pretende imprimir a su proyecto político, huyendo incluso del eje ideológico de izquierda-derecha para no quedarse arrinconada en una esquina del tablero. Una búsqueda de la centralidad que, sin haber desarrollado todavía un programa político, llena con las ideas fuerza de institucionalidad, diálogo, acuerdo y mejorar la vida de la gente. Mensaje que no difieren mucho de los que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompaña en la mayoría de sus discursos. Todo ello, junto al personalismo que de momento tiene su plataforma, están haciendo que Díaz intente abrocharse un perfil presidencialista.

Poco dada a la batalla cultural, otro de los rasgos que la diferencian de Podemos, prioriza lo material. No en vano, su principal carta de presentación es la subida del salario mínimo y la reforma laboral fruto del consenso con los agentes sociales. Diálogo y acuerdo para conseguir avances en "las cosas del comer" son elementos con los que comenzará a recorrer España este próximo mes de enero para articular su plataforma a través de encuentros con la sociedad civil. Su reto, según explicaban desde su equipo, pasa por construir una casa común desde la que "imaginar y reconstruir un nuevo país".

La falta de protagonismo de los partidos en este proceso lleva tiempo generando recelos en Unidas Podemos, que se resiste a perder un papel protagonista. Parte de la izquierda que busca aglutinar también se mantiene a la expectativa de un proyecto que tildan de personalista y centrado en lo comunicativo. Las críticas a la reforma laboral desde parte de la izquierda son el primer toque de atención respecto a su gestión, más allá de otras anteriores repudiando los hiperliderazgos y las candidaturas sin partido basadas únicamente en el carisma. La posición de rechazo expresada por socios parlamentarios como ERC y EH Bildu supone también una forma de rebajar expectativas y marcar distancias frente a una plataforma con la que competirán electoralmente.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en su encuentro con el papa Francisco. (EFE)

Si las suspicacias comienzan a asomar en el espacio político a la izquierda del PSOE, la demoscopia da claras señales de que la estrategia de Díaz está teniendo buenos resultados. En el último barómetro del CIS, Unidas Podemos aumentaba casi un punto en intención de voto con respecto a sus resultados en las últimas elecciones. Sin embargo, en lo que destaca Díaz es en su valoración personal.

Valorada entre los electores

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo mantiene una alta valoración entre el electorado, incluso por encima del líder de la oposición. Según el CIS, el 17,1% de los consultados prefiere a la gallega como presidenta del Gobierno, frente al 11,1% que eligen a Casado. El más valorado es el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el preferido por el 21,9% para repetir en la Moncloa. Díaz obtiene también la mejor nota de entre los líderes políticos (4,84), por delante de Sánchez (4,55). Casado sería el segundo peor valorado (3,40), solo por delante de Santiago Abascal (2,77). Íñigo Errejón obtiene un 4,15 e Inés Arrimadas un 3,65.

Con el objetivo del Gobierno de consumar la legislatura, la carrera hasta las elecciones generales todavía es muy larga. Está por ver el recorrido que tendrá el proyecto de Díaz y cómo le afectan las presiones o la dinámica electoral que se derive de los comicios autonómicos. La principal prueba de fuego será cuando se inicie el trabajo de concretar y traducir en un programa político todas las aportaciones que irá recogiendo durante lo próximo meses. Se calcula que no antes del verano, para poder abarcar todos los territorios y todos los sectores. Mientras tanto, Yolanda Díaz se abrocha a un perfil presidencial y tras la reforma laboral pone rumbo a una nueva subida del salario mínimo.

Yolanda Díaz ha pasado de marcar perfil propio dentro del Gobierno para impulsar su plataforma electoral a exhibir un cartel más presidencialista, como fue su encuentro con el Papa en el Vaticano. A la espera de llenar de contenido su "proyecto de país", un proceso que iniciará este mes de enero recabando propuestas entre organizaciones sociales y profesionales, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo pone en valor su gestión y una imagen cada vez más institucional. Esta defensa de la institucionalidad la ha llevado a alejarse de discursos de la izquierda clásica, tanto en las formas como en el fondo. También a dejar fuera de su agenda cuestiones polarizadoras como el modelo territorial o el de Estado, evitando caer en críticas a la monarquía parlamentaria.

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