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Cuando a ETA le dan la espalda hasta los suyos: "Nos odia y nos ha odiado toda la vida"
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La izquierda abertzale, por dentro

Cuando a ETA le dan la espalda hasta los suyos: "Nos odia y nos ha odiado toda la vida"

El sumario sobre la organización de los 'ongi etorri' muestra historias de oposición, desplante y desencanto en el entorno de los presos: "Está enfadada desde que José empezó"

Foto: Un trabajador municipal borra una pintada a favor de ETA en Guernica. (Reuters)
Un trabajador municipal borra una pintada a favor de ETA en Guernica. (Reuters)
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Hubo una época en la que el apoyo social a la banda terrorista ETA por parte de su entorno era indiscutible. Ya fuera por su capacidad para poner de rodillas al Estado o por el miedo a represalias, muy pocos dentro de la izquierda abertzale se atrevían a salirse de la ortodoxia que imponían sus comisarios políticos. El desgaste provocado por el tiempo, los golpes policiales y las largas condenas fueron diluyendo el entusiasmo. El informe policial sobre la organización de los 'ongi etorri' desvelado por El Confidencial ha permitido acceder a las entrañas de un colectivo hermético y endogámico poco dado a exteriorizar sus diferencias. Los mensajes de móvil registrados por los investigadores muestran escenas de oposición, desplante y rechazo por parte del entorno más cercano al frente de presos. Esta es una historia de desencanto y expectativas frustradas.

"Me ha dicho que no aparezcamos...". Este es un extracto de una de las conversaciones telefónicas que reproduce la Guardia Civil en su informe sobre estos actos de homenaje a reclusos de la banda con años de lealtad a sus espaldas. Muestra cómo los familiares directos de un miembro de ETA fallecido a los pocos meses de quedar en libertad tras pasar 19 años en prisión piden que no acudan a su entierro miembros de la izquierda abertzale. "La familia está muy dolida... no entiendo muy bien qué está sucediendo", comenta una de las dirigentes de comisión de presos de Sortu. La respuesta llega enseguida: "Está enfadada con nosotros desde que José empezó", le responde su interlocutor en referencia a su mujer. "Lo que pasa es que nos odia y nos ha odiado toda la vida", resume como explicación.

Los problemas para celebrar los entierros y velatorios de los integrantes de la banda se suceden. En otro punto del informe, dos de los interlocutores que tenían las comunicaciones intervenidas relatan que les está siendo "difícil" llegar a "acuerdos" con la familia de un fallecido. "Esto para que quede entre nosotros, ¿eh? pero, bueno, la relación con la familia es bastante difícil y ahora, cuando toca gestionar eso en una forma política, ponen pegas...".

Estas escenas son unas más de otras muchas reproducidas a lo largo de las más de 400 páginas de informe. No todas son conversaciones. Entre los archivos incautados a los miembros de la organización de apoyo a los reclusos apareció una carta en remitida desde la cárcel de Huelva por el miembro de la banda Irantzu Gallastegi, pareja de Xabier García Gaztelu, 'Txapote'. En ella, solicita desvincularse de Etxerat, pero, además, pide que dejen en paz a los suyos. "Yo no quiero participar, ni que tampoco me tengáis en cuenta, en todo aquello que llevéis a cabo o elaboréis", dice rotunda.

"No hagáis uso de mis hijos"

Gallastegi deja más que claros sus motivos: "No es porque sea madre ni porque sea mujer, os ahorro tener que andar preguntándole a los de casa o que tengáis que estar escribiéndome", continúa la carta. La miembro de ETA exige que no se haga mención a ninguno de sus parientes cercanos. "Ningún tipo de uso de nuestros hijos o sobrinos, no tenéis ningún tipo de permiso para hacerlo".

El sumario se adentra también en situaciones casi costumbristas. En una de las conversaciones, el etarra Antonio López Ruiz, 'Kubati', manda enviar 50 euros a los presos de ETA internos en el centro penitenciario del Puerto de Santa María (Cádiz) para que puedan celebrar con esa cantidad el Día de la Patria Vasca o Aberri Eguna. En otra, un preso recién salido de la cárcel e ingresado en el hospital para una revisión médica, pide expresamente que no se haga público. "No ha sucedido nada, solo una consulta médica larga", explica. La Guardia Civil interpreta que es recurso habitual aprovecharse de las circunstancias de los presos, aireando cualquier asunto que les afecte, sobre todo si se trata de enfermos.

placeholder Arnaldo Otegi, el líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, y el expreso de ETA 'Kubati' durante una manifestación. (EFE)
Arnaldo Otegi, el líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, y el expreso de ETA 'Kubati' durante una manifestación. (EFE)

El colectivo de presos era conocido como el frente de makos, uno de los tentáculos de ETA más cohesionado. Diferentes gobiernos probaron todo tipo de estrategias buscando su fractura, pero ni siquiera la dispersión lo consiguió. Si acaso la llamada Vía Nanclares logró una veintena de disidentes con la promesa de beneficios y acercamientos a quienes rompieran con la organización, pero aquel plan no fue a más una vez ETA dejó los atentados en 2011. El premio a mantener la militancia y la obediencia ortodoxa a salvo de las ofertas del Estado eran los 'ongi etorri'.

La mayoría de los presos anhelaba un regreso triunfal a su pueblo, jaleados como héroes por los suyos entre besos, abrazos y el baile de un aurresku. Pero los años de cárcel y el desencanto hicieron mella en muchos reclusos que si bien no lo hicieron público por temor a represalias a sus familiares, de puertas para dentro manifestaron la ausencia total de entusiasmo. Las conversaciones de WhatsApp que figuran en el informe de la Guardia Civil reflejan uno de estos casos. El etarra Sebas Lasa salió de prisión en abril de 2018 después de cumplir una condena por intento de asesinato.

"Sebas ha pasado del homenaje"

"Sebas Lasa ha pasado del homenaje y también de expresarse en el barrio. Una pena, un buen tipo", advirtió uno de los organizadores de los 'ongi etorri'. Sebas Lasa no es sospechoso de falta de implicación. En 2009 fue citado en su día para declarar como testigo en un juicio contra el asesino de Miguel Ángel Blanco. Lasa no duró mucho en la sala porque comenzó a llamar fascistas a los jueces y a entonar el himno al soldado vasco ('eusko gudariak') habitual en los actos proetarras. Casi una década después, a este preso ya no le quedaban muchas ganas de volver a escucharlo.

"Bueno, a ver si se le pasa con el tiempo, en la calle después las cosas se ven diferente", vaticinó una de las investigadas en la causa y cargo de Sortu, Ohiana Garmendia. El terrorista no varió su opinión. Según las investigaciones de la Guardia Civil no consta que nadie fuese a recibirle más allá de sus más allegados a la puerta de la cárcel. Un regreso a casa sin gloria tras dos décadas en prisión en la que entró con 24 años y salió con 44, media vida entre rejas.

placeholder Vista de una pintada con el anagrama de ETA tachado en la localidad de Usurbil. (EFE)
Vista de una pintada con el anagrama de ETA tachado en la localidad de Usurbil. (EFE)

El etarra de Portugal

Las plataformas de apoyo a los presos de ETA como Etxerat acostumbraban a publicar periódicamente el listado de sus presos. Eran un fichero de múltiples hojas con centenares de nombres. Cuando la banda decretó el cese definitivo de la violencia tenía 700 miembros en las prisiones, muchos de ellos veteranos 'generales'. Había más experiencia y galones dentro de los centros penitenciarios que fuera, donde los golpes policiales iban mermando a una ETA cada vez más famélica. Los listados se ordenaban por cárceles, pero también por países con las identidades de terroristas a la espera de ser extraditados. Llegó a haber internos detenidos en México, Bélgica, Italia, Reino Unido o Portugal.

En el país luso cayó Andoni Zengotitabengoa en 2010. Era uno de los militantes a los que se les encargó montar una base logística en Portugal para seguir con los atentados en otro lugar lejos de la presión francesa. Si la Guardia Civil no hubiese descubierto este plan, el cese de la violencia hubiese tardado más años en llegar en el mejor de los casos. Zengotitabengoa fue sorprendido en el aeropuerto de Lisboa cuando trataba de huir a Caracas con pasaporte falso. Cumplió toda su condena en Portugal donde el entorno de ETA tiene algunos simpatizantes que le prestaban asistencia letrada.

Este preso salió de la cárcel en 2019 y los organizadores querían una foto suya en libertad para poder hacer los carteles de bienvenida. A los pocos días se enteraron de que el preso ya había regresado a su casa. "Ha venido discreto, hablando con muy poca gente", comentaron en el grupo de WhatsApp. El etarra les mandó una foto, pero no les servía. "Esta foto está mandada con un mensaje", advertía uno. "Mensaje claro, sí. Mira, con esta foto no tenemos para sacar el cartel", zanjaba otro. La razón es que en la foto que les había remitido, el preso salía mostrándoles la espalda.

Hubo una época en la que el apoyo social a la banda terrorista ETA por parte de su entorno era indiscutible. Ya fuera por su capacidad para poner de rodillas al Estado o por el miedo a represalias, muy pocos dentro de la izquierda abertzale se atrevían a salirse de la ortodoxia que imponían sus comisarios políticos. El desgaste provocado por el tiempo, los golpes policiales y las largas condenas fueron diluyendo el entusiasmo. El informe policial sobre la organización de los 'ongi etorri' desvelado por El Confidencial ha permitido acceder a las entrañas de un colectivo hermético y endogámico poco dado a exteriorizar sus diferencias. Los mensajes de móvil registrados por los investigadores muestran escenas de oposición, desplante y rechazo por parte del entorno más cercano al frente de presos. Esta es una historia de desencanto y expectativas frustradas.

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