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El 'killer' García Egea: un 'chito' en lo más alto de la política española
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El final de un férreo ordeno y mando

El 'killer' García Egea: un 'chito' en lo más alto de la política española

Respetado en Murcia y ahora repudiado en los pasillos del Congreso y hasta de Génova. El secretario general del PP cae después de tres años y medio en los que ha dejado importantes cadáveres políticos

Foto: Teodoro García Egea, exsecretario general del PP. (EFE/Pepe Torres)
Teodoro García Egea, exsecretario general del PP. (EFE/Pepe Torres)
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"Ser secretario general de un partido político es ser el malo de la película, lo más difícil que existe". Esta frase pronunciada por Teodoro García Egea (Cieza, 1985) horas después de comunicar a Pablo Casado su dimisión resume a la perfección cómo ha ejercido durante tres años y medio su mandato al frente del aparato del PP. Un poder omnímodo, permitido por su presidente, para poner al partido al servicio de Génova. 'Teo' para los amigos; "el de los huesos de aceituna" para los críticos. Los cadáveres políticos que deja en las filas propias se cuentan por decenas.

Este periódico ha hablado con algunos de los que le llaman Teo. Dicen de él que es arrollador, hiperactivo, "simpaticote" y bromista. Colecciona coletillas como "a tope, máquina y líder", dice un periodista de Murcia que lo conoció hace unos 15 años, cuando gobernaba en la región Ramón Luis Valcárcel. En Madrid también las utiliza. "Como yo era joven nadie me hacía caso, así que me acercaba a los que eran como yo para conseguir información", recuerda. Ahí empezó su amistad con García Egea.

Que académicamente es brillante es algo que nadie duda. Ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Cartagena, hizo un doctorado sobre robótica. Es el 'chito' (como llaman a los de Cieza) que ha llegado más alto en la política española. "Ser de pueblo le ha venido muy bien", dice una de sus colaboradoras más próximas del que fuera jefe de campaña en las primarias de Casado.

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, abandona el hemiciclo. (EFE/Chema Moya)

Pero ser un coco no es incompatible con las sombras. "Es muy listo pero también un poco infantil, no mide las consecuencias de sus actos. Y si dejas cadáveres por el camino, debes tener en cuenta que si se convierten en zombis te pueden comer", explica otro de sus amigos. Porque a García Egea le salieron muertos vivientes desde que con el calor de julio de 2018 su amigo Pablo Casado le nombró secretario general. "Los errores se perdonan, las faltas de ganas no", es una de las frases que repite con frecuencia. Quizá ahora piense otra cosa.

A García Egea uno de sus conocidos le define también como confiado. "La primera vez que lo vi se me acercó muy amable con la idea de caer bien. Fue en una entrega de premios, y nada más verme dijo: ¡Hombre, maestro, yo te sigo! A partir de ahí cogió confianza conmigo, o será que la cosa está tan mal que a cualquiera le consideran un experto en algo. Recuerdo perfectamente que estaba reunido con los de Vox para llegar al acuerdo de Andalucía y me lo estaba contando en directo. Qué cosas, ¿no?", afirma.

"Aquí nadie habla mal de Teo", afirma la alcaldesa de Cartagena

El cargo y Madrid, dicen sus fieles, tienen la culpa de lo malo que rodea la ahora triste figura de García Egea. "Te lo digo de verdad, es una grandísima persona, llena de principios y valores. En Cartagena y en Murcia nadie habla mal de Teo", afirma rotunda Noelia Arroyo, alcaldesa de Cartagena. La única que quiere dar su nombre.

Llegó a Génova con el expediente limpio, aseguran, y nada más aterrizar en el segundo despacho de mando de la séptima planta de Génova, con permiso de Casado, tuvo que tomar la decisión de cómo configurar la nueva estructura de dirección.

Negociaron con Soraya Sáenz de Santamaría pero el acuerdo fue imposible. La consecuencia fue que todo el sorayismo se quedó fuera de aquel nuevo PP que esta semana ha visto su final. Fátima Báñez, los hermanos Nadal, Íñigo de la Serna… Unos quisieron prejubilarse, como Cristóbal Montoro, pero otros tuvieron que poner rumbo a otros destinos, la mayoría hacia la empresa privada después de "la limpia de Teodoro", como la califica uno de los damnificados.

"Cuando lo nombraron ya sabía que ese puesto tenía aristas. Los enemigos van con el cargo, aunque es una persona a la que no le gusta el conflicto", aclara uno de sus amigos más cercanos, nacido a 11,7 kilómetros del pueblo de García Egea. Kilómetros y kilómetros son los que suele hacer el murciano corriendo, en bici o a nado por el Mar Menor.

Foto: El presidente de la Xunta de Galicia Alberto Nuñez Feijóo, a su llegada a la reunión con el presidente del PP Pablo Casado. (EFE/JJ Guillén)

El objetivo de García Egea siempre fue apretar las filas del partido, que no hubiera fisuras en torno a Casado y hacerle presidente. También poner orden en algunas baronías, en las autonomías donde no gobernaba el PP, para configurar un núcleo duro fiel al presidente que de nada le ha servido al final. Defenestró, por ejemplo, a Alfonso Alonso de la presidencia del partido en el País Vasco o a Isabel Bonig en la Comunidad Valenciana para colocar a barones, en teoría, más fieles como Carlos Iturgaiz y Carlos Mazón. El secretario general, en definitiva, ejerció un férreo "ordeno y mando" en algunas baronías, donde le dejaron, pilotando, en ocasiones, la estrategia desde Madrid, como le ocurrió al PP de Alejandro Fernández en las elecciones catalanas de 2021.

En el País Vasco la limpia aún se recuerda. Dos pesos pesados del PP, como el mencionado Alonso y Borja Semper, sufrieron en sus propias carnes la mano de hierro de García Egea. El primero fue removido de la presidencia del PP autonómico contra su voluntad. Le ofrecieron vivir en Madrid y ocupar un puesto en el Ayuntamiento de la capital. La funeraria municipal se citó en alguna conversación. Pero él lo rechazo y ahora es socio de José Blanco al otro lado de la política, un camino muy similar al que siguió el que era presidente del PP de Guipúzcoa.

Foto: Juanma Moreno Bonilla saluda a Alberto Núñez Feijóo en Sevilla. (María José López/Getty Images)

En el listado de cadáveres políticos, al menos hasta ahora, de García Egea también hay que contar con cargos del 'marianismo' que quedaron inhabilitados para la primera línea y tuvieron que consolarse con puestos de consolación o, directamente, abandonar la cosa pública. Nombres como Fernando Martínez-Maíllo, coordinador general del PP; José Luis Ayllón, jefe de gabinete en Moncloa; José Antonio Bermúdez de Castro o Rafael Hernando. Pesos pesados en etapas anteriores que fueron relegados por ser los perdedores del último congreso popular. En este paquete de damnificados de García Egea también se incluye Jorge Fernández Díaz, víctima del implacable muro que Casado y su secretario general quisieron fijar ante investigaciones sobre casos de corrupción. Llegaron a anunciar que venderían la sede nacional pero nunca han llegado a completar la operación.

"Si llegas con el partido roto hay que hacer cambios, pero no diría que es conspirador. No se tendría esa imagen de él si el PP hubiera estado en el poder. Su final ha sido muy injusto", afirma un ex alto cargo del gobierno murciano que lo conoció cuando estudiaba la carrera. "Toda renovación tiene un desgaste. Él tiene olfato para el talento, y eso implica siempre apostar por gente nueva", argumenta Noelia Arroyo, que no olvida las dificultades que tuvo para convertirse en alcaldesa. Un pacto PP-PSOE-Ciudadanos que tuvo sus consecuencias. "A la portavoz del PSOE y a sus concejales los expulsó el partido, pero Pablo y Teo siempre me apoyaron. Eso no lo olvido", explica.

Aseguran sus colaboradores que su amistad con Casado sigue en el mismo buen estado de forma que al principio y que con los miembros del gobierno de coalición tiene buena relación, sobre todo con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, con quien cerró la renovación de RTVE o del Tribunal Constitucional. Estuvo a punto de hacer lo propio con el CGPJ. Pero lo de su propio partido es otro cantar.

Teodoro García Egea deja tras de sí un grupo parlamentario fracturado que se rebeló al final

Teodoro García Egea deja tras de sí un grupo parlamentario fracturado, tanto en el Congreso como en el Senado. Era habitual, antes de la crisis de los últimos días, cruzarse con diputados populares cuestionando las decisiones que llegaban desde Génova. El secretario general era, para ellos, una especie de bestia negra. En este grupo de parlamentarios damnificados se encuentran todos los firmantes de la carta de la discordia: Guillermo Mariscal, Carlos Rojas, Adolfo Suárez Illana, José Ignacio Echániz, Sandra Moneo y Mario Garcés. Hasta Pablo Hispan, que fue jefe de gabinete de Casado. El 'clan del Luarqués', porque se reunían en ese restaurante próximo al hemiciclo, acabó traicionando a su todavía presidente.

En la primera dirección del PP, esa que Casado conformó nada más ganar el congreso a Sáenz de Santamaría, también hay damnificados. Entre ellos se encuentra los históricos Vicente Tirado y Juan Carlos Vera, la gallega Marta González, que ahora cobra un nuevo protagonismo con Alberto Núñez Feijóo, o el propio Esteban González Pons, hombre cercano al presidente de la Xunta de Galicia que va a pilotar el congreso extraordinario.

Casado, en definitiva, se deshizo de los exministros (salvo Ana Pastor y Elvira Fernández ninguno de sus actuales vicesecretarios había sido miembro del Consejo de Ministros) y de los abogados del Estado para optar por nombres como Ángel Carromero y Alberto Casero, creando así un núcleo duro de su confianza. Casado y Egea también se la jugaron apostando por Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida en las elecciones de 2019 cuando nadie creía en ellos. Y gobernaron. Pero eso ya es historia del PP.

Foto: Casado, junto a sus más fieles colaboradores. (EFE/Víctor Lerena)

"Se encontró con un partido mucho peor del que deja, aunque ahora solo se vea lo malo y pocos recuerden sus logros. Ha reunido a gente que no se habría sentado jamás en la misma mesa y ha negociado gobiernos", explica uno de esos colaboradores que ha estado con él hasta el final. Uno que deja claro que "lo de la aceituna llegó a utilizarse como escarnio y lo que denota es simpleza por parte de quien lo hace".

En el haber de García Egea también figura la 'Operación Murcia'. Él consiguió retener el gobierno autonómico ante la moción de censura de PSOE y Cs. No es cosa menor. Una trama que uno de sus fieles compara con el gol de Zinedine Zidane en la final de la Champions de 2002: "Técnicamente impecable y en el momento adecuado". Y estuvo a punto de abrir una vía de agua de consecuencias impredecibles en la votación de la reforma laboral, orquestando el 'no' de UPN que fue contrarrestado por el error garrafal de su lugarteniente Casero. Todo hubiera cambiado si el exalcalde de Trujillo no se equivoca.

Ahora Teodoro pone rumbo al gallinero del Congreso. Ya ha dejado de preguntar los miércoles a Yolanda Díaz, pero quiere seguir ahí, en la última fila. Mordiéndose las uñas como ocurrió el miércoles en la reunión de Casado con sus barones. Estaba en su casa, en pijama, y por un momento tuvo la tentación de ponerse el traje e irse a Génova.

"Ser secretario general de un partido político es ser el malo de la película, lo más difícil que existe". Esta frase pronunciada por Teodoro García Egea (Cieza, 1985) horas después de comunicar a Pablo Casado su dimisión resume a la perfección cómo ha ejercido durante tres años y medio su mandato al frente del aparato del PP. Un poder omnímodo, permitido por su presidente, para poner al partido al servicio de Génova. 'Teo' para los amigos; "el de los huesos de aceituna" para los críticos. Los cadáveres políticos que deja en las filas propias se cuentan por decenas.

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