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Ceuta espera la aduana comercial entre la ilusión y la desconfianza histórica hacia Marruecos
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PRUDENCIA EN LA CIUDAD AUTÓNOMA

Ceuta espera la aduana comercial entre la ilusión y la desconfianza histórica hacia Marruecos

El nuevo paso fronterizo, que contemplaría el tránsito de mercancía, destierra la posibilidad del retorno del porteo

Foto: Frontera de El Tarajal, en Ceuta. (Javier Sakona)
Frontera de El Tarajal, en Ceuta. (Javier Sakona)
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Los ceutíes amanecieron el viernes envueltos en una mezcla de ilusión, incredulidad y alivio. El anuncio del presidente Sánchez de que no solo pronto se reabrirá la frontera del Tarajal, cerrada desde el 13 de mayo de 2020, sino que además tendrá una aduana comercial pilló por sorpresa a propios y extraños. Una aduana que nunca ha tenido Ceuta y que abre expectativas imprevistas que pueden suponer un espaldarazo al desarrollo económico de una ciudad que lleva años asfixiada por el bloqueo de Marruecos.

La frontera, que era un quebradero de cabeza diario para Ceuta, puede ser ahora la puerta a un futuro prometedor. Pero, de momento, nadie en Ceuta ha descorchado el champán. Y no solo por prudencia. La desconfianza hacia todo lo que pueda venir del otro lado de la frontera está marcada a fuego en el ADN 'caballa'. Ceuta lleva siglos siendo objeto de deseo geoestratégico. Por aquí han pasado fenicios, griegos, cartagineses, romanos, mauritanos, vándalos, visigodos, bizantinos, meriníes, aragoneses, castellanos, nazaríes, portugueses y españoles. Gran parte de su historia, con muy pocos periodos de tranquilidad, ha transcurrido entre sitios e intentos de asalto. Tanto es así que la ciudad autónoma tiene el récord del asedio más largo de la historia. Ceuta soportó durante 33 años (ha leído bien: 33 años) el cerco militar que le impuso el sultán Mulay Ismaíl (1694-1797), al que se sumaron brevemente los ingleses desde el mar en 1701. Nadie a lo largo de su historia ha logrado franquear a las bravas las imponentes Murallas Reales, una enorme fortificación renacentista levantada por los portugueses, partida en dos por el único foso navegable del mundo, que es el orgullo de la ciudad autónoma y el símbolo de un carácter forjado durante siete siglos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su visita a Rabat. Fotografía: MAP.

Tal vez por ello, la alegría y las expectativas que abren la "nueva etapa" de relaciones entre España y Marruecos tienen en el fondo un poso de desconfianza. Los ceutíes, como Tomás, el discípulo desconfiado de Cristo, esperan a ver para creer. Y es que la confianza en el anuncio de una nueva frontera con aduana comercial se desinfla a medida que se desciende desde las administraciones hasta a ras de suelo.

El Gobierno de Juan Vivas (PP), que no ha dudado en respaldar al Gobierno de Sánchez en la gestión de la crisis con Marruecos aunque ello supusiera desmarcarse del discurso oficial del partido a nivel nacional, reaccionó el viernes con satisfacción aunque con cierta prudencia. El acuerdo de 16 puntos pactados por España y Marruecos deja entrever, aunque solo de manera implícita, un aspecto de vital importancia para Ceuta: "Una aduana comercial supone que queda manifestada de forma expresa la integridad territorial de Ceuta y Melilla", explica el portavoz del Ejecutivo de Vivas, Alberto Gaitán. Además, añade Gaitán, "el hecho de mencionarse de manera expresa el no recurrir a actos unilaterales que perjudiquen el clima de confianza recíproca establecido debe ser interpretado como una clara voluntad de que no vuelvan a repetirse episodios como los vividos el pasado mes de mayo". Y eso ya es mucho en una ciudad que ha vivido decenas de saltos a la valla y en la que aún no se ha disipado del todo el susto de la entrada masiva de más de 10.000 marroquíes hace apenas un año.

Foto: Amar Belani, embajador encargado del Sáhara Occidental en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia. (APS)

Para los socialistas de Ceuta estamos ante un "momento histórico", una muestra más del "compromiso" del Gobierno con Ceuta. Una opinión que, en parte, comparten los partidos localistas. Para el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC), que lidera Fatima Hamed, es una buena noticia "que valoramos de forma positiva pero prudente, atentos al desarrollo de los acontecimientos y sobre todo a los hechos". "Para Ceuta, así como para la ciudad hermana de Melilla, es primordial mantener buenas relaciones con el país vecino. No solo por el enclave geográfico en el cual nos encontramos situados, debemos recordar que aquí se encuentra la frontera Sur de Europa a pesar de haber sido la gran olvidada. Una frontera que, con su cierre, ha supuesto un declive de la economía de nuestra ciudad, uno de los motivos principales por el que valoramos positivamente el acuerdo entre ambos países", explica Hamed. Para la otra formación localista, Ceuta Ya!, "se abren expectativas positivas para tener una aduana comercial tal y como tuvo Melilla, que pueden redundar en beneficio de la economía ceutí y del comercio local. Un punto muy positivo que hay que destacar", resume su líder, Mohamed Mustafa. Un respaldo casi unánime. Solo Vox Ceuta se ha desmarcado del acuerdo e insiste en que la frontera con Marruecos debe seguir cerrada y aboga por orientar el desarrollo económico hacia la península. Cualquier otra opción es a su entender una "humillación".

Para la Cámara de Comercio de Ceuta no hay duda, una aduana comercial abre un gran abanico de oportunidades para la ciudad. "La apertura de una frontera comercial con Marruecos ha sido una reivindicación histórica de Ceuta pues aportaría una importante fuente de oportunidades para la generación de empresas y empleo, permitiría llevar a cabo un comercio exterior regulado con el país vecino. Ello, unido a las importantes ventajas fiscales de nuestra ciudad, aportaría una ventaja competitiva para la atracción de mercancías y empresas que estén interesadas en exportar a Marruecos", defiende Karim Bulaix, presidente del órgano cameral, que se pone "a disposición del Gobierno Central y del de la Ciudad Autónoma para colaborar en todos aquellos aspectos que sean necesarios para poder llevar a cabo este importante anuncio".

"Me parece divino"

Una puerta abierta a nuevas oportunidades que también ve Manolo Sánchez, vicepresidente de la Asociación de Transportistas. "¿Que qué me parece que haya una aduana comercial? Pues divino. Nadie se lo esperaba, la verdad. Esperábamos que se abriera la frontera o que regresara la Operación Paso del Estrecho, pero la aduana comercial no se lo esperaba nadie. Es una oportunidad, siempre, claro, que no haya letra pequeña, que con Marruecos…". Sánchez cruza los dedos, si esto sale bien, señala, puede suponer trabajo para todos, transportistas, aduaneros, consignatarios y navieras. "Cuando Melilla tenía aduana nos doblaba en volumen de mercancías, a ver ahora. Entre Algeciras y Tánger pasan mil camiones al día, entre los que van llenos y los que vuelven vacíos, solo con que pesquemos algo de todo eso ya sería mucho. Y con suerte igual hasta se puede reabrir la terminal de contenedores que hubo que cerrar y volver al menos a la Ceuta de antes", reflexiona. "Se acabó la mili, se acabaron los 'paraguayos' (los bazares) y ya solo nos quedaba Marruecos", explica este transportista, resumiendo en una frase el declive económico de Ceuta en los últimos treinta años.

"La frontera abierta beneficia a Ceuta, eso sin duda, cualquiera que diga lo contrario no sabe de qué habla"

Pero las expectativas se tornan en desconfianza si se pregunta al ciudadano de a pie. "La frontera abierta beneficia a Ceuta, eso sin duda, cualquiera que diga lo contrario no sabe de qué habla", zanja Francisco Galán, presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado Central. Ellos fueron los primeros en sufrir las consecuencias del bloqueo de la frontera cuando Marruecos vetó la entrada de fruta y pescado desde el país vecino. Pese a las dificultades, a las que se añadió la pandemia, han sobrevivido, aunque a duras penas. El pescado y la fruta vienen ahora de la península, más caro y de peor calidad, admiten, pero hay género. Ahora bien, "lo de la aduana comercial no sé qué decirte, no sabemos cómo va a ir ni nada", confiesa.

placeholder El paso del Tarajal II, en Ceuta. (Javier Sakona)
El paso del Tarajal II, en Ceuta. (Javier Sakona)

Rafael tiene un puesto de pescado en el Mercado Central. Él tampoco se fía. "No te puedes fiar ni de ese (señala hacia Marruecos) ni de este (señala hacia la península), donde hoy te digo 'digo', mañana es Diego. Yo hasta que no lo vea no te puedo decir nada". Poco más allá, en otro de los puestos de pescado del Mercado, Mohamed descuenta los días para jubilarse y ya poco le importa lo que suceda con la frontera, si acaso para poder ver a los familiares que tiene al otro lado. "En la situación en la que estamos no sé, la verdad es que no me fío ni de Marruecos ni de nosotros mismos, solo si nos muerden enseñamos un poco la cara".

Al borde de la frontera la sensación de incertidumbre y prudencia se acentúa. Abdelazid trabaja en uno de los pocos negocios que quedan abiertos en el polígono comercial del Tarajal, antaño pulmón económico de la ciudad y hoy casi desértico, con nueve de cada diez comercios cerrados. Él, también, hasta que no lo vea no se cree nada. "Llevo dos años escuchando bulos y ya no me creo nada. Lo del otro día sí parece que es cierto, se han reunido y demás, pero no han dado una fecha. Vete a saber, igual de aquí a un mes empeora el covid o cambian de opinión y nada. No me quiero hacer ilusiones. Hasta que no salga por la frontera con mi coche no me lo creeré. No me fio de Marruecos, los marroquíes no son de fiar".

Foto: Efectivos de emergencia trasladan al muelle de Órzola a inmigrantes llegados en una patera a la isla La Graciosa. (EFE/Javier Fuentes)

Meriem y Chaib son optimistas. No es para menos en su caso. Regentan un pequeño cafetín, el 'Puerta de Europa', recién remodelado en la playa del Tarajal, a solo unos metros del paso fronterizo. Abren 24 tras al día, siete días a la semana, pero durante los dos últimos años su única clientela han sido los guardias civiles y los policías que custodian la frontera. El anuncio de Sánchez casi les hizo llorar de alegría. Y no solo por el empujón que supondrá para su negocio, sino porque podrán regresar a su segunda residencia en la playa de Al Amine, en Fnidq (Castillejos para los españoles), justo al otro lado de la frontera. "En verano, cada día me lavaba la cara en la playa con el agua del mar, hacía el primer rezo de la mañana y bajaba a bañarme. Sueño con volver a hacerlo".

No volverá el porteo

Lo que todos tienen muy claro es que lo que no regresará será el porteo. Una intuición que confirman en Delegación de Gobierno: "La aduana comercial es incompatible con el porteo", zanjan. Tampoco lo quiere Marruecos, que no quiere saber nada del "contrabando" de las porteadoras. Un tránsito de mercancías irregular considerado "comercio atípico" a este lado de la frontera. Ello no quiere decir, matizan desde Delegación, que cuando abra la aduana comercial habrá que pagar por las pequeñas compras que se realicen en Marruecos o viceversa, que estarán reguladas por el régimen de viajeros. Ceuta, garantizan, no volverá a ver las dantescas imágenes de mujeres cargando sobre sus espaldas enormes fardos de mercancía que cruzaba la frontera sin control alguno. Eso es ya el pasado, sentencian.

Pero, para comprobarlo, aún quedan muchos meses. Las obras de la frontera del Tarajal no estarán listas hasta junio, si es que se cumplen los plazos, algo que no ha sucedido hasta ahora en la reforma del paso fronterizo, y entonces aún quedará la llamada "frontera inteligente", reconocía la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, una semana antes del encuentro entre Pedro Sánchez y Mohamed VI.

Mohamed, sentado en la terraza del Puerta de Europa, discrepa de todo. El tiene muy claro que Marruecos se la va jugar a España y no habrá aduana comercial. "Ese enseguida se enfada y cambia de opinión”, ironiza refiriéndose a Mohamed VI. "Además, esto es Ceuta, una ciudad de frontera, siempre va a haber contrabando".

Los ceutíes amanecieron el viernes envueltos en una mezcla de ilusión, incredulidad y alivio. El anuncio del presidente Sánchez de que no solo pronto se reabrirá la frontera del Tarajal, cerrada desde el 13 de mayo de 2020, sino que además tendrá una aduana comercial pilló por sorpresa a propios y extraños. Una aduana que nunca ha tenido Ceuta y que abre expectativas imprevistas que pueden suponer un espaldarazo al desarrollo económico de una ciudad que lleva años asfixiada por el bloqueo de Marruecos.

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