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Moncloa ciñe su defensa a Felipe VI y sitúa al emérito como "personaje de prensa rosa"
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Los socios deslegitiman la Corona

Moncloa ciñe su defensa a Felipe VI y sitúa al emérito como "personaje de prensa rosa"

El Gobierno calla ante los ataques de sus socios y mantiene que don Juan Carlos debe pedir disculpas a los españoles. Deja en manos de la Casa del Rey la gestión de la visita

Foto: Los Reyes, junto a Pedro Sánchez, en la entrega del Premio Cervantes. (EFE/Ballesteros)
Los Reyes, junto a Pedro Sánchez, en la entrega del Premio Cervantes. (EFE/Ballesteros)

La posible vuelta del Rey emérito este fin de semana a España ha vuelto a evidenciar un frente entre Pedro Sánchez y sus socios. La sala de prensa del Congreso de los Diputados se convirtió en un vomitorio. Cada portavoz de Compromís, la CUP, JxCAT o el PNV que subía calificaba con un insulto mayor a don Juan Carlos. En el caso de Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, socio de coalición del PSOE, no había matices: “La monarquía es una institución diseñada para delinquir con impunidad”. Los mensajes más repetidos eran “ladrón”, “cara dura”, “corrupto”… Ante semejante tormenta de acusaciones —que en muchos casos trascendían la persona del emérito y chocaban en la línea de flotación de la jefatura del Estado—, desde Moncloa, se imponía el silencio. El portavoz en la Cámara Baja, Héctor Gómez, destacaba el respeto de los socialistas por la institución. Predicaba en el desierto.

La postura oficial, según fuentes gubernamentales, pasa por ceñir la defensa a la figura de Felipe VI y no entrar al “ruido” que entienden busca Podemos para ganar foco. "Es un debate amortizado, la gente en la calle habla más de Chanel que del emérito", bromea un dirigente socialista. El presidente mantendrá su discurso de que don Juan Carlos debe pedir perdón a los españoles por sus comportamientos personales, pero en el Gobierno lo enmarcan como un “personaje de la prensa rosa” no como un exjefe de Estado.

Pese a que la comunicación con Felipe VI es constante y se ha abordado con Zarzuela cada paso en pro de la transparencia, la visita a las regatas de Sanxenxo y el encuentro previsto con su hijo los circunscriben desde Moncloa a la Casa del Rey. Desde que don Juan Carlos abandonase España, uno de los problemas ha sido cómo gestionar su retorno. Se ha esperado a que la Justicia archivase todas las causas para plantear una vuelta que el emérito lleva meses reclamando a través de filtraciones a los medios por voces de su entorno más cercano.

Como ya adelantó este medio, los socialistas consideran necesario que el padre del Rey se dirija a los españoles en un mensaje como el que protagonizó tras su polémico viaje a Botsuana, cuando se disculpó ante las cámaras, asumiendo que se había equivocado y que no lo volvería a hacer. Por ahora, el emérito se resiste, aunque está dispuesto a escuchar a Felipe VI para salvar su reinado en un momento en que uno de los partidos del Gobierno cuestiona el régimen del 78 de forma constante.

Fuentes cercanas a Zarzuela reconocen que no ha gustado demasiado que don Juan Carlos elija las regatas para su reaparición

La situación para Felipe VI es complicada y aunque ya se ha pactado que su padre resida oficialmente en Abu Dabi, la gestión de sus visitas no deja de ser un quebradero de cabeza. Fuentes cercanas a Zarzuela reconocen que no ha gustado demasiado que don Juan Carlos elija las regatas para su reaparición y que se estaría hablando sobre la conveniencia del viaje. En esta parcela, el Gobierno deja vía libre al Rey para que maneje la situación. En lo político, ya no preocupa la nueva fisura con Unidas Podemos. En el Consejo de Ministros de este martes, el tema no se abordó ni en los corrillos.

Foto: Juan Carlos I. (EFE/EPA/Ali Haider)

Preguntados por el asunto, varios miembros de la bancada azul muestran indiferencia ante el tema. “Me da igual que vaya de regatas o donde quiera”, declara un ministro. Se asume que el socio minoritario busque su espacio y niegan que se esté desprotegiendo a la monarquía. La prueba a la que remiten fuentes gubernamentales es que siempre se han opuesto a las comisiones de investigación que los partidos que sostienen a Sánchez en el Gobierno han pedido sobre las finanzas del emérito. Aquí votan con PP, Ciudadanos y Vox.

Con el partido de Alberto Núñez Feijóo, además, se ha abordado tradicionalmente todo lo relativo a la jefatura del Estado, si bien en esta ocasión no ha habido comunicación alguna con el principal partido de la oposición, según reconocen fuentes del PP. El presidente de los populares sÍ ha defendido, a diferencia de Sánchez, la honorabilidad del emérito y su legado y se ha mostrado a favor de que regrese a España como “hombre libre que es”. El único tema en el que ha habido acuerdo hasta el momento entre Sánchez y Feijóo ha sido el real decreto para dotar de mayor transparencia a la Corona, que se aprobó el pasado mes de abril.

PSOE y PP llevaban meses negociando lo que el Gobierno quería que fuese una ley de la Corona que acabó como una norma y que no entra en la inviolabilidad del monarca. Desde el PP siempre se rechazó que hiciese falta una ley para regular la institución. Tras su desembarco como líder del PP, Feijóo se encontró muy avanzado el asunto y se dio luz verde con el visto bueno de la Casa del Rey. Felipe VI publicó su patrimonio y se reguló que se deberían dar a conocer los contratos y los regalos.

La posible vuelta del Rey emérito este fin de semana a España ha vuelto a evidenciar un frente entre Pedro Sánchez y sus socios. La sala de prensa del Congreso de los Diputados se convirtió en un vomitorio. Cada portavoz de Compromís, la CUP, JxCAT o el PNV que subía calificaba con un insulto mayor a don Juan Carlos. En el caso de Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, socio de coalición del PSOE, no había matices: “La monarquía es una institución diseñada para delinquir con impunidad”. Los mensajes más repetidos eran “ladrón”, “cara dura”, “corrupto”… Ante semejante tormenta de acusaciones —que en muchos casos trascendían la persona del emérito y chocaban en la línea de flotación de la jefatura del Estado—, desde Moncloa, se imponía el silencio. El portavoz en la Cámara Baja, Héctor Gómez, destacaba el respeto de los socialistas por la institución. Predicaba en el desierto.

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