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El 'chollo' de cruzar la frontera y comprar en Marruecos: sandías de 18 kilos a menos de 7 euros
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CIERRE DE LA ADUANA EN MELILLA

El 'chollo' de cruzar la frontera y comprar en Marruecos: sandías de 18 kilos a menos de 7 euros

Residentes en Melilla intentan retomar sus compras en el país vecino, pero las restricciones en la frontera causan un cisma entre la Delegación del Gobierno y los partidos del Ejecutivo de la ciudad autónoma

Foto: La fruta, uno de los productos marroquíes más demandados por los melillenses. (J. G. A.)
La fruta, uno de los productos marroquíes más demandados por los melillenses. (J. G. A.)

Eugenio Bettioui va al extranjero un par de veces a la semana para llenar la cesta de la compra. Cruza a pie la frontera de Beni-Enzar para ir a Marruecos y ahorrarse un dineral. También, para airearse y escapar de los claustrofóbicos 12 kilómetros cuadrados de Melilla. Es algo que siempre ha hecho, al igual que cientos de personas en la ciudad autónoma. Sin embargo, el cierre de los pasos fronterizos por la pandemia acabó con esta práctica hasta su reciente apertura el 17 de mayo. Pero ya no es lo mismo.

El trayecto habitual de Eugenio comienza en el centro de la ciudad, en la plaza de España. Desde aquí, coge un autobús (la COA) que le deja en menos de media hora a las puertas del puesto fronterizo de Beni-Enzar. Es pronto. Son las ocho y media de la mañana (una hora menos en Marruecos) y apenas hay cuatro personas delante para pasar el primer control de la Policía Nacional. Un agente, dentro de una garita, pide los pasaportes y los escanea. Es la primera novedad. Ahora, España ejerce un control exhaustivo para tener registrado quién entra y quién sale. Antes de la pandemia, a los de Melilla, el DNI era lo máximo que les pedían en el lado español para adentrarse en Marruecos. Al otro lado, con decir que eras de Melilla se conformaban sin ver un solo papel. Todo eso ya es historia.

Foto: Almacenes cerrados en Melilla. (Javier García Angosto)

La segunda novedad viene recogida en un pequeño cartel, tamaño folio, pegado en la garita de la policía española. "Requisitos y horario para introducir pescado en Melilla desde Marruecos a partir del 8 de junio de 2022". Eugenio ya no compra pescado en Marruecos, como la inmensa mayoría de los que cruzan. Los requisitos son imposibles de cumplir para el consumidor medio. Es necesario un certificado sanitario firmado por un veterinario en Marruecos, que el género pase la frontera refrigerado y, por último, someter el producto a un control sanitario por parte de los servicios de inspección de Sanidad Exterior en la parte española. "Es ridículo tener que hacer todo eso para llevarte dos o tres kilos de sardinas o tres o cuatro de boquerones. Encima, solo puede entrar pescado de lunes a viernes entre las 11 y la una. No merece la pena", reconoce Eugenio, mientras el agente escanea su pasaporte.

Otro cartel recuerda la prohibición total de introducir en España carne, productos lácteos o huevos. No es ninguna novedad, pero antes había manga ancha y ahora los registros son minuciosos a ambos lados de la frontera.

Diferencia de precios

Beni-Enzar es el primer núcleo urbano que encuentras al cruzar a Marruecos. Da nombre al propio paso fronterizo. Al igual que ocurre en la zona española, los alrededores están plagados de comercios, cafeterías y restaurantes cerrados. Algunos, muy pocos, han resistido los más de dos años de pandemia, pero ya no es lo mismo. Apenas hay gente en la calle. Antes, esta zona era un hervidero de personas y vehículos. Algunos jóvenes, incluso niños, se movían entre los coches que hacían cola con la esperanza de conseguir alguna limosna de los melillenses que volvían a casa tras un día de playa en Marruecos. El olor a comida callejera solía estar presente a la hora del almuerzo y entrada la noche. "No se podía ni andar por aquí", dice Eugenio, antes de poner rumbo al mercado.

Llaman poderosamente la atención las enormes sandías que están a la vista, apiladas en una furgoneta que unos jóvenes están descargando. Unas frutas de tamaño similar están expuestas en el primer puesto al llegar al mercado.

placeholder A pie es la vía más rápida de pasar a territorio marroquí. (J. G. A.)
A pie es la vía más rápida de pasar a territorio marroquí. (J. G. A.)

—Son descomunales. ¿Qué vale esta monstruosidad?

—¿Esa? Menos de cinco euros.

El kilo está a cuatro dirhams, apenas 0,38 euros al cambio. Cualquiera estaría tentado de llevarse una de estas piezas de entre 10 y 18 kilos, pero la idea de cruzar la frontera con ella a cuestas complica la situación. La compra, finalmente, será un melón a 0,60 euros el kilo y cerezas a 2,5 euros el kilo, tres veces más baratas que en Melilla. "Los precios aquí son como si pagaras directamente al agricultor sin todos los intermediarios que encarecen el producto", explica Eugenio. Los productos están al límite legal. Ahora solo se permite pasar un máximo de 10 kilos de frutas y verduras.

Eugenio, que porta una mochila, cruza un estrecho torno y se encuentra de bruces con el primer agente marroquí. Todos los compartimentos donde guarda sus enseres personales son registrados. Y es que, desde la apertura de la frontera, Marruecos no deja que pase ni un yogur procedente de Melilla. Vaciarse los bolsillos no es una opción. Llaves, cartera, pasaporte, móvil y certificado de vacunas para la vuelta. Todo correcto.

placeholder Puesto de pescado en Beni-Enzar. (J. G. A.)
Puesto de pescado en Beni-Enzar. (J. G. A.)

Estas restricciones han desatado una auténtica guerra política entre la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, el partido mayoritario del Ejecutivo de la ciudad autónoma, Coalición por Melilla (CpM), y el PSOE, con el que gobiernan junto al ex de Ciudadanos Eduardo de Castro. Han generado un auténtico wéstern político en Melilla. Mustafa Aberchán, líder de CpM, retó a un duelo a Moh, a quien culpa de las restricciones. La delegada aceptó el desafío y desenfundó. No es la primera vez.

Aberchán inició la disputa al oponerse a las decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez. "No aparece en ningún lado que un vehículo, con cuatro personas, tenga que pasar por la frontera solo con 10 kilogramos de verduras. Tampoco aparece que se necesite la certificación sanitaria para el paso de pescado para consumo propio, ni un horario restrictivo para cruzar pescado", dijo en rueda de prensa, para terminar amenazando a Moh con llevarla al juzgado "si sigue requisando alimentos en la frontera".

Foto: Varios migrantes se encaraman al alambrado en su deseo de entrar en España. (EFE/Reduan Dris Regragui)

Sabrina Moh subió la apuesta: "¿A qué espera Aberchán para denunciarme?". La máxima representante del Gobierno de España en Melilla aseguró que ella no se ha inventado nada, sino que está poniendo en práctica una circular del Ministerio de Sanidad. De hecho, explicó que desde la apertura de la frontera y hasta el 31 de mayo entraron, procedentes de Marruecos, cinco toneladas de pescado. "Es importante que la frontera tenga unos estándares de seguridad, pero no solamente de seguridad en cuanto a la integridad física de las personas, sino también unos elementos de seguridad para la salud pública de la ciudadanía melillense", argumentó.

Para igualar las fuerzas, salió a la carga la Consejera de Hacienda, Empleo y Comercio, la cepemista Dunia Almansouri. "Es extraño que un partido progresista use este tipo de argumentos, lo cual le debe hacer ser consecuente con sus afirmaciones y plantearse si quiere permanecer en un Gobierno con aquellos a los que ha criticado de una forma tan agresiva".

Foto: Cierre de la aduana comercial de Melilla. (EC)

De esta forma, se desarrolla el enésimo desencuentro entre los socios del Gobierno de Melilla, aunque la coalición sigue en pie. El presidente de la ciudad, Eduardo de Castro, ha preferido mantenerse al margen. "No voy a entrar en historias de partidos".

De vuelta al mercado

Eugenio, consciente de cómo toda esta polémica afecta al pescado, explica a los pescaderos que no puede cruzar la frontera con ello. "Este pescado está más fresco que cualquiera que se coma en Madrid, pero así estamos, sin poder comprar nada. No nos dejan pasar por la frontera". El precio también es notablemente más bajo que en España: boquerones y sardinas a dos euros el kilo, pez espada a ocho euros, salmonetes a 5,5 euros y chopitos a tres euros. Como mínimo, todo lo que compres aquí cuesta un 50% menos. "La semana pasada me llevé unas aceitunas buenísimas. Tres kilos por cuatro euros y pico", detalla.

Mohamed Boufzi entra en escena. Es un viejo amigo de Eugenio. Le ayudó al quedarse en Marruecos cuando las autoridades del país decidieron cerrar de forma unilateral la frontera para evitar la propagación del coronavirus. "Pasé todo el confinamiento en Marruecos por culpa del consulado de España en Nador. Tenía el pasaporte caducado y no me daban solución. Mohamed me ayudó con los papeles. Hasta se vacunó para poder entrar al aeropuerto conmigo y explicar a las autoridades marroquíes que tenía un salvoconducto".

Eugenio Bettioui va al extranjero un par de veces a la semana para llenar la cesta de la compra. Cruza a pie la frontera de Beni-Enzar para ir a Marruecos y ahorrarse un dineral. También, para airearse y escapar de los claustrofóbicos 12 kilómetros cuadrados de Melilla. Es algo que siempre ha hecho, al igual que cientos de personas en la ciudad autónoma. Sin embargo, el cierre de los pasos fronterizos por la pandemia acabó con esta práctica hasta su reciente apertura el 17 de mayo. Pero ya no es lo mismo.

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