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La batalla feminista agrieta el Gobierno tras el cierre de filas en falso con Irene Montero
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LOS SOCIOS MARCAN DISTANCIAS

La batalla feminista agrieta el Gobierno tras el cierre de filas en falso con Irene Montero

El Gobierno intenta mantener una estrategia unitaria que rompen los partidos de la coalición. La Moncloa deja en el aire la ley Montero, y los socios aplazan su batalla por la bandera feminista a la ley trans y la de proxenetismo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a las ministras de Igualdad, Irene Montero (i), y de Derechos Sociales, Ione Belarra. (EFE/Emilio Naranjo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a las ministras de Igualdad, Irene Montero (i), y de Derechos Sociales, Ione Belarra. (EFE/Emilio Naranjo)
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La Moncloa se afanó la pasada semana en cerrar la batalla interna entre los socios de coalición por las consecuencias de la ley del solo sí es sí. El punto de convergencia de las tensiones acumuladas desde el inicio de la legislatura por la bandera feminista que amenazaba con derivar en un choque de trenes y deslucir la aprobación en el Congreso de los presupuestos. Los terceros y últimos de la legislatura, a los que Pedro Sánchez apuesta los valores de la "estabilidad", la "utilidad política" y la "protección de la clase media y trabajadora" con los que impulsar su reelección. Sin embargo, se trató solo de una tregua, como ya quedó patente este fin de semana en las manifestaciones del 25-N contra la violencia machista. Dirigentes socialistas y moradas reprodujeron la división dentro del movimiento feminista al participar en diferentes cortejos. Las primeras en las que se pedían la cabeza de la titular de Igualdad y las segundas en las que mantenían una línea de defensa con sus políticas. El Gobierno mantiene una estrategia que se bifurca en los partidos que lo conforman.

La disputa, reflejada en las calles y contenida dentro del Gobierno, se aplaza a la espera de lo que resuelva el Tribunal Supremo, previsiblemente este próximo martes, sobre la revisión de sentencias. Igualdad mantiene como línea roja corregir la norma sin apearse de su creencia de que los jueces están haciendo una interpretación "machista", mientras que los socialistas lo dejan en el aire mostrando su respeto a las decisiones judiciales y a la línea que marque el alto tribunal. Fuentes del departamento que dirige Irene Montero dan por descontado que el Supremo no adoptará un criterio general y que se limitará a ir caso por caso, mientras que ministros socialistas evitan adelantar pasos a que se siente jurisprudencia rechazando la rebaja de condenas. Con todo, frente al "alarmismo" defienden que haya "seguridad jurídica".

Foto: Isabel Rodríguez, Nadia Calviño y Reyes Maroto. (EFE/Sergio Pérez)

Aunque la colisión se contenga, esta parece más inevitable en el marco de la tramitación parlamentaria de la ley trans de los morados y la de abolición de la prostitución de los socialistas. En ninguna de ellas hay consenso entre los socios. Los socialistas han presentado enmiendas a la ley trans para que el cambio de género en los menores de entre 12 y 16 años se supedite a una autorización judicial, uno de los puntos más polémicos del texto. Una modificación a la que se oponen frontalmente desde Podemos.

La ley contra el proxenetismo del PSOE ya dividió al grupo parlamentario de Unidas Podemos, que rompió la disciplina de voto. Se trata de "uno de los temas más polémicos dentro del frente feminista", según reconocen desde la dirección morada. Desde Podemos plantearán enmiendas para poner el foco en la industria proxeneta y sortear la prohibición a las mujeres que ejerzan la prostitución. Frente a ello, en Ferraz asumen que tienen más sintonía con el PP que con sus socios de gobierno respecto a esta iniciativa.

placeholder La ministra de Igualdad, Irene Montero, y la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. (EFE/Daniel González)
La ministra de Igualdad, Irene Montero, y la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. (EFE/Daniel González)

El presidente del Gobierno logró alejar el ruido de la agenda esta semana, pero solo de forma momentánea para centrarla en los presupuestos. En la ejecutiva socialista del pasado lunes ordenó el cese de cualquier hostilidad, pese a la crítica unánime de los barones, y se conjuró con la ministra de Igualdad, Irene Montero, para mostrar unidad. "La unidad de acción es total", remarcaban fuentes del entorno de la ministra morada, y subrayaban, asimismo, que "la posición de Sánchez y la nuestra es la misma". Fuentes de la Moncloa, por su parte, defendían al inicio del pleno de los presupuestos que "el Gobierno da síntomas de unidad defendiendo esta ley". Las descalificaciones personales de una diputada de Vox a Irene Montero sirvieron como pegamento de este cierre de filas.

PSOE y Unidas Podemos siguen alejados por la ley trans y la de abolición de la prostitución

Un cierre de filas que ha resultado ser falso, o al menos solo temporal, como viene sucediendo desde los primeros compases de la legislatura. Los choques respecto a la norma del solo sí es sí ya inauguraron las tensiones dentro de la coalición. Como ahora, tuvo que acabar interviniendo Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno apostó por forzar el desbloqueo de la norma por parte de los departamentos de Justicia y la vicepresidencia primera para su aprobación en primera vuelta en el Consejo de Ministros antes del 8-M, como buscaba Igualdad. Era marzo de 2020 y aquella batalla ganada por Montero desbrozó el camino para que Igualdad llevase la batuta en todo el proceso hasta su tramitación parlamentaria, no sin intermitentes conflictos que después se superpusieron a la ley trans.

Esta constante reproducción de conflictos entre los socios de coalición se ha reflejado de forma paralela en la división del movimiento feminista. Una brecha que se visibilizó especialmente en las manifestaciones del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Varias ministras socialistas (la vicepresidenta, Nadia Calviño; la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, y la titular de Industria, Reyes Maroto), junto a la secretaria de Igualdad del partido, Andrea Fernández, se sumaron a la concentración crítica con Igualdad que demandó su dimisión. En el manifiesto alentando a la manifestación ya se ponía negro sobre blanco su oposición a iniciativas de Igualdad, como la ley trans, que comparten históricas feministas del PSOE. Dicho texto exigía el "cese de la penetración del transgenerismo en la Educación, a través de leyes autonómicas". Según denunciaban, se impediría así al profesorado "coeducar, es decir, educar en igualdad, porque se considera que los roles sexuales de masculinidad y feminidad son innatos o volitivos".

Las mismas dirigentes que con el traje de ministras reclamaron unidad dentro del Ejecutivo como miembros del PSOE, emprendieron el camino contrario. Cuestionada por la participación de ministras socialistas en la mencionada movilización, la titular de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, quiso abogar por la "unidad del movimiento feminista" y puso en valor el papel de la titular de Igualdad "en pos del avance de las mujeres". En su discurso de clausura este domingo en la Internacional Socialista, Sánchez realizó una férrea defensa de la "causa feminista", aun sin aludir ni a la ley del solo sí es sí ni al resto de medidas impulsadas por Igualdad que han generado grietas en el Gobierno. Sí lo hizo en el acto por el 25-N que organizó el PSOE y el pasado martes en el marco de la Internacional Socialista de Mujeres, para justificar que el objetivo de la ley es "reforzar la seguridad de las mujeres frente a las agresiones sexuales y que nunca más una víctima sea cuestionada".

Esta constante reproducción de conflictos entre los socios de coalición se ha reflejado de forma paralela en la división del movimiento feminista

El recrudecimiento de las diferencias entre los socios a estas alturas de la legislatura se entrecruza con la división dentro del propio espacio de Unidas Podemos. Un factor que podría desencadenar una ruptura anticipada ante las dificultades entre Podemos y Yolanda Díaz para armar una candidatura conjunta. En esta particular lucha por definir el papel de los morados en la futura plataforma electoral de Díaz, que se resiste a darles un rol protagonista, Irene Montero trata de cimentar su principal capital político en la bandera del feminismo. Reforzar así su liderazgo, ante las pretensiones de la vicepresidenta segunda de limitar su influencia en el nuevo espacio a la izquierda del PSOE, como se comprobó en un acto organizado el pasado sábado por Podemos, improvisado en pocos días al calor de los ataques contra su persona por parte de la ultraderecha y la polémica por la ley del solo sí es sí.

Podemos se enrocaba en las leyes trans y solo sí es sí apenas unas horas después de las críticas por parte de un sector de feminismo. Todo ello revistiendo a la titular de Igualdad como número uno de facto de su organización, un mensaje que viene construyéndose desde hace varias semanas. La secretaria general y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, interrumpió su baja maternal para arroparla, donde avisó que "destruirla a ella es destruir el sueño de millones de mujeres en España".

La premonición de Irene Montero para resistir

Se impone la dicotomía del 'estás conmigo o contra mí', con el telón de fondo de las disputas dentro del espacio. En un acto de Izquierda Unida, su líder y ministro de Consumo, Alberto Garzón, quien junto a la vicepresidenta segunda o el ministro de Universidades, Joan Subirats, perteneciente a la confluencia catalana de los comunes, habían optado por evitar un respaldo a la estrategia de Podemos, trasladaba "en nombre de toda IU la máxima solidaridad con nuestra compañera". Al mismo tiempo, reivindicaba "el trabajo que se está realizando desde el Ministerio de Igualdad, que es lo que le duele a la extrema derecha y le duele a la gente contraria al avance de los derechos de las mujeres y al avance de la democracia".

Actores de peso dentro del espacio político reconocían unos días antes que hay "poco margen" para consensuar una posición común con Podemos y afeaban que "les encanta el victimismo" porque "cohesiona y les permite no tener que reconocer errores". Podemos apuesta por el repliegue y una batalla a largo plazo para intentar conservar su hegemonía en el espacio a la izquierda del PSOE si finalmente no confluyen con Sumar de negárseles un rol protagonista.

En este sentido, era premonitoria la lectura que hacía Irene Montero en junio de 2021, en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros que aprobó el anteproyecto de la ley trans, preguntada por si temía que su iniciativa acabase recrudeciendo las divisiones ya latentes en el movimiento feminista: "Históricamente en España, siempre que se han presentado leyes de este calado, las leyes que de verdad impactan en la vida de la gente y que garantizan derechos, hay siempre este tipo de procesos de debate e incluso de oposición, pero creo que con el paso de los años nadie se reconoce en esas posiciones".

La Moncloa se afanó la pasada semana en cerrar la batalla interna entre los socios de coalición por las consecuencias de la ley del solo sí es sí. El punto de convergencia de las tensiones acumuladas desde el inicio de la legislatura por la bandera feminista que amenazaba con derivar en un choque de trenes y deslucir la aprobación en el Congreso de los presupuestos. Los terceros y últimos de la legislatura, a los que Pedro Sánchez apuesta los valores de la "estabilidad", la "utilidad política" y la "protección de la clase media y trabajadora" con los que impulsar su reelección. Sin embargo, se trató solo de una tregua, como ya quedó patente este fin de semana en las manifestaciones del 25-N contra la violencia machista. Dirigentes socialistas y moradas reprodujeron la división dentro del movimiento feminista al participar en diferentes cortejos. Las primeras en las que se pedían la cabeza de la titular de Igualdad y las segundas en las que mantenían una línea de defensa con sus políticas. El Gobierno mantiene una estrategia que se bifurca en los partidos que lo conforman.

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