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Las grandes rapaces amenazadas remontan el vuelo en Castilla y León y reconquistan territorio
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Las grandes rapaces amenazadas remontan el vuelo en Castilla y León y reconquistan territorio

La evolución del águila imperial y el buitre negro es positiva, pero todavía se enfrentan a fuertes peligros. La mayor son los tendidos eléctricos. El 80% siguen siendo mortales para las aves

Foto: Fotografía de Félix Rodríguez de la Fuente cedida por RTVE .(EFE)
Fotografía de Félix Rodríguez de la Fuente cedida por RTVE .(EFE)

Mucho ha cambiado la situación desde que España conoció por primera vez al águila imperial en los años setenta gracias a la mítica serie El hombre y la tierra de Félix Rodríguez de la Fuente. El naturalista enseñó una especie en severo riesgo de extinción de la que entonces apenas había unas 30 parejas en toda la península ibérica. El mediático burgalés dedicó parte de su vida a cambiar la imagen de las rapaces en nuestro país, malditas en el mundo rural por alimentarse de la caza menor. “No solo es que se pudieran cazar, es que se recomendaba que se cazasen porque eran una alimaña y acababan con la caza menor y la caza menor era un recurso natural para el hombre” explica Sol Andrada de la Fundación de Amigos del Águila Imperial, Lince Ibérico y Espacios Naturales Privados. Misma mala prensa tenía el buitre negro, al que también le dedicó capítulos Félix, y del que en aquellos años apenas había censadas 206 parejas.

Foto: Foto: Andoni Canela.

Medio siglo después, Félix Rodríguez de la Fuente estaría bastante satisfecho. El camino que él inició seguido por décadas de políticas conservacionistas y un cambio de mentalidad sobre estas majestuosas rapaces hace que solo en su tierra, Castilla y León, haya en la actualidad 118 parejas de águila imperial y 597 de buitre negro. Solo estas águilas sacaron adelante durante 2021 un total de 190 pollos. “Está mejorando notablemente de forma muy significativa su estado de conservación. Podemos hablar de un estado de conservación favorable de estas dos especies si bien continúan catalogadas y se sigue trabajando en ellas. Esperemos que este incremento permita reducir el nivel de amenaza” asegura David Cubero, jefe de Servicio de Espacios Naturales, Flora y Fauna de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.

Porque a pesar del optimismo, el águila imperial sigue incluida como especie en peligro de extinción y el buitre negro como vulnerable en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. Para Silvia Díaz, del departamento de especies de WWF queda mucho por hacer porque “el águila imperial es una especie endémica de la península ibérica y su gran amenaza es la electrocución. Para el buitre negro la gran amenaza sigue siendo el veneno y con la pandemia creemos que ha habido un repunte o sea que la problemática sigue estando y hay mucha mejoría que hacer en cuanto a políticas”.

Foto: Fotografía de Félix Rodríguez de la Fuente cedida por RTVE .(EFE)

Los datos indican que tanto el águila imperial como el buitre negro remontan el vuelo. En el caso del águila imperial ha pasado en los últimos doce años de estar presente en 46 territorios de Castilla y León a 131 el pasado 2021 (último año del que hay datos oficiales). La mayor parte de los ejemplares están en las zonas de confluencia de las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila. Aunque la especie sigue expandiéndose. “Hemos conseguido desde hace dos o tres años que tengamos parejas reproductoras de águila imperial al norte del río Duero, que era algo simbólico y ya tenemos en Burgos, Palencia, varias parejas en Zamora y se están extendiendo hacia el oeste de Salamanca” relata David Cubero. Para el buitre negro las cifras también son favorables. Desde el año 2000 hasta la actualidad se ha duplicado ampliamente el número de parejas reproductoras. Entonces eran 231 parejas y hoy día hay un censo de 597 situadas sobre todo en la provincia de Ávila y Segovia, aunque también hay poblaciones en Salamanca y Burgos.

Desde la Junta de Castilla y León remarcan como este incremento de las poblaciones de grandes rapaces no se está consiguiendo tan solo combatiendo las amenazas, sino que es producto también de hacer un buen seguimiento de las especies presa como el conejo. Para el jefe de servicio de Espacios Naturales, Flora y Fauna “ni mucho menos es única y exclusivamente por las medidas de gestión activas para la lucha contra su mortalidad, sino por la mejora de poblaciones de su especie presa que el conejo”.

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Vista de dos buitres negros en Burgos. (EFE/Pablo Rojo Escalona)

Una reflexión que comparten desde la Fundación de Amigos del Águila Imperial que está compuesto por propietarios de terrenos privados donde habitan el 80% de las grandes rapaces protegidas. “Lo que encuentran en una finca privada no lo encuentran desgraciadamente para ellas en un terreno público. Una especie como esta necesita refugio, alimento y tranquilidad. Y eso te lo proporciona una finca privada. Tienes un buen recurso de conejos, tienes tranquilidad para poder criar a los pollos y un refugio que te permite una finca de gran extensión donde tienen muchas zonas donde hacer sus nidos” dice Sol Andrada. “Nuestros socios tienen una visión conservacionista y explotan sus fincas normalmente haciendo los usos tradicionales que han hecho siempre: la caza, la agricultura y el aprovechamiento forestal. Esas águilas están en esas fincas porque conviven perfectamente con este tipo de aprovechamientos”.

300.000 tendidos eléctricos mortales

Aunque desde luego que el trabajo para proteger a las grandes rapaces no ha terminado. La mayor amenaza, la que causa mayor mortalidad, siguen siendo los tendidos eléctricos donde decenas de ejemplares mueren electrocutados cada año al apoyarse en las torretas o los cables. Un reciente informe de la Junta de Castilla y León ha estudiado las zonas donde se producen estos accidentes fatales para las aves y concluye que todavía hay un 80% de tendidos eléctricos donde el apoyo es potencialmente peligroso.

Se han detectado hasta 300.000 apoyos peligrosos en toda la comunidad autónoma. “Después de cualquier colisión o electrocución existente en Castilla y León se exige al titular de los tendidos su corrección a través de la Ley de Responsabilidad Medioambiental” explica David Cubero, que enfatiza cómo se ha diseñado tres manuales para que las empresas eléctricas realizan esas correcciones en sus instalaciones. En estos documentos definen las zonas donde es más urgente actuar y la prioridad de riesgo de cada uno de esos miles de apoyos. “Además en uno de los manuales decimos para cada tipo de apoyo la corrección que hay que realizar para evitar la electrocución”.

Foto: Buitre leonado electrocutado en un tendido eléctrico. (EFE/Íñigo Fajardo)

Un trabajo que no es suficiente para WWF: “Ahora se están empezando a realizar las correcciones. Pero es insuficiente porque hay muchísimo que hacer, las empresas están obligadas por la Ley de Responsabilidad Medioambiental a corregir esos tendidos y cuando hagan nuevos a que no sean peligrosos. Pero esto no se cumple”.

Alrededor del 70% de la mortalidad de las águilas imperiales en Castilla y Léon en 2021 se produjo por culpa de las electrocuciones

El trabajo es tan ingente que sería imposible para las empresas eléctricas eliminar el peligro de todos sus tendidos. Y para Sol Andrada tampoco sería algo necesario porque “las águilas no se electrocutan en todos los tendidos, se electrocutan en algunos concretos que les gustan y les sirven de oteadero de caza. Si vas por el campo, tú ves muchas torres donde no hay nada y de repente vas a una y ves cinco ejemplares muertos. Esos son los que hay que proteger. Lo que es importante es localizar esos puntos y que la empresa eléctrica se asegure de protegerlos. Las aves a partir de ahí se apoyarán y no tendrán ningún problema”. Ese interés de las aves por las instalaciones eléctricas se debe a que les ayudan a cazar. “Son como árboles sin hojas”, dice Andrada, con vistas privilegiadas y en altura para poder localizar a las presas.

Alrededor del 70% de la mortalidad de las águilas imperiales en Castilla y León en 2021 se produjo por culpa de las electrocuciones y cerca de un 10% por colisión con aerogeneradores, según datos de la Junta de Castilla y León. Para el buitre negro, la principal causa de accidente es la colisión (un 25% de los ingresados en Centros de Recuperación en 2021) y la electrocución (21%).

Disminuyen los envenenamientos

Hay mejores noticias para otra de las causas históricas de muerte de rapaces: el veneno. Aunque todavía deja ejemplares fallecidos todos los años, su presencia es cada vez menor. En el caso del águila imperial, en 2021 supuso apenas un 5% de las muertes. Un 8,5% para los buitres negros. “Hay una persecución de cualquier episodio de intoxicación y gracias a la concienciación y el trabajo de todos es una causa de mortalidad que sigue existiendo pero que pierde importancia”, asegura Cubero.

En el caso de las fincas privadas es un problema que también consideran que ha desaparecido, según Andrada. “La incidencia del veneno en nuestros terrenos ni la conozco. El problema es que el águila imperial puede haberse envenenado en otro sitio, por ejemplo en una finca donde alguien quiere acabar con una plaga de topillos, y el águila vuela y acaba muriendo en otro lado. Pero la incidencia es residual en comparación con lo que fue antiguamente”.

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Un águila imperial ibérica en Doñana. (EFE/Miguel González Perea)

No opinan igual en WWF que consideran “necesario hacer una estrategia nacional contra el veneno, la última que se hizo es de hace muchos años y este año por fin se ha revisado. Entre 1991 y 2017, 624 individuos de buitre leonado fueron envenenados y 195 de águila imperial. Es un gran problema”. Silvia Díaz además es crítica con el plan de recuperación de Castilla y León. “Andalucía tiene un plan de recuperación más activo. Castilla y León tiene documentos obsoletos que no representan la actual zonificación sobre todo del águila imperial ibérica. Esto hace que queden expuestas ante la ubicación de proyectos muy incompatibles con la viabilidad de esta especie sobre todo ahora con los parques eólicos y los parques solares. Como no saben dónde está el águila imperial permiten que puedan construir así sin más y todo lo que hemos mejorado se puede ir al garete”.

En todo caso, la situación de las grandes rapaces en Castilla y León tiene una tendencia positiva que demuestra el aumento de parejas y la colonización de nuevos territorios. Aun así, el equilibrio necesario para la supervivencia de estas especies es muy delicado, por lo que hay que mantener un seguimiento constante. La mejor noticia sería poder publicar dentro de muy poco que tanto el águila imperial como el buitre negro abandonan por fin el catálogo de especies amenazadas.

Mucho ha cambiado la situación desde que España conoció por primera vez al águila imperial en los años setenta gracias a la mítica serie El hombre y la tierra de Félix Rodríguez de la Fuente. El naturalista enseñó una especie en severo riesgo de extinción de la que entonces apenas había unas 30 parejas en toda la península ibérica. El mediático burgalés dedicó parte de su vida a cambiar la imagen de las rapaces en nuestro país, malditas en el mundo rural por alimentarse de la caza menor. “No solo es que se pudieran cazar, es que se recomendaba que se cazasen porque eran una alimaña y acababan con la caza menor y la caza menor era un recurso natural para el hombre” explica Sol Andrada de la Fundación de Amigos del Águila Imperial, Lince Ibérico y Espacios Naturales Privados. Misma mala prensa tenía el buitre negro, al que también le dedicó capítulos Félix, y del que en aquellos años apenas había censadas 206 parejas.

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