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La lección final de Tamames, el 'profe' de Economía que rompió la lógica parlamentaria
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La lección final de Tamames, el 'profe' de Economía que rompió la lógica parlamentaria

El candidato de la moción de censura contra Sánchez llegó derrotado al Congreso. Pero no se va con las manos vacías: sacó las vergüenzas del abuso de los tiempos y las artes de los diputados hiperventilados

Foto: El profesor Ramón Tamames durante el debate de la moción de censura de Vox contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Kiko Huesca)
El profesor Ramón Tamames durante el debate de la moción de censura de Vox contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Kiko Huesca)

El profesor Ramón Tamames regañó a 350 alumnos en sede parlamentaria. Amonestó sobre todo a uno de ellos, al que no dudó en interrumpir después de "una hora y 40 minutos" de réplica. La pregunta del catedrático, quien apenas empleó media hora de dictamen para censurar al presidente del Gobierno, era retórica: "¿Por qué tenemos que hablar tanto?". A sus casi 90 años de vida, Tamames volvió a pisar el Parlamento, del que formó parte siete años salpicados entre 1977 y 1989. Su dictamen fue severo: los diputados de hoy hablan demasiado, cacarean folios que reciben de sus asesores, evitan la dialéctica parlamentaria y gritan mucho. Varias veces recetó a un exaltado portavoz del PSOE, Patxi López, "cafinitrina", un vasodilatador para prevenir infartos.

Estaba Tamames allí en calidad de candidato a la Presidencia del Gobierno. Lo propuso Santiago Abascal para echar a Sánchez de la Moncloa cuando sólo quedan dos meses para los primeros comicios, los autonómicos y locales. La propuesta del exmiembro del PCE era hacerlos coincidir con las generales, previstas para finales de año. La idea nació muerta, porque con sólo el apoyo de los 52 diputados de Vox –al final fueron 53, con el tránsfuga de Ciudadanos, Pablo Cambronero– era imposible que la moción prosperase. Los populares se abstuvieron, dijeron, por "respeto" al "profesor Tamames".

placeholder El profesor Ramón Tamames (i) y el líder de Vox, Santiago Abascal (c), durante la segunda y última jornada del debate de la moción de censura que impulsa Vox. (EFE/Chema Moya)
El profesor Ramón Tamames (i) y el líder de Vox, Santiago Abascal (c), durante la segunda y última jornada del debate de la moción de censura que impulsa Vox. (EFE/Chema Moya)

"Le gusta hablar alto y no por hablar alto se tiene más razón", le recriminó esta mañana el candidato a otro docente, el portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, sobre su intervención del día anterior. "Esta no es una casa para dar gritos, es una casa para hablar", remató. Fueron varias las ocasiones en las que el nonagenario aprovechó para arremeter contra unos discursos que percibía como hiperventilados y, dicho por él mismo, "mitineros". "No me esperaba un mitin como este en la sede de la patria nacional", reconoció en el segundo día de debate. Las lecciones llegaron a todos y por casi todo. Al presidente del Gobierno, por pretender responderle con un "tocho de folios" ya preparado a las demandas que él le lanzó instantes antes, O por comenzar su intervención con un largo discurso en el que se dijo "más bien poco".

También a la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que el martes adelantó el calendario de presentación de su candidatura para las generales con un discurso de corte presidenciable en su turno sobre la tribuna. "Después de una hora y cinco minutos yo diría que tenemos un bien precioso, que es el tiempo". Y añadió, en un claro golpe a Díaz: "Y personalmente creo que no sólo fue un discurso interesante en muchos de sus pasajes, sino una presentación de un proyecto político que se llama Sumar".

Tamames se hartó de criticar los infinitos turnos de palabra de sus oponentes. Amagó una y otra vez con que esa sería su última intervención de la sesión. Y al final terminó pidiendo varias veces la hora a la presidenta, a la que recomendó revisar el reglamento de la Cámara para elevar el nivel del parlamentarismo español, empobrecido, chillón y cainita, según observó.

Foto: Moción de censura de Vox con Ramón Tamames: resultado de la votación y reacciones, en directo (EFE/Chema Moya)

El "protagonista ausente" fue el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, cuyo nombre sobrevoló en los turnos del Gobierno y de Vox. La decisión del PP de abstenerse la justificaba Cuca Gamarra sobre la tribuna. "No vamos a votar en contra de esta moción por respeto a usted, señor Tamames", respondió la portavoz.

Bien distinto fue el tono del duelo con el portavoz del PSOE, Patxi López. Acusó al político veterano de "blanquear" a la ultraderecha en un careo tenso. Tamames le recetó algo para aliviar su exitación. "Cafinitrina", pronunció varias veces. Un medicamento vasodilatador para evitar "infartos".

En la réplica final, Sánchez le acusó al nonagenario catedrático de "faltar el respeto al Parlamento" ante la mirada incrédula de Tamames.

La guillotina parlamentaria

El reglamento que rige el funcionamiento del Congreso de los Diputados define cómo han de operar las mociones de censura. Título octavo, capítulo tres. El debate lo abrirá un diputado del grupo proponente, en este caso Vox, con Santiago Abascal defendiendo al candidato, quien tomará la palabra después. Ramón Tamames habló durante media hora, pese a que el borrador del discurso filtrado días antes apuntaba a que la suya sería una alocución mucha más extensa. Ni él, ni Abascal ni el presidente del Gobierno tienen límite de palabra, cosa que sí ocurre con el resto de grupos, con 30 minutos cada uno extensibles a 40 si hay turno de réplica. Tamames tuvo que esperar dos horas y media hasta poder intervenir.

Se quejó el profesor del uso y 'abuso' del presidente Sánchez en su réplica, que le arrasó casi hasta la extenuación. "Que venga usted aquí con un tocho de 20 folios...", bramó de repente el veterano político tras solicitar la palabra. Meritxell Batet se reserva el derecho a cerrar el micrófono a uno de los ponentes en la tribuna –o en el asiento, como es el caso del profesor– si alguno de ellos se extiende demasiado o entorpece el funcionamiento de la sesión, añaden. Esto es lo que hay quienes conocen como una guillotina parlamentaria. Batet la usó contra Tamames, al interpretar que no procedía semejante interrupción.

Una jurista, sobre el discurso de Sánchez: "Es excesivo aunque sea el presidente"

La profesora titular de la Universidad de Valencia y doctora en Derecho Constitucional, María Josefa Ridaura, explica lo sucedido. En uno de sus estudios sobre el tema, titulado El control del obstruccionismo parlamentario (2000), ya trató los intentos desde la Mesa de la Cámara por evitar "discursos excesivamente largos o intervenciones que se extiendan demasiado en el tiempo, y que la persona responsable pueda cortar". Aunque esta práctica "casi no se aplica hoy en día" al haberse "racionalizado los discursos", por norma general, reconoce que es imprescindible para casos como los que estos días se denunciaban en el Congreso.

Ridaura advierte de que una moción de censura no es baladí, y aunque ve "lógico" que el presidente se extienda largo y tendido para defender su legado también cree debería haber cierta "autocontención", tanto por lo que ella llama la "cortesía parlamentaria" como por el "desequilibrio" que ya había respecto a otros grupos. Al final, todos estos factores interferían en lograr el propósito último, que es hacer llegar el mensaje a la ciudadanía. Lo mismo para Tamames o Abascal, que en este caso son quienes comparten con Pedro Sánchez el privilegio de las intervenciones ilimitadas.

¿Se deben reducir los tiempos?

De todo lo que se habló durante dos jornadas de moción de censura, la anécdota de los tiempos parlamentarios fue una de las más sonadas. Pero, a la hora de la verdad, ¿hasta qué punto pueden hacerse realidad los deseos del profesor? Las mismas fuentes parlamentarias mencionadas anteriormente aclaran que el proceso para cambiar algún aspecto del reglamento del Congreso es prácticamente el mismo que para impulsar una ley orgánica: se necesita una mayoría absoluta en la Cámara para reformar alguno de los artículos, así que hacerlo o no suele depender de esos pactos de Estado de los que en ocasiones hablan PP y PSOE, las dos grandes fuerzas mayoritarias.

placeholder El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i, abajo), aplaude junto a sus vicepresidentas Nadia Calviño (2i), Yolanda Díaz (3i) y Teresa Ribera (4i) y al resto de ministros y de la bancada socialista tras ser rechazada la moción de censura que impulsa Vox, con Ramón Tamames de candidato. (EFE/J.J. Guillén)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i, abajo), aplaude junto a sus vicepresidentas Nadia Calviño (2i), Yolanda Díaz (3i) y Teresa Ribera (4i) y al resto de ministros y de la bancada socialista tras ser rechazada la moción de censura que impulsa Vox, con Ramón Tamames de candidato. (EFE/J.J. Guillén)

No ocurre demasiadas veces. Una de las más recientes fue en junio del año pasado, cuando se aprobó una modificación de otro artículo para permitir a los diputados que viajen el día de una votación que puedan depositar su papeleta por vía telemática. "Pero hay situaciones en las que, ya sólo por decoro y cortesía parlamentaria, deberíamos aplicar el sentido común", concluyó la experta en Derecho Constitucional. De momento, Ramón Tamames se vuelve a casa sin haber logrado convertirse en presidente a los 89 años, pero con un satisfactorio giro en el guion de su vida, como él mismo dijo. Queda ver hasta qué punto sí que calan algunas de las lecciones con las que trató de convencer de que esta moción de censura no fue una pérdida de tiempo.

Tras la votación, hubo atascascos en el desfiladero del hemiciclo con numerosos diputados de Vox. También de otros grupos, como ocurrió con Cayetana Álvarez de Toledo (PP) o Miguel Gutiérrez (Cs) saludando profusamente al candidato. Mientras eso ocurría, Santiago Abascal jugueteaba con sus muletas, muy atento a quienes poco a poco se acercaban a Ramón Tamames para seguramente felicitarle o intercambiar unas palabras tras dos días, como mínimo, intensos.

El profesor Ramón Tamames regañó a 350 alumnos en sede parlamentaria. Amonestó sobre todo a uno de ellos, al que no dudó en interrumpir después de "una hora y 40 minutos" de réplica. La pregunta del catedrático, quien apenas empleó media hora de dictamen para censurar al presidente del Gobierno, era retórica: "¿Por qué tenemos que hablar tanto?". A sus casi 90 años de vida, Tamames volvió a pisar el Parlamento, del que formó parte siete años salpicados entre 1977 y 1989. Su dictamen fue severo: los diputados de hoy hablan demasiado, cacarean folios que reciben de sus asesores, evitan la dialéctica parlamentaria y gritan mucho. Varias veces recetó a un exaltado portavoz del PSOE, Patxi López, "cafinitrina", un vasodilatador para prevenir infartos.

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