ETA dejó más de dos toneladas de material para bombas escondido por España y Francia

La banda terrorista ETA dejó un extenso arsenal de zulos repartidos por la geografía española y francesa cuando decretó su cese definitivo de la violencia, en octubre de 2011. Desde entonces, las fuerzas de seguridad del Estado a ambos lados de la frontera han desarticulado un total de 46 escondites de la organización que han permitido la incautación de más de dos toneladas de materiales para la fabricación de explosivos y 331 armas, según los datos que obran en poder del Ministerio del Interior, a los que ha tenido acceso El Confidencial.

Expertos en la lucha antiterrorista consultados por este periódico indican que estos datos evidencian dos aspectos. El primero de ellos es que ETA nunca tuvo una voluntad real de dejar de matar y que el cese fue una decisión precipitada por su estado de debilidad tras años de acoso policial y judicial. La segunda circunstancia es que el arresto de sus dirigentes, en este caso del aparato logístico, provocó un descontrol de sus escondites. ETA perdió la ubicación de buena parte de su red de zulos.

Prueba de ello es que, según los mismos datos, de los 46 escondites desmantelados desde el 2011, solo ocho fueron entregados voluntariamente por ETA cuando en abril de 2017 llevaron a cabo una escenificación de desarme en Francia. El Ministerio del Interior interpretó entonces este movimiento de la banda como un show en busca de legitimidad internacional para abordar un último intento de abrir un diálogo con el Gobierno. Un año después, la banda decretó su desarticulación definitiva. Para aquel acto de desarme, las fuentes antiterroristas recuerdan que hubo visitas a veteranos dirigentes de ETA para preguntar por la localización de zulos.

De los 46 escondites, diez estaban en España y 36 se encontraban en Francia. El inventario de los materiales incautados detalla 304 armas cortas (pistolas y revólveres) y 127 armas largas (subfusiles, escopetas y rifles). Además, ETA almacenó al menos 1.011 cargadores y 20.723 cartuchos de munición. En los zulos de la organización han aparecido al menos 12 granadas y similares. En lo que tiene que ver con fabricación de explosivos, las fuerzas de seguridad han hecho acopio de 2.278,5 kilos de productos químicos para la elaboración de artefactos explosivos como pólvora, pentrita o nitratos. La lista se completa con 3.733 metros de cordón detonante y 512 temporizadores y otros elementos.

El hallazgo de estos arsenales ha permitido abrir líneas de investigación e identificar a personas relacionadas con la organización. Hace dos semanas, tres responsables de un zulo localizado en junio de 2019 en Arraia-Maeztu (Álava) aceptaron dos años de cárcel en un juicio celebrado en la Audiencia Nacional. Los tres aceptaron su vínculo con ETA y se les condenó por un delito de tenencia de explosivos con fines terroristas en concepto de autores. Más de diez años después siguen apareciendo materiales gracias a la actividad de las fuerzas de seguridad y el hallazgo casual por parte de ciudadanos que se topan con zulos de forma accidental, principalmente en zonas boscosas.

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La última localización fue el 5 de diciembre. Un ciudadano descubrió de forma fortuita un zulo en el monte Aizkorri de Oñate (Guipúzcoa), con sustancias explosivas y cordón detonante. Menos de dos meses antes, del mismo modo, apareció otro zulo en una cavidad entre las rocas en una pared vertical a una altura de unos 2 metros del suelo. En su interior, cubierto por piedras, se encontraron ocho detonadores de diferentes tipos, restos de mecha, y una bolsa que contenía dos kilos de explosivo tipo GOMA. Según los expertos, este depósito podría tener una antigüedad de unos 20 o 25 años. Todo el material estaba en mal estado.

Una vez se acordó el final de la violencia, hubo sectores minoritarios que mostraron su rechazo

ETA manifestó resistencia a la idea de cesar los atentados, pero finalmente cedió la iniciativa a su brazo político al ser consciente de su debilidad. Los herederos de Batasuna apostaron en 2009 por abrir una vía exclusivamente política en busca de su supervivencia tras años de ilegalización y detenciones. Una vez se acordó el final de la violencia, hubo sectores minoritarios que mostraron su rechazo, grupos disidentes que nunca dieron el paso de retomar las armas como sucedió con el terrorismo de Irlanda del Norte. Hoy, más de diez años después, la izquierda abertzale institucional convive con un ala más radical que cuestiona el regreso a las instituciones y le disputa la bandera de los presos, pero nadie plantea el regreso a los atentados.

En aquel octubre de 2011, ETA tenía a 700 de sus miembros en las cárceles, 559 de ellos en prisiones españolas. Desde entonces, las fuerzas de seguridad españolas y la gendarmería francesa han desarrollado diferentes operaciones policiales contra miembros de la organización terrorista que han permitido la captura de 243 terroristas: 127 en España, 91 en Francia y 24 en otros países. Actualmente, el colectivo de presos se ha visto drásticamente reducido por el paso de los años y el cumplimiento de condenas. Hoy son 188: 164 en Euskadi, 11 en Navarra y 13 en Francia.