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Las claves del 23-J: el bipartidismo resurge y deja a Vox y ERC a los pies de los caballos
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ELECCIONES GENERALES 2023

Las claves del 23-J: el bipartidismo resurge y deja a Vox y ERC a los pies de los caballos

Las elecciones dejan un país dividido por la mitad. Sólo hay una diferencia: la política de alianzas, que en el caso del PP se limita a Vox, que ya no podrá presentar mociones de censura ni recursos ante el TC. El PSOE capitaliza sus pactos

Foto: Celebración de Alberto Núñez Feijóo tras conocer el resultado de las elecciones. (Reuters/Juan Medina)
Celebración de Alberto Núñez Feijóo tras conocer el resultado de las elecciones. (Reuters/Juan Medina)
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Dos bloques, dos partidos y hasta dos españas. Las elecciones generales dejan un país políticamente partido por la mitad: 172 diputados el bloque de izquierdas y 171 diputados las derechas. Faltan los siete parlamentarios de Junts, el partido de Puigdemont, cuya dinámica es singular y propia, pero que cuenta con los votos suficientes para desequilibrar la balanza hacia un lado o hacia otro.

Algunos datos ponen de relieve esta igualdad. El Partido Popular y Vox, en conjunto, y ya con el 100% escrutado, ha logrado 11.125.584 votos, apenas 350.608 votos más que las izquierdas. O lo que es lo mismo, la distancia es de solo un 0,9% respecto del censo electoral (37,46 millones). Es la segunda menor distancia de la democracia entre los dos partidos centrales del sistema político, solo superada por los 290.328 votos que le sacó Aznar a Felipe González en 1996, cuando se habló de una amarga victoria conservadora. "Nos ha faltado una semana más", dijo entonces el líder socialista.

Respecto a las municipales de hace apenas dos meses, aunque la participación es ligeramente superior, el PP ha mejorado sus resultados en 1,03 millones de votos, mientras que el PSOE lo ha hecho en 1,47 millones. Aquí, de hecho, está la clave de bóveda de los resultados del 23-J. Mientras que el PP ha mejorado en 1,5 puntos porcentuales respecto de las municipales (hasta el 33,05%), el PSOE ha aumentado en 3,58 puntos, más del doble. Cada punto, y dado que la participación (un 70,4%) ha sido de algo más de 24,7 millones de electores, equivale a unos 247.000 votos. El porcentaje es algo inferior al 71,8% de las elecciones de abril de 2019, que pueden considerarse elecciones ‘normales’, ya que no se trató de ninguna repetición.

Esto es lo que ha roto realmente las encuestas. Salvo la del CIS, ninguna daba al PSOE por encima del 30% de los votos, lo que en parte puede deberse a la mayor movilización de sus votantes. En estas elecciones han participado 235.897 más electores que en noviembre de 2019, hasta el 70% (cuatro puntos más).

Lo que cuesta un diputado

La distancia en escaños, sin embargo, es mayor, lo que se debe a dos factores que actúan al unísono. Por un lado, la ley electoral, que premia a quienes obtienen los mejores resultados en los territorios con menor población debido a que la circunscripción electoral es la provincia y, en segundo lugar, la aplicación de la regla de D’hondt, que beneficia, en favor de la estabilidad política, al primer partido frente al segundo. Algo que explica que pese a que la distancia en votos ha sido de apenas 350.000 papeletas, PP y Vox hayan logrado 16 diputados más que el PSOE y Sumar. Es decir, cada diputado adicional debido a esos dos factores ha costado a las derechas solo 21.875 votos.

El PP, de hecho, es el partido más beneficiado. Cada diputado le ha costado 59.499 votos, mientras que al PSOE cada parlamentario le ha salido a 63.614 votos. Sumar ha sido el partido más perjudicado. Cada congresista (31) le ha costado 97.226 votos, por encima de los 91.931 votos que ha tenido que cosechar Vox.

Lo más relevante, sin embargo, es que por primera vez desde 2008 los dos partidos mayoritarios obtienen más del 30% de los votos. El PP; el 33,05%, mientras que el PSOE alcanza el 31,70%. En total. entre ambos, un 64,75% que se traduce en 258 diputados de 350. O lo que es igual, el 73,5% de los escaños. También hay que remontarse a 2008 para encontrar datos similares. Es decir, antes de que la Gran Recesión sacudiera la política española con la irrupción de nuevos partidos –Ciudadanos y Podemos– y saliera muy debilitado el bipartidismo.

Tras el 23-J, por el contrario, el bipartidismo ha salido enormemente fortalecido. Entre otras razones, por el desplome de los partidos independentistas catalanes, que juntos han obtenido los peores resultados desde 1982. ERC se ha dejado casi 412.000 votos, un 47% menos, mientras que Junts, heredera de la antigua Convergència, se ha dejado 137.591 votos, un 26% menos.

No es causalidad, por lo tanto, que los mejores resultados del PSOE los haya obtenido, precisamente, en Cataluña, donde ha ganado en tres de las cuatro circunscripciones electorales. Solo en Girona ha empatado con Junts. El partido de Salvador Illa, de hecho, ha logrado 19 de los 48 diputados en juego, aunque no menos significativo es que el segundo partido (siete diputados) haya sido Sumar, por delante, aunque el mismo número de escaños, que ERC, que se ha dejado casi la mitad de su representación parlamentaria, y Junts (también siete). El Partido Popular, incluso, se les ha acercado (seis), el triple que hace cuatro años.

EH Bildu acelera

En el País Vasco también el PSOE ha sido el partido más votado, arrebatando el primer puesto al PNV, que prácticamente ha empatado con EH Bildu en votos y escaños. Estos resultados en los dos territorios con mayor tensión nacionalista son cualitativamente muy relevantes debido a que la estrategia del PSOE ha sido especialmente cuestionada por los partidos de la derecha, que han criticado con dureza su política de pactos con EH Bildu y ERC. Esto sugiere que la estrategia de apaciguamiento socialista ha sido entendida por buena parte del electorado, que ha valorado en Cataluña un escenario político de mucha mayor normalidad e, igualmente, en el País Vasco, donde EH Bildu, elección tras elección, le va comiendo terreno al PNV.

Vox, por el contrario, sigue siendo un partido marginal en el País Vasco (2,61% de los votos) y en Cataluña es la sexta fuerza con el 7,7%. Esto sugiere que la derecha capitaliza las críticas a los pactos con los independentistas en el resto de España, pero no en Cataluña y el País Vasco, donde se premia a quienes han favorecido un escenario de mayor normalidad. Incluso en Navarra, el primer partido ha sido el PSN y el segundo EH Bildu, que ha sacado 6.922 votos más que UPN, el socio tradicional del PP en la comunidad foral y enfrentado históricamente al nacionalismo vasco.

El Partido Popular, como cabía esperar, ha fraguado sus mejores resultados en Andalucía y Madrid, que son, precisamente, junto a Cataluña, dos de las tres regiones que aportan mayor número de escaños: 61 y 37, respectivamente. En ambos territorios, el PP ha sacado ocho diputados más que el PSOE, que, sin embargo, ha resistido frente a los últimos comicios autonómicos celebrados en Andalucía y Madrid, sobre todo en este último caso, donde los socialistas no sólo han ganado un diputado más, sino que comienzan a alejarse de Sumar, que se ha quedado en seis escaños.

El caso contrario es Vox, que no ha podido capitalizar electoralmente su entrada en el Gobierno en la Comunidad Valenciana, donde ha perdido dos escaños, y algo parecido ha sucedido en Extremadura, donde ha pasado de dos diputados a uno. Y es que la suma de las derechas ha beneficiado más al PP, lo que tiene una lectura relevante (voto útil) de cara a las futuras negociaciones para formar Gobierno en el conjunto del Estado. Incluso en Murcia, que tradicionalmente ha sido su mejor feudo, ha pasado de ser la segunda fuerza a la tercera, y ha sido superado por el partido socialista. El PP de López Miras ya le saca el doble de votos, lo que necesariamente influirá en la constitución del nuevo Gobierno tras dos investiduras fallidas. Vox, incluso, al no llegar a los 50 diputados, no podrá presentar recursos de inconstitucionalidad ni mociones de censura por no alcanzar los 35 escaños. Tampoco Sumar.

Dos bloques, dos partidos y hasta dos españas. Las elecciones generales dejan un país políticamente partido por la mitad: 172 diputados el bloque de izquierdas y 171 diputados las derechas. Faltan los siete parlamentarios de Junts, el partido de Puigdemont, cuya dinámica es singular y propia, pero que cuenta con los votos suficientes para desequilibrar la balanza hacia un lado o hacia otro.

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