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El futuro es de las parejas sin hijos y dos sueldos: "Un niño no cuadra en nuestra vida"
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LOS HOGARES CON MÁS RENTA

El futuro es de las parejas sin hijos y dos sueldos: "Un niño no cuadra en nuestra vida"

Es un perfil cada vez más habitual en España, aunque siga siendo minoritario: antes que ser padres en dificultades, muchos han preferido no serlo y vivir más desahogados

Foto: Víctor y Alicia en uno de sus viajes a Tailandia. (Cedida)
Víctor y Alicia en uno de sus viajes a Tailandia. (Cedida)
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Víctor Sánchez y Alicia García lo tenían claro desde que se conocieron, siendo apenas unos veinteañeros: tener hijos no entraba en sus planes. Se han mantenido fieles a sus principios durante más de dos décadas. Hoy, a los 43, son los únicos de su grupo de amigos sin descendencia. Algunos les susurran que no se rindan, que ser padre es muy duro. No tienen hijos, pero como recogen en su página web, DinkyViajeros, su cuenta personal asciende a 24 países, cinco continentes y un mapamundi de destinos cada vez más completo.

"Lo tuvimos claro desde el principio, estábamos a gusto yendo de viaje y haciendo nuestras escapadas", explica Sánchez. "No es que no nos gusten los niños; nos gustan para un ratito, pero tener un hijo no cuadra con nuestro estilo de vida". No han parado desde 2002, salvo los años de la pandemia. Tanto es así que han terminado viviendo de su afición. "Hay muchas actividades que si tienes hijos no las puedes plantear igual, así que nosotros lo aprovechamos para realizar actividades más exclusivas: una cata, un spa, unos masajes o ir a los hoteles especializados para este tipo de público".

"Al final es más asequible el tiempo de ocio que afrontar los gastos de la crianza"

La pareja sacó su nombre del término dink: Dual income, no kids. Es decir, dos sueldos, no hijos. Sus amigos empezaron a llamárselo cuando el término, que procedía del marketing, comenzó a popularizarse para definir al consumidor más preciado, ya que es la tipología de hogar que dispone de más renta. Dos adultos de más de 30 años sin cargas familiares y ganas de pasárselo bien. Hoy, lo dink no es solo una realidad de consumo sino también una descripción de un futuro demográfico en el que la natalidad desciende año tras año.

El 22% de los hogares españoles los forman hoy parejas sin hijos a su cargo. Una reciente nota de prensa de la agencia Habits señalaba que el 15% de los hogares (2,8 millones) podría catalogarse como dink, 2,1 puntos más que en 2019. Como recuerda Marta Seiz, sociodemógrafa e investigadora Juan de la Cierva en el Departamento de Sociología II de la UNED, el perfil childfree sigue siendo minoritario, "aunque puede que veamos cada vez más este tipo de pareja". Según sus datos, en Europa, suponen entre un 3 y un 6% de los hogares.

Aunque pocos, son codiciados económicamente y atractivos simbólicamente. Un artículo recientemente publicado en Business Insider desvelaba cómo los parques temáticos de Disney están adaptándose a esta clase de público ya que los adultos sin hijos pueden llegar a suponer entre el 40 y el 50% de sus visitantes. "A Alicia le encantan los parques de atracciones", coincide el DinkyViajero cuando se le pregunta por el tema. Una de las claves de los adultos sin hijos es que buscan constantemente nuevas experiencias.

"Estoy seguro que haber tenido hijos hubiera supuesto renunciar a algunas o muchas cosas que son muy importantes para nosotros", coincide Jonatan Martínez (46 años), que volvió hace unas semanas de visitar Chicago con su pareja. Actualmente es opositor. Como él mismo reconoce, gracias a su condición pueden permitirse "afrontar tanto gastos programados como imprevistos con más solvencia". El caso de la vivienda es el más obvio. En otras condiciones, no habrían podido acceder a un inmueble en Málaga, la ciudad donde viven.

"Si eres padre, en lugar de ir a Edimburgo, terminas en Benidorm"

Esa es la gran paradoja que resume la condición de estas parejas con dos sueldos pero sin hijos. Que en un momento dado tuvieron que sentarse a hacer números y decidir si ser padres con el agua al cuello o parejas sin hijos que podrían disfrutar de una vida mucho más cómoda. En un momento en el que la incorporación al mercado laboral y la independencia económica son cada vez más tardías, a menudo, cuando estos dos hitos se alcanzan, tener hijos ya no es una prioridad.

"Parece una paradoja pero no lo es: al final resulta más asequible tener tiempo de ocio que afrontar todos los gastos relacionados con la crianza", recuerda Seiz. "Las condiciones materiales que en España se consideran idóneas para tener hijos no resultan fáciles de alcanzar para una pareja joven. Es posible que los condicionamientos materiales no permitan la crianza en condiciones idóneas pero sí una vida relativamente cómoda para una pareja sin hijos".

placeholder Un billete más. (EFE/David Arquimbau Sintes)
Un billete más. (EFE/David Arquimbau Sintes)

"Más allá de la comodidad, el tema económico es el motivo número uno", se muestra de acuerdo Javier H. (38 años), casado desde hace seis años y sin hijos. "Mi afición es ir a entrenar boxeo, pero si tuviese que apuntar a mi hijo ya no podría ir yo, por dinero y por tiempo". Ha pasado parte del verano practicando senderismo en las montañas Dolomitas, algo imposible con hijos. Descubrió la realidad económica de los padres en una conversación con una compañera: "Si el hotel de Edimburgo son 400 euros para dos, para tres puede subir a 700 u 800, más vuelo, más comidas, así que si eres padre en lugar de en Edimburgo terminas en Benidorm".

'Millennials' en busca de nuevas experiencias

El 22% de hogares españoles no tienen hijos a su cargo, pero en ese porcentaje confluyen casuísticas muy distintas, tanto la de los jóvenes que no desean tener hijos, como los que no pueden por razones biológicas o económicas, o ya jubilados que han visto cómo sus descendientes se iban de casa. En sus viajes, Sánchez y García han coincidido con frecuencia con este último perfil, el de los boomers de nido vacío que buscan experiencias más lujosas. Dos generaciones distintas encontrándose en los mismos lugares porque comparten las dos cosas más importantes: tiempo y dinero.

Como muestran los datos, son los hogares que disponen cada vez de más renta, mientras que los unipersonales o los que tienen hijos a su cargo son los que tienen menos margen de gasto. "Cuando tienes hijos, todo se vuelca en ellos y los fines de semana se basan en actividades para ellos", recuerda Neus Soler, tutora del Grado en Investigación y Técnicas de Mercado de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC). "Cuando decimos que tienen dinero no es que sean millonarios, sino que no tienen todas esas cargas que tenemos las personas con hijos", explica. "Tener hijos te cambia la vida y la dedicas casi en exclusiva a ellos". Lo admite Víctor: "En comparación con otras parejas con hijos, nosotros tenemos un estatus económico más alto".

Soler reconoce que durante años fue un poco dink, ya que retrasó su maternidad hasta los 40… y cuando viajó a Estados Unidos también visitó los parques de atracciones de Disney en Florida y California. El concepto adulto Disney (Disney adult), define a la perfección parte del estado mental de estos adultos con dinero y sin hijos, como explica Érika Fernández Gómez, profesora de la UNIR especializada en comunicación y marketing. "Cuando salió Disney+ en España analizamos el perfil de los consumidores, y aunque pensábamos que serían familias con hijos, había otro perfil habitual que era el millennial con o sin pareja, porque le gusta la marca y los contenidos que ofrece", recuerda.

"Para pasar una semana haciendo submarinismo necesitas dinero y tiempo"

Los dinks, como buenos millennials, son la mejor representación de esa cultura de la nostalgia que mueve tanto dinero. No tienen hijos, ya que en cierto sentido, son también ellos mismos unos niños grandes. "Barbie no la han visto solo las familias con hijos, sino las mujeres que jugaron con Barbies y que quieren ver cómo se ha adaptado a los nuevos tiempos", añade Fernández Gómez. "Que decidas no tener hijos no quiere decir que no tengas gustos de temática familiar desde el punto de vista de la nostalgia".

Como los describía Jonathan de Araujo, responsable de la agencia vacacional de Disney The Vacationeer, son "adultos que buscan nuevas sensaciones". Uno de los puntos en común es que su obsesión por el ocio y el consumo son consecuencia de haber dedicado gran parte de su vida, su tiempo y su esfuerzo a su carrera profesional. "Es una forma de desahogarse del estrés del trabajo o del día hay día, hay gente que prefiere desconectar en un spa o en una cama balinesa en un hotel del Caribe, y otra que prefiere actividades de adrenalina", explica Sánchez.

placeholder Pareja ¿dink? en Disneyland París. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Pareja ¿dink? en Disneyland París. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

La otra pareja de dinks que conocen dedica su tiempo y dinero al submarinismo. Lugares como Nueva Gerona, en Cuba, están llenas de adultos sin hijos que se desplazan hasta allí solo para practicar dicha afición. "Para viajar hasta ahí una semana tienes que tener tiempo y dinero", recuerda Soler, que está de acuerdo en que el perfil del dink puede ser más urbano, que trabaje en profesiones más liberales y creativas o que disfrute de una mayor flexibilidad laboral".

La generación emocional

Los adultos sin hijos y con dos sueldos son el sueño dorado del consumo, no solo por su capacidad económica, sino también por su forma de primar lo emocional por encima de lo práctico. El espíritu de una época. Fernández Gómez resume esta distinción aludiendo a cómo afrontan unos y otros la compra de un automóvil. "Una familia necesita algo más tangible cuando lo compra: amplitud, por ejemplo", explica. "Pero ¿cómo vendes un coche a ese perfil? Tal vez vas a lo emocional: la libertad, la emoción de utilizarlo los fines de semana para escaparte, que no contamine tanto…"

"Si compro un móvil, no me importa pagar un poco más porque me lo puedo permitir"

La importancia de lo emocional se refleja en toda una gran industria de la nostalgia que incluye películas, series, tebeos, festivales, merchandising o videojuegos y que intentan remontarse a esa infancia feliz (y propia) que ya no se puede vivir a través de los pocos hijos, como recuerda Soler. "El de los videojuegos, por ejemplo, es un sector que está sacando nuevas versiones de los juegos de siempre: los dinks se caracterizan porque se están haciendo mayores", explica. "Es una manera de escapar de la presión, no solo la del trabajo: que si nos estamos cargando el planeta, que si viene un virus, así que buscamos productos que nos proporcionen esa felicidad momentánea".

Esto también se traduce en lo que Javier denomina "los caprichos", y que consiste no solo en poder permitirse determinados bienes de consumo (esos Funkos, esas figuras de coleccionista, esas ediciones limitadas), sino también en no mirar tanto el precio de determinados aparatos. "Si compras un móvil, a lo mejor no me importa pagar más por uno más caro porque me gusta más", explica. Eso y poder hacer frente a lo inesperado: "Me acaban de subir la comunidad 65 euros, y aunque no me hace gracia, tampoco me tengo que quitar de nada. Pero para otras familias esos 65 euros son muchos kilos de pechugas de pollo".

Como son los consumidores supremos, la mayor parte de acercamientos a la figura del dink se suelen realizar desde el marketing y la publicidad, pero también pueden encarnar la rebeldía cultural. En El matrimonio anarquista (Hurtado y Ortega), Nadal Suau y Begoña Méndez tejen un relato epistolar alrededor de su relación como matrimonio sin hijos a contracorriente. "Ocurre a menudo o por egoísmo o por supervivencia económica, y los pretextos ideológicos vienen después", admite el profesor. Es Begoña la que reconoce que le parece cada vez "más obsceno parir hijos en un mundo tan feo". "Prefiero velar por quienes ya existen", añade.

El rasgo final que comparten estos padres sin hijos y dos sueldos es que están totalmente convencidos de serlo, al menos, hasta que tienen su primer hijo o se divorcian. No parece que vaya a ser el caso de Víctor y Alicia, que han hecho de su condición una forma de vida. "Hay gente que nos dicen que cómo podemos estar tan seguros de no tener hijos, porque si nuestros padres hubiesen pensado lo mismo no estaríamos aquí, pero preferimos mantenernos así que tener un hijo y una situación peor", concluye.

Quizá no sea todo tan bonito, matiza Javier: "Ahora todo muy bien, pero cuando seamos viejos y estamos solos a lo mejor tendremos que gastarnos 1.000 euros al mes para que alguien nos lleve a diálisis mientras a otros los cuidan sus hijos".

Víctor Sánchez y Alicia García lo tenían claro desde que se conocieron, siendo apenas unos veinteañeros: tener hijos no entraba en sus planes. Se han mantenido fieles a sus principios durante más de dos décadas. Hoy, a los 43, son los únicos de su grupo de amigos sin descendencia. Algunos les susurran que no se rindan, que ser padre es muy duro. No tienen hijos, pero como recogen en su página web, DinkyViajeros, su cuenta personal asciende a 24 países, cinco continentes y un mapamundi de destinos cada vez más completo.

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