El nuevo jefe de la Casa Real despierta recelos dentro del Gobierno: "Va a dar la batalla"

El nombramiento del diplomático Camilo Villarino como nuevo jefe de la Casa del Rey, en sustitución de Jaime Alfonsín, ha descolocado a una parte del Gobierno, que cree que con él al frente las relaciones entre la Moncloa y Zarzuela serán más ásperas. El Ejecutivo conocía el deseo de Alfonsín de dejar el puesto, tras casi treinta años al servicio de Felipe VI, y fue informado de la decisión de su relevo. Pero, a pesar de ello, la elección de Villarino ha resultado una sorpresa.

No es ningún desconocido para la Administración socialista. Era hasta ahora jefe de Gabinete del Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. Ocupó ese mismo puesto con la exministra de Exteriores, Arancha González Laya. Y previamente lo había hecho con Alfonso Dastis, el último responsable de la política exterior de Mariano Rajoy. Cuando llegó al Ministerio, Laya valoró su perfil y su condición de alto funcionario y le mantuvo a su servicio, sin ningún reparo por su pasado en el Gobierno popular.

Su dilatada trayectoria en puestos tan relevantes se percibe como una garantía por algunos miembros del Ejecutivo, que ven en él un hombre "sin adscripción ideológica" y "muy profesional", a quien se debe conceder un margen de confianza hasta conocer su labor junto a Felipe VI. Villarino asumirá sus funciones en Zarzuela, a partir de febrero.

Diplomático de carrera desde 1989, precisamente el hecho de haber trabajado con administraciones del PP y del PSOE es una de las cualidades que más se aprecian en el nuevo jefe de la Casa del Rey. Pero fuentes gubernamentales insisten en que se trata de una persona con valores muy diferentes a los que representa e impulsa el Gobierno de coalición. Le consideran "muy conservador". Y justo por eso temen que opte durante su mandato por ir al choque y que muestre una actitud mucho más combativa con el Ejecutivo. "Va a dar la batalla", señalan, y "va a querer imponer" sus posiciones.

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Con Alfonsín, explican, la interlocución ha sido buena, a pesar de que han existido desavenencias. Pero creen que con Villarino la relación será más complicada porque le presuponen una voluntad de defender con uñas y dientes a la Corona, aunque tantos los actos del Rey como sus discursos deben ser refrendados previamente por el Gobierno.

Durante la presidencia de Pedro Sánchez, han trascendido en varias ocasiones diferencias entre Moncloa y Zarzuela. En algunos periodos se ha apuntado con mucha intensidad a una mala relación entre el jefe del Ejecutivo y el monarca. Moncloa siempre lo niega y el propio presidente presume de su sintonía con Felipe VI.

Pero en 2020 el Gobierno vetó la presencia del Rey en Barcelona en la entrega de despachos a la nueva promoción de jueces, según develó el expresidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, Y han sido recurrentes las informaciones sobre que el Ejecutivo impide al monarca mantener una agenda internacional para que no eclipse la promoción en el exterior del presidente.

Más allá de defender una ley de la Corona, que modernice la institución, y considerar necesario suprimir la inviolabilidad del Rey, desde el Gobierno no se hacen reproches a Felipe VI. Todas las críticas se concentran en la figura de su padre y en los escándalos que ha protagonizado durante su reinado.

El nuevo jefe de la Casa de Rey estaba inmerso entonces en una investigación judicial

Con Camilo Villarino se abre ahora una nueva etapa en la Zarzuela que, a pesar de algunos recelos, no debe generar ninguna tensión. Aunque su trayectoria no está exenta de conflictos, sobre todo con el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que, tras sustituir a Laya no le mantuvo como jefe de Gabinete y que, además, retiró el plácet del Gobierno para que fuera embajador en Moscú.

El nuevo jefe de la Casa de Rey estaba inmerso entonces en una investigación judicial por las presuntas irregularidades de la entrada de Brahim Ghali en España. Una causa tremendamente confusa, con una disparatada actuación judicial, que quedó en nada y fue archivada. Existen fundadas sospechas de que era Marruecos quien estaba detrás.

Pero eso hizo que Exteriores vetara su marcha a Rusia. Villarino se integró entonces en el Servicio Europeo de Acción Exterior de la UE. Ahí le fichó Borrell, al ser nombrado comisario europeo. Y ahora el Rey le escoge para el puesto de mayor importancia en la Zarzuela.