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Reputación y credibilidad: el coste real de la 'conexión rusa' para Puigdemont en Bruselas
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INJERENCIAS DEL KREMLIN

Reputación y credibilidad: el coste real de la 'conexión rusa' para Puigdemont en Bruselas

El independentismo siempre ha jugado la carta de la internacionalización de su causa, pero cualquier relación con Moscú provocaría un daño reputacional importante

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/Ronald Wittek)
Carles Puigdemont. (EFE/Ronald Wittek)
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Una inmensa mayoría de eurodiputados votaron este jueves a favor de una resolución delicada para Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat. En ese texto, motivado fundamentalmente por la acusación contra la eurodiputada letona Tatjana Zdanoka de haber trabajado para los servicios secretos rusos, se señalan también los vínculos entre el independentismo catalán y Moscú. Aunque el asunto ya se había incluido en un informe aprobado en 2022 sobre la injerencia rusa, esta vez el Parlamento Europeo va más allá por la aprobación de varias resoluciones impulsadas por Ciudadanos y por el Partido Popular, contra las que ha votado el PSOE junto al resto de socialdemócratas europeos, pero que han salido adelante.

La trama rusa ha vuelto a los titulares por la prorrogación de la instrucción del juez Joaquín Aguirre, que investiga el conocido como caso Voloh sobre los lazos del independentismo catalán con el Kremlin en el contexto del procés. Un caso que, de hecho, se menciona en los considerandos de la resolución; es decir, en los párrafos previos que ofrecen contexto al texto votado. Más allá del coste que pueda tener para Puigdemont lo que ocurra en el Juzgado número 1 de Barcelona, la resolución que la Eurocámara ha aprobado esta semana tiene también un impacto para el expresident y para el independentismo catalán en general.

La resolución es un texto no vinculante, y aunque sí se solicita a la presidenta de la institución, Roberta Metsola, que lleve a Puigdemont al Comité Ético, encargado de estudiar si algún eurodiputado ha violado el código ético, este órgano solamente puede aplicar sanciones administrativas de suspensión de dietas, además de que debe probarse que la violación del código se ha producido durante su etapa como eurodiputado.

Aunque se le ha dado mucho recorrido en la opinión pública española en Bruselas, el asunto no tiene ningún impacto legal. Sin embargo, genera una conexión incómoda. Rusia y su presidente, Vladímir Putin, se han convertido en un auténtico tabú en Bruselas. Ya ocurría antes, debido a la rivalidad existente entre Europa del Este y Moscú, pero esta tendencia se ha hecho mucho más clara y visible después de la invasión rusa de Ucrania, primero en 2014 y luego, definitivamente, en 2022. Nadie quiere tener nada que ver con el Kremlin, ni siquiera aquellos, como Matteo Salvini, viceprimer ministro italiano y líder de la Lega, que en el pasado mostraban abiertamente sus simpatías por Putin.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en una entrevista con Tucker Carlson, en Moscú. (Reuters/Tucker Carlson Network)

Nadie presta demasiada atención a las batallas españolas en la Eurocámara. El resto de los eurodiputados se ha acostumbrado a ver a miembros españoles insultarse, faltarse al respeto y gritarse, arrastrando al hemiciclo debates nacionales y llenando cualquier asunto de la agenda europea con su propia batalla interna y nacional, desde Venezuela hasta el Estado de derecho. No es que los eurodiputados extranjeros no entiendan de qué van la batalla española, la amnistía o las acusaciones cruzadas de no cumplir con la Constitución: es que sencillamente les da igual.

Sin embargo, todos, desde los bálticos hasta los eurodiputados franceses, portugueses o italianos, pasando por polacos, alemanes o daneses, todos entienden el idioma universal de las relaciones con Rusia. Así, cuando este martes, durante el debate previo a la votación de la resolución, un grupo de eurodiputados españoles del Partido Popular, Ciudadanos y Vox empezaron a acusar al ausente Puigdemont de sus lazos con Rusia, estaban hablando un idioma que el resto de diputados entendía. También hizo referencia a ello Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea, siguiendo prácticamente palabra por palabra lo que ya se había señalado en un informe sobre la injerencia rusa en Europa aprobado en 2022, en que ya se hace mención al asunto, pero esta vez sí se ha destacado más durante el debate y en la resolución.

"Todos, desde los bálticos hasta los franceses, portugueses o italianos, entienden el idioma universal de las relaciones con Rusia"

El independentismo catalán siempre ha tenido la vista puesta en Bruselas. Durante el procés, se apostó decididamente por la "internacionalización": sería el reconocimiento de otros Estados miembros y de las instituciones europeas, o al menos su mediación, lo que llevaría al éxito del proceso independentista. En este terreno de juego, donde el Gobierno ha intentado recuperar el control desde los días de tensión de otoño de 2017, que se consolide la idea de que Puigdemont tuvo trato con círculos del Kremlin puede dañar mucho su imagen y con él arrastrar al independentismo catalán. No habrá un daño legal, probablemente no haya un daño político real, pero desde luego, si esa vinculación acaba consolidándose, queda una mancha que se extiende por los pasillos de Bruselas, llenos de cotillas y conspiradores políticos. Hay pocas palabras que puedan dañar más estos días en la capital comunitaria que "dicen que ese es prorruso", aunque ni siquiera sea una afirmación muy sólida.

Porque los nacionalistas catalanes siempre han hecho una apuesta total por Europa. Y, de hecho, han tenido una enorme influencia en Bruselas y en otras capitales europeas. Algunos presidentes de la Generalitat, como Jordi Pujol, han tenido un acceso directo a líderes europeos, algo impensable para los presidentes de otras comunidades autónomas. A partir de 2015, esa tendencia se revirtió, y a partir de 2017 las puertas de los despachos europeos más influyentes se cerraron del todo para el independentismo catalán, que, sin embargo, mantenía la idea de la "vocación europea" de su proyecto.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE)

Cualquier vinculación con Rusia, aunque se circunscribiera a Puigdemont y a su círculo, dañaría a todo el movimiento a ojos de Bruselas, porque incluiría al líder más reconocible del independentismo catalán en un saco en el que estaría en compañía de personajes como Salvini o como Marine Le Pen, la líder de extrema derecha del partido Reagrupación Nacional. De hecho, durante el debate previo al voto de la resolución, Toni Comín, eurodiputado de Junts y exconseller, se esforzó por negar cualquier vínculo con un mensaje que buscaba de nuevo dejar claro ese vínculo entre el secesionismo catalán y el europeísmo: "El independentismo catalán no tiene ningún vínculo con Rusia ni es antieuropeo. Al contrario, es en una Unión más integrada donde hemos puesto siempre nuestras esperanzas, porque lo que buscamos es un Estado catalán dentro de la Unión, no contra la Unión. De hecho, es gracias a los tribunales europeos que podemos hacer política desde el exilio".

El daño reputacional para Puigdemont es importante, pero va más allá. El esfuerzo de Pere Aragonès, actual president de la Generalitat, es, desde hace tiempo, volver a construir puentes con las instituciones europeas, volviendo a parecer un socio creíble y serio, no interesado únicamente en el posible papel que pueda jugar la Unión en el hipotético caso de una independencia unilateral, como ocurrió en los años, meses y días previos al referéndum ilegal de independencia del 1 de octubre. Pero la sombra de los lazos con Rusia en 2017 provocarían un daño que iría más allá de una figura, la de Puigdemont, que ya hace tiempo que ha perdido brillo y el interés mediático y político con el que llegó a Bélgica poco después del referéndum ilegal de independencia.

Una inmensa mayoría de eurodiputados votaron este jueves a favor de una resolución delicada para Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat. En ese texto, motivado fundamentalmente por la acusación contra la eurodiputada letona Tatjana Zdanoka de haber trabajado para los servicios secretos rusos, se señalan también los vínculos entre el independentismo catalán y Moscú. Aunque el asunto ya se había incluido en un informe aprobado en 2022 sobre la injerencia rusa, esta vez el Parlamento Europeo va más allá por la aprobación de varias resoluciones impulsadas por Ciudadanos y por el Partido Popular, contra las que ha votado el PSOE junto al resto de socialdemócratas europeos, pero que han salido adelante.

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