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El PSOE lanza una advertencia al PP con el caso Koldo
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El PSOE lanza una advertencia al PP con el caso Koldo

Las polémicas alrededor de la corrupción que se han sucedido desde que estalló la trama han tenido efectos en los socialistas. Pero son de una naturaleza diferente de la esperada

Foto: La presidenta del Congreso, Francina Armengol. (EFE/Javier Lizón)
La presidenta del Congreso, Francina Armengol. (EFE/Javier Lizón)
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El PSOE está muy molesto. Las recientes polémicas, que comienzan con el caso Koldo, han enfadado sobremanera al partido y al Gobierno, ya que entienden que los populares “van sin frenos”. Perciben en la tensión generada el enésimo intento de descabalgar al Ejecutivo a sabiendas de que no obtendrán rédito alguno. “Los ataques personales, las expresiones que se usan, las barbaridades que dicen a cualquiera del PSOE son intolerables. Se mancha el nombre de cualquiera, se difama, se calumnia. Para el PP todo vale”, afirman desde Ferraz.

Pero salvo la irritación, poco ha modificado el caso Koldo las posiciones del PSOE y del Gobierno. El anuncio del acuerdo para la amnistía entre los socialistas y Junts, que despejará el camino para los presupuestos, implica que la legislatura seguirá adelante. El ruido alrededor de Ábalos, de producir algún efecto, es el de hacer más necesario ese acuerdo.

Los socialistas afirman estar enfadados, pero no intranquilos. Creen que el desgaste al que los somete el PP puede pasarle factura a Génova

Hay una evidente relación entre ambos asuntos, que la misma lógica política escribe. En la medida en que hacen falta apoyos para gobernar y que perciben al PP como un partido que, afirman fuentes socialistas, está anclado “en el filibusterismo, el trazo grueso y el insulto” y cuyo único propósito es crear “un crescendo que no tiene nada por debajo, salvo el intento de generar un efecto social y de crispar a todo el mundo”, se acercan aún más a aquellos que pueden solventar el asunto de fondo, el central: la amnistía y los presupuestos. Por lo tanto, se aclara el camino para conseguir los objetivos, desbloqueando con rapidez los obstáculos y llegando al acuerdo con Junts.

Borja Semper aseguró ayer que, en un sorprendente giro de los acontecimientos, “se está utilizando la ley de amnistía para tapar la corrupción”. En el PSOE lo ven justo al revés: en la medida en que los populares habían visto cómo la baza de Puigdemont les era cada vez menos útil y que la sociedad no estaba movilizándose con la amnistía como esperaban, han acelerado con el nuevo asunto, la corrupción, para mantener la tensión lo más elevada posible. La hostilidad es la señal de su incapacidad para derribar al Gobierno: “Lo que le duele al PP es que sigue bajo el síndrome del 23-J y ve que la legislatura va para largo”.

Un muro más elevado

Los socialistas afirman estar enfadados, pero no intranquilos. Creen que el desgaste continuo al que les intenta someter el PP puede pasar, a la larga, más factura a Génova. Y que, en lo esencial, no ha cambiado nada, porque ellos van a seguir en el Gobierno. La idea de fondo es la misma que trasladó Sánchez a Feijóo la semana pasada en el Congreso: se ha reaccionado con prontitud, el PSOE no tolerará la corrupción, la legislatura será larga y los populares se pasarán años en la oposición.

El PSOE percibe al PP como un partido que no respeta límites, que ha cruzado líneas rojas y, por tanto, con el que no habrá contemplaciones

Sin embargo, algo sí ha modificado el caso Koldo las filas socialistas y es la determinación de no ceder ni un ápice. Tras las elecciones autonómicas y municipales, pero, sobre todo, tras el cara a cara televisivo de Sánchez con Feijóo, vimos un PSOE diferente. En ese instante, con un partido en descenso electoral y con malas previsiones en las encuestas, se decidió redoblar una carta comunicativa que ya había jugado en el inicio de la campaña: enfrentarse al PP con las armas de descalificación que entendían que los populares estaban empleando, sobre todo con el presidente.

Los últimos diez días antes de las elecciones, los socialistas, y principalmente Pedro Sánchez, mostraron un aire más combativo y agresivo. Tras la investidura, el presidente habló de la existencia de un muro, de dos posturas enfrentadas entre las que apenas cabían acuerdos, porque algo se había roto del todo.

Foto: Pedro Sánchez en una imagen de archivo. (EFE/Mariscal)

La polémica con Ábalos ha ratificado al partido en esa posición, El PSOE percibe a los de Feijóo como un partido que no respeta límites, que ha cruzado líneas rojas y, por tanto, con el que no habrá contemplaciones.

El listón

Los socialistas, al optar por exigir a Ábalos responsabilidades políticas y solicitarle que dejara el escaño, querían mostrar que estaban actuando de manera rápida y contundente en el primer escándalo de corrupción de los gobiernos de Sánchez. Era lógico que, una vez apartado el exministro, otros nombres del partido se vieran salpicados. Ha sido el caso de Francina Armengol, donde los socialistas han decidido trazar una línea. “Hemos puesto el listón de las responsabilidades políticas muy alto. Y a cualquier partido, y sobre todo al PP, se le puede aplicar el mismo baremo”, afirman desde Ferraz.

Han existido conversaciones entre los partidos para detener un enfrentamiento tan hostil, pero han quedado en nada

Otras fuentes del partido insisten en que cuando sacan a relucir casos como el de Almeida, no se trata de aplicar el “y tú más”, sino de subrayar una incongruencia: el PP no puede exigir responsabilidades políticas cuando tiene figuras, como el alcalde de Madrid, al que también le son aplicables. Y en el plano judicial, afirman, las cosas están muy claras: “En ese sumario, solo aparecen dos diputados: Ábalos y Tellado. Y eso es un hecho irrefutable”.

Sin embargo, la determinación combativa llega más allá. Entienden que están en el peor momento en la relación con el PP, que va a ser muy difícil reconvertirla a medio plazo y que, si hay que ir a fondo a la lucha diaria, se hará. Aunque sea políticamente sangrienta. Máxime cuando han existido conversaciones entre los partidos para detener un enfrentamiento tan hostil, que han quedado en nada.

El PSOE está muy molesto. Las recientes polémicas, que comienzan con el caso Koldo, han enfadado sobremanera al partido y al Gobierno, ya que entienden que los populares “van sin frenos”. Perciben en la tensión generada el enésimo intento de descabalgar al Ejecutivo a sabiendas de que no obtendrán rédito alguno. “Los ataques personales, las expresiones que se usan, las barbaridades que dicen a cualquiera del PSOE son intolerables. Se mancha el nombre de cualquiera, se difama, se calumnia. Para el PP todo vale”, afirman desde Ferraz.

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