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Una IU dividida valora romper con Yolanda Díaz para las europeas
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Una IU dividida valora romper con Yolanda Díaz para las europeas

La militancia de IU prefiere ir a las elecciones europeas en solitario: la posición de Sumar frente a las guerras y el desprecio que les transmiten han hartado a las bases

Foto: Acto de cierre de la Asamblea fundacional de Sumar. (Ricardo Rubio/Europa Press)
Acto de cierre de la Asamblea fundacional de Sumar. (Ricardo Rubio/Europa Press)
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El descontento en Izquierda Unida es muy notable. El puesto que se le ha ofrecido en la lista de Sumar para las europeas es un asunto enquistado que tendrá consecuencias. Estas negociaciones interminables son entendidas por muchos posibles votantes como juegos de egos organizacionales que les parecen perturbadores, pero este no es uno más de esos roces. Lo que se está cocinando en IU es diferente.

Fuentes consultadas insisten en que las relaciones entre Sumar e IU están enturbiándose en exceso: “Ya no es amor ni sexo; es algo sucio”. Desde el pacto de los botellines, la formación entonces dirigida por Garzón inició un proceso de adaptación al nuevo grupo que generó problemas internos. No era únicamente un asunto de encaje ideológico con Podemos (tenían puntos de fricción, pero también coincidencias), sino de un relegamiento sistemático. IU se sintió desdeñada, cuando no explotada, por los de Iglesias, y el malestar entre sus bases creció tanto que la aparición de Sumar fue celebrada. No por sí misma, sino porque les permitía separarse por fin del mundo podemita.

Desde Sumar perciben a IU del mismo modo que a Podemos: parte de esa vieja izquierda más dada al enfado que a la actitud positiva

Sumar no ha sido una solución, sino la continuación del problema; el tipo de quejas de los militantes de IU hacia la formación de Díaz no son más que una reproducción de las emitidas respecto de Podemos. Salieron corriendo de un lugar para ir a parar a otro muy semejante. Y en este caso sí hay una disputa ideológica, ya que los puntos de divergencia son mayores.

Desde Sumar perciben a IU del mismo modo que a Podemos: parte de esa vieja izquierda más dada al enfado que a lo positivo, con escaso capital simbólico y poco integrada en la esfera de las clases medias urbanas y tituladas que conforman su núcleo electoral. El mismo Errejón entendió, cuando tenía mando en plaza en Podemos, que IU era lo antiguo y que debía ser sobrepasada, y por eso se opuso al pacto de los botellines. Esa es la mirada también entre los dirigentes de Sumar. En cuanto a IU, muchos de sus cuadros tienen la sensación de que el propósito último de los de Díaz es llevar al extremo a IU para que termine disolviéndose.

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Es en ese contexto en el que la oferta electoral para las europeas se produce. El mejor puesto que pueden ocupar, el cuarto, no asegura la representación, lo que constituye un agravio de primera magnitud. Aun así, parte de los dirigentes con más peso en el partido han hecho expresa en las discusiones internas su voluntad de continuar en las listas de Sumar. Pero la oposición es cada vez mayor, y la opción de acudir en solitario a las elecciones europeas es defendida por un número de cuadros no menor. La dirección afirma haber demorado su decisión hasta el día después de las elecciones vascas.

Si IU se quedase sin presentación europea, sufriría un notable daño financiero que la dejaría muy débil

Es un panorama complicado, pero que en circunstancias normales se resolvería con el descontento interno habitual y con la aceptación de lo que Sumar le ofreciera. Llevan años doblegándose a los otros socios, lo previsible es que ocurra una vez más. Sin embargo, este es un momento mucho más tenso. En parte porque están en campaña, pronto tendrán que elegir a la nueva dirección, y en parte por la amenaza seria que supone para IU perder los recursos que el Europarlamento proporciona. Quedarse sin representación implicaría un daño financiero notable para la organización que la debilitaría de manera sustancial.

En ese escenario, quienes empujan para salir de Sumar y acudir en solitario a las europeas encuentran un refuerzo en lo pragmático: ya no se trata simplemente de malestar y agravios, sino de la subsistencia de la misma organización. El número de votos necesario para obtener un eurodiputado podría estar a su alcance, ya que la circunscripción es nacional. Acudir con sus siglas sería un riesgo, pero también lo es ir de la mano de Sumar en el número de la lista que se les asignará.

Sus votantes difícilmente entenderán que Sumar respalde las iniciativas de rearme, así como la retórica bélica que se exhibe en Europa

El segundo asunto que complica las cosas para la continuidad con los de Díaz es político, y posee una elevada carga simbólica, dada la tradición de la que proviene IU. La guerra de Gaza necesariamente moviliza a sus votantes, y el elegido en primarias como candidato al Parlamento, Manu Pineda, tiene un discurso siempre combativo al respecto. La deriva belicista europea, con el énfasis en la defensa y en el gasto militar, suena muy ajena a una formación que estuvo muy presente en el 'No a la guerra'. Sus votantes difícilmente entenderán que Sumar muestre en las elecciones una postura complaciente en ese sentido, que no sean suficientemente claros respecto de Gaza y que respalden las iniciativas de costoso rearme y de retórica bélica en las que Europa se halla inmersa: "Nuestra militancia está harta y no va a respaldar esas posiciones", afirman desde IU. Además, la posibilidad de que sus eurodiputados vayan a parar al grupo verde y no al actual, al de izquierda, les molesta sobremanera, dadas las posiciones que los verdes mantienen respecto de las guerras.

A pesar de estas complicaciones, parece improbable que la actual directiva de IU se atreva a dar el paso de romper con Sumar para las europeas. En ese equilibrio entre lo que se gana y lo que se pierde, la IU de los últimos años ha sido muy conservadora, y se hace difícil pensar que en esta ocasión apuesten por el riesgo. Las fuerzas que apuestan por continuar y por separarse, no obstante, están muy igualadas, lo que supondrá más tensiones internas. Pero, más allá de IU, la izquierda del PSOE percibe al proyecto Sumar como agotado, de modo que la posibilidad de una fragmentación tras las europeas es bastante elevada. Todo lo que no suponga conseguir un buen resultado, que resultaría definitivo para la continuidad, implicará tensiones en ese espacio político que abocarían a un nuevo proceso de reconstrucción.

El descontento en Izquierda Unida es muy notable. El puesto que se le ha ofrecido en la lista de Sumar para las europeas es un asunto enquistado que tendrá consecuencias. Estas negociaciones interminables son entendidas por muchos posibles votantes como juegos de egos organizacionales que les parecen perturbadores, pero este no es uno más de esos roces. Lo que se está cocinando en IU es diferente.

Yolanda Díaz Izquierda Unida Alberto Garzón