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La nueva ordenanza que hace temblar a los caravanistas de Baleares: "¡Cómo que no puedo vivir aquí!"
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HAY UNA PROTESTA

La nueva ordenanza que hace temblar a los caravanistas de Baleares: "¡Cómo que no puedo vivir aquí!"

Muestran su rechazo a la nueva norma que se implementará en Palma y que busca evitar los asentamientos con fuertes sanciones económicas de entre 750 y 1.500 euros

Foto: Los caravanistas de Baleares no entienden la ordenanza que cambiará su forma de vivir. (M.M)
Los caravanistas de Baleares no entienden la ordenanza que cambiará su forma de vivir. (M.M)

Daniel tiene 40 años y trabajo estable como fontanero, lleva 11 años viviendo en Palma y los últimos cuatro vive en una autocaravana. Tras un divorcio, durmió en el coche unos meses. No podía acceder a una vivienda hasta que, con un préstamo, pudo comprarse una con ruedas. Reconoce que entonces se planteó una habitación en un piso compartido, pero lo que hay detrás dice, es pagar al menos 600 euros y no tener intimidad. "Aquí tengo mi cama, mi cuarto de baño, mi casa, mi intimidad y vivo en una habitación que es realmente mía. Tal y como están las cosas, hace tiempo que dejé ya de mirar casas".

Su realidad es la de muchos en Baleares, con los altos precios de la vivienda, con un trabajo fijo y estable desde hace años, "no da" para tener una vivienda. Una realidad que ha ido en aumento a juzgar por lo que se ve a su alrededor. Daniel vive en uno de los tres grandes asentamientos de caravanas que hay en Palma: "Cuando llegué, hace casi cuatro años, éramos seis caravanas. Ahora puede haber 60 por todo el barrio".

"Somos una comunidad de indignos para la Administración", añade Pep, un mallorquín que ronda los 65 años y no oculta su enojo con la nueva ordenanza cívica que prohibirá aparcar más de 10 días seguidos en el mismo lugar y tampoco permitirá las instalaciones en el exterior. Son algunos de los cambios que prevé esta nueva normativa y que vendrán aparejados con un aumento del importe de las sanciones si se incumple: las multas oscilarán entre los 750 y 1.500 euros.

La normativa que está acabando de perfilar el Ayuntamiento de Palma marca la diferencia entre estacionar y acampar, algo que considera que afecta al entorno y la convivencia. "Me están diciendo que no puedo vivir en mi autocaravana, en mi propiedad, quieren que durmamos debajo de un puente", critica Pep quien, junto a Daniel, señala que, desde que ellos viven allí, se acabaron los botellones en la zona y las visitas de aquellos "que venían a fumar droga". Y suman que no han tenido ningún problema con los vecinos que tienen sus casas en las inmediaciones.

placeholder Pep, uno de los caravanistas que se verán afectados por la norma, muestra el interior de su casa junto a su perro. (M.M.)
Pep, uno de los caravanistas que se verán afectados por la norma, muestra el interior de su casa junto a su perro. (M.M.)

Pep vive en autocaravana desde el año 2018 "por circunstancias". Le diagnosticaron un cáncer y dos meses de vida y cuando se recuperó, decidió que iba a vivir cada día que le habían regalado y que no sería entre cuatro paredes. Arregló la camper de su empresa y, junto a su perro Aquiles, se fue a conocer mundo, siempre teniendo como punto de referencia este enclave de autocaravanas.

Cuando Javier, argentino de Mar de Plata y con más de 20 años en Mallorca, se jubiló, compró la autocaravana. Su ilusión era viajar; la realidad, que era imposible mantener un piso. "Vienen el alquiler, la luz, el agua… y los sueldos no han ido en proporción al aumento del coste de la vida". Hace tres años que tiene una casa con ruedas: "No somos hippies, no es salir de turismo, no tienes otro lugar, tienes que adaptarte a vivir en ocho metros cuadrados, a otro estilo de vida".

Cuando llegó en 2001 a la isla, trabajó como repartidor. "Gané hasta 2.000 euros al mes", un buen sueldo, al menos hasta 2008 con la crisis. Desde entonces fue compaginando trabajos, algunos en la economía sumergida. Ahora, jubilado, le ha quedado una pensión de 570 euros. "No quiero ni pensar en tener que compartir una casa", dice. Vivió en un piso en el que había "hasta 13 nacionalidades": "Los fines de semana no podías dormir y había peleas, así que dije que nunca más". Tras un ictus, con lo que tenía de su jubilación, empezó a dormir en el coche hasta que se pudo comprar una autocaravana con la ayuda económica de su familia."Todos los que estamos aquí hemos dormido en el coche", reconoce: "La vida no es fácil y ahora lo ponen más difícil".

Foto: Algunas familias afectadas por el desalojo. (M.M.)

Javier mira a los dirigentes políticos, a los que culpa de "haber creado este problema". "Ahora es un, arréglate como puedas, ya que la nueva normativa prohibirá que alguien se quede dentro de su vehículo, están vulnerando mi libertad, actuando sobre mi persona", dice este hombre, que pide estabilidad. Mientras tanto, asienten Pep y Daniel, que son una pequeña comunidad, un grupo de personas que se cuidan.

El problema de la vivienda va a más, señala Javier, y está afectando a personas de todas las edades. "Las nuevas generaciones no pueden comprarse una casa, pero miran a los que vivimos en caravanas". Piden a los políticos que prueben a vivir con sus suelos y a buscar soluciones sociales en lugar de poner en marcha una ordenanza cívica que, aseguran, les persigue con medidas policiales.

Por su parte, el alcalde de Palma, Jaime Martínez en declaraciones a la Cadena Ser, defendió la ordenanza cívica diciendo que "en Palma no se puede vivir en autocaravana, no queremos una ciudad que tenga autocaravanas para vivir, las personas tienen que vivir en viviendas dignas, aquí los servicios sociales deben encontrar soluciones".

"Mi camper, mi hogar"

Este sábado, los inquilinos de autocaravanas se manifestarán hoy contra la nueva normativa cívica bajo el lema "Mi camper es más que un vehículo, es mi hogar y limitar mi derecho a vivir en ella es negarme la dignidad".

placeholder El exterior de uno de los parques de caravanistas de Palma. (M.M.)
El exterior de uno de los parques de caravanistas de Palma. (M.M.)

"No es fácil vivir en una autocaravana, pero te habitúas, al menos tenemos un sitio decente donde dormir y si llueve, no nos mojamos", apunta Javier. Lo mismo dice Carlos, que ronda la treintena, vino de Sevilla hace más de cuatro años y compartía piso.

Con dos trabajos no podía acceder a una vivienda para él solo y finalmente se decidió a comprar una autocaravana hace un año y se mueve a su trabajo en coche o transporte público. Acaba de aprobar unas oposiciones para la administración del Estado, pero cree que no podrá adquirir una vivienda ni cuando tenga su plaza de funcionario. Esta generación y la que viene, si no cambian las cosas, no van a tener casa, aseguran, así que animan a a encontrar una solución.

Daniel tiene 40 años y trabajo estable como fontanero, lleva 11 años viviendo en Palma y los últimos cuatro vive en una autocaravana. Tras un divorcio, durmió en el coche unos meses. No podía acceder a una vivienda hasta que, con un préstamo, pudo comprarse una con ruedas. Reconoce que entonces se planteó una habitación en un piso compartido, pero lo que hay detrás dice, es pagar al menos 600 euros y no tener intimidad. "Aquí tengo mi cama, mi cuarto de baño, mi casa, mi intimidad y vivo en una habitación que es realmente mía. Tal y como están las cosas, hace tiempo que dejé ya de mirar casas".

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