Es noticia
El abogado que te libra de los marrones más chungos: "El sistema tiene fisuras"
  1. España
Marbella confidencial

El abogado que te libra de los marrones más chungos: "El sistema tiene fisuras"

Su cartera de clientes es un quién es quién de los bajos fondos de la Costa del Sol. Era cuestión de tiempo que la tele se fijara en él (la serie 'Marbella'). En los dominios marbellíes de un letrado resistente al estrés: Ricardo Álvarez-Ossorio

Foto: El abogado Ricardo Álvarez-Ossorio posa en una terraza de Marbella. (D. P.)
El abogado Ricardo Álvarez-Ossorio posa en una terraza de Marbella. (D. P.)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Un mafioso centroeuropeo que acumula altercados de drogas, choques con la policía y trifulcas en discotecas, pregunta en el cuartelillo: "¿Esto tiene solución?, y su abogado le responde: "Todo tiene solución menos la puta migraña que tengo encima". Es una escena de Marbella, serie de Movistar Plus+ sobre el crimen organizado, aunque el letrado esté basado (con licencias peliculeras) en uno real: Ricardo Álvarez-Ossorio.

Son las ocho de la tarde de un lunes, estamos en un restaurante posmoderno en Puerto Banús y Álvarez-Ossorio no tiene migraña... de momento: hay alcohol en la mesa, pero sobre todo hay móviles sonando (sus clientes tienden a darle quebraderos de cabeza). Para entendernos, el Walk on The Wild Side de Lou Reed es una canción sobre monjitas piadosas comparada con su cartera de clientes. El narcolado salvaje de la vida.

Aunque tres décadas de carrera dan para mucho -también ha defendido a policías- Ossorio suele atender a lo mejor de cada casa, los más macarras del barrio, gente que resulta graciosa... en las películas de Guy Ritchie. Porque todos tenemos derecho a un abogado, también los veinteañeros que pasean por Marbella con cadenas de oro, chuchos malhumorados, chándales Versace de 1000 euros... y no son estrellas de la música urbana. A ellos les libra a veces de marrones chungos

"No me voy a jugar mi carrera con una tontería"

“Si sé que veníais con Ricardo os hubiera invitado a pasar y a tomar una”, dice a los periodistas uno de los porteros del local, con terraza con vistazas y chaise longue infinitos. Los empleados del local vacilan al abogado por su conversión en estrella televisiva. Todos ríen y se dan golpes en la espalda. Aunque al día siguiente tiene juicio en Algeciras, con gran alijo de cocaína de por medio, la conversación con Ossorio se prolonga hasta la noche, y va del vértigo de los bajos fondos a absurdeces varias, que para algo estamos en Marbella.

PREGUNTA. ¿Le ha tenido alguna vez miedo a un cliente?

R. Esto no es Corrupción en Miami. No les dan arrebatos de violencia. El momento más delicado es cuando están en la cárcel con mucho tiempo para pensar y ponerse paranoicos. Si tienen unas expectativas exageradas sobre mi capacidad legal o alguien les ha envenenado, pueden acabar rayándose conmigo, pero de estos breves episodios tensos (suelen recular al día siguiente) he tenido poquísimos. Tres entre cientos.

P. Le habrán ofrecido alguna vez participar en algún negocio turbio, ¿no?

R. Sí, pero no me voy a jugar mi carrera con una tontería.

Cádiz, año cero

Cómo todo buena comedia biográfica que se precie, la suya empezó por error.

Estamos en el Cádiz de mitad de los noventa. El veinteañero Ossorio, que aún vive con sus padres, trabaja en un banco por la mañana y en el turno de oficio por la tarde, donde lleva conflictos de medio pelo, como separaciones matrimoniales. Aunque le "entretenía más ser abogado", parecía tener “más futuro laboral en la banca”, hasta que le adjudicaron por error la defensa de un capo emergente del hachís detenido tras saltarse varias citas judiciales y que no se entendía con sus abogados.

placeholder Foto: D. P.
Foto: D. P.

"¿Yo defendiendo a un pequeño pez gordo? Era como poner a un estudiante de medicina a hacer un trasplante de riñón", recuerda. El caso no era para él, se le quedaba grande, pero le echó morro al asunto. "Me disfracé de abogado con una chaqueta de mi hermano y fui a verle a la cárcel. Le caí en gracia, nos entendimos y me hizo llegar una buena cantidad de dinero en un sobre".

Su novia de entonces le advirtió que igual se estaba metiendo en un tremendo lío, pero Ossorio subió la apuesta: con “total inconsciencia", se presentó en los juzgados a pedir la libertad de su cliente sin un pliego de motivos. Porque sí. El juez, asombrado por la desfachatez del chaval, acabó otorgando la libertad bajo fianza a su cliente (“digamos que en los noventa los temas de drogas no tenían tanto impacto social como ahora”, contextualiza el letrado). Libre de las cadenas penitenciarias, el joven narco le pagó lo que ganaba en dos años en el banco por los servicios prestados. “El resultado de mi trabajo legal en ese caso fue espectacular, el método no tanto”, cuenta el abogado encogiéndose de hombros.

Acababa de entrar por la puerta grande del submundo legal a los 23 años. "Entonces apenas había tres penalistas solventes dedicados a esto en la zona", asegura. Su nombre empezó a sonar en los bajos fondos ("casi todos mis clientes me llegan por el boca a boca en el mundillo").

"Casi todos mis clientes me llegan por el boca a boca en el mundillo"

El negocio creció. También la dificultad de los casos, como el del narcotraficante Alex Male, el “prófugo más buscado del Reino Unido”, afincado en la Costa del Sol. Cercado por la Interpol, Male huyó de España e inició un azaroso periplo internacional, para acabar detenido en Portugal. Reino Unido pidió su extradición, que parecía bien encarrilada. "Dude mucho si coger el caso de Male porque estaba hasta arriba y no veía la manera de ganarlo, lo que, sin duda, hubiera disgustado a un cliente con el que era mejor llevarse bien", recuerda. Pero el letrado aceptó... y ganó.

¿Las claves del caso Male? Fallos en la traducción al narco durante la detención y atascos estivales de la justicia portuguesa, a la que, tras varios recursos de Álvarez-Ossorio, se le pasó el arroz con la fecha de extradición. "Habrá gente a la que no le parezca sensato que Alex Male esté en la calle, pero si acabara en la cárcel, otro ocuparía su lugar rápidamente en el mercado de venta de cocaína o lo que fuera. Mira, yo no tengo la culpa de que el sistema tenga fisuras. Si el caso Male ha servido para que trabajen más jueces en Portugal en agosto, bienvenido sea. Mi trabajo es descubrir si el coche judicial tiene fallos; de arreglarlo se tienen que encargar otros", zanja.

La espuma de los días

Los mundos de Ossorio son los de la Costa del Sol como imán de a) el crimen organizado (el trasiego logístico entre Algeciras, Marruecos y el Campo de Gibraltar), b) el glamour de las viejas fortunas y c) el descaro hortera de las nuevas. Con Marbella como enclave mullido del rentismo internacional y otras formas más macarras de hacer dinero.

La Marbella dorada residencial se extiende mucho más allá del centro urbano, con sus mansiones de muchos ceros, pero el epicentro del costumbrismo vaporoso está en Puerto Banús. Como los chiringuitos están pegados a los superyates, mientras tomas algo en una terraza, a no más de cinco metros, puedes ver guiris en bikini chapoteando en la pileta de su barco a Venus mientras ponen morritos a un selfie. Te sientes como un jubilado viendo una obra detrás de una valla, pero con 50 millones más de presupuesto y entretenimiento. Estampas propias de una novela de Ballard en la que un lugar de recreo parece suspendido en el tiempo… hasta que algo lo pone patas arriba…

placeholder Foto: D. P.
Foto: D. P.

Mientras esperábamos la llegada de Ossorio junto a una rotonda, unos chavales pasan varias veces con unas motillas eléctricas, disparando a los coches con pistolas... de agua. Una escena fascinante e inquietante, porque la línea entre el esparcimiento y la balacera se ha hecho más fina los últimos meses en Marbella, con varios tiroteos callejeros. ¿Está perdiendo el crimen organizado su discreción habitual? ¿Tiempos nuevos, tiempos salvajes? "Ha habido una progresión. No es lo mismo un ajuste de cuentas en un garaje perdido, que un tiroteo a la vista de todos a plena luz del día, que genera una lógica alarma social", cuenta Ossorio, que cree que una mayor visibilidad policial aplacaría el furor balístico.

Para manejar este denso negociado sin que se te vaya la olla, no parece valer solo la competencia profesional, el carácter también ayuda: Ossorio se considera “arrojado”, pero sobre todo emite algo que podríamos bautizar como "vibraciones gaditanas desahogadas", entre la picaresca, el jiji-jajá y el bonvivantismo, 'flow' necesario para surfear la vida cuando se pone loca.

P. ¿Cuánto duerme usted?

R. Cuatro horas como mucho. Sencillamente, me despierto. Soy hiperactivo diagnosticado.

P ¿Nunca baja la guardia?

R. Si algún día me da la fatiga, porque tengo que ir a la cárcel y me da pereza, me bebo un Red Bull.

P. ¿Le da alas?

R. Como soy hiperactivo no lo noto tanto.

P. Trabaja 24/7 con clientes con tendencia a meterse en grandes follones. ¿De estrés qué tal va?

R. Lo llevo bien [su novia, que acaba de aparecer en el restaurante con impecable 'look' de venir del gimnasio -¡larga vida a Marbella!- confirma que en casa tienen el estrés controlado: "Lo maneja bien"]. El plutonio es malo para muchas cosas, pero no para una central nuclear. El estrés es terrible para mucha gente, pero a mí me va bien.

En tres palabras: Marbella. Plutonio ¡Weah!

Un mafioso centroeuropeo que acumula altercados de drogas, choques con la policía y trifulcas en discotecas, pregunta en el cuartelillo: "¿Esto tiene solución?, y su abogado le responde: "Todo tiene solución menos la puta migraña que tengo encima". Es una escena de Marbella, serie de Movistar Plus+ sobre el crimen organizado, aunque el letrado esté basado (con licencias peliculeras) en uno real: Ricardo Álvarez-Ossorio.

Series
El redactor recomienda