El giro internacional de Sánchez: cuatro graves choques diplomáticos en tres años

La estrategia internacional de Pedro Sánchez, con giros históricos en política exterior, ha provocado cuatro graves choques diplomáticos en apenas tres años. La polémica por las palabras de Javier Milei sobre Begoña Gómez este domingo y la llamada a consultas de la embajadora española en Argentina es el último episodio de una tensión casi constante. El Gobierno de coalición ha lidiado, durante esta legislatura y la anterior, con importantes crisis con Marruecos, Argelia o Israel.

La respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación no es algo habitual. Tanto, que en treinta años no hay ni diez precedentes, incluyendo el enfrentamiento con Argentina. En estos cuatro conflictos desde 2021, España solo ha llamado a consultas a su legación una vez, mientras que en el resto fue la otra parte involucrada. No obstante, hay que sumar el caso de Nicaragua hace tres años por insultos de su gobierno, aunque tuvo una menor repercusión mediática.

La primera gran crisis diplomática de Sánchez fue en 2021 con Marruecos. La embajadora de Mohamed VI en España, Karima Benyaich, fue llamada en mayo de ese año tras la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, que dinamitó la maltrecha relación. El trato entre ambos países ya era malo entonces y Benyaich incluso fue convocada por Exteriores para que aclarase las declaraciones del primer ministro marroquí, Saadeddine El Othmani, sobre Ceuta y Melilla. "Son marroquíes como el Sáhara", dijo. La tensión latente entre España y Marruecos, incrementada por la llegada masiva de inmigrantes ese año, llegó a máximos.

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Pedro Sánchez dio entonces un giro histórico y se posicionó del lado de Marruecos en la problemática sobre el Sáhara Occidental. El presidente del Gobierno reconoció en una carta a Mohamed VI, en marzo de 2022, que el plan del reino alahuí para la antigua colonia española era la iniciativa "más seria, realista y creíble”. Karima Benyaich regresó a Madrid, pero la polémica fue mayúscula. La decisión del Ejecutivo fue rechazada por prácticamente todo el arco parlamentario, de izquierda a derecha, y abrió una grieta con Podemos, su socio de coalición. Lo peor, sin embargo, es que el cambio de postura de Sánchez provocó un efecto dominó y desató una nueva crisis. Esta vez con Argelia.

El país magrebí reaccionó con contundencia a la política exterior de Sánchez y retiró a su embajador en España, Said Moussi, durante más de un año y medio. El cambio tuvo consecuencias nefastas más allá de la diplomacia, con un boicot a los productos españoles. Como informó El Confidencial, Argelia suspendió en junio de 2022 el tratado de amistad y cooperación, vigente desde hacía veinte años, y excluyó las empresas nacionales de las licitaciones públicas, aunque nunca lo reconoció públicamente. El choque, que no se resolvió hasta noviembre de 2023, se tradujo en pérdidas millonarias, hasta el punto de que los afectados crearon la Asociación de Empresas Afectadas por la Crisis de Argelia para exigir al Ejecutivo una reclamación en concepto de responsabilidad patrimonial.

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Y de nuevo España enlazó un incendio con otro. Pedro Sánchez desató a finales del año pasado una crisis diplomática sin precedentes con Israel, tras los atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre, que todavía colea y mantiene una relación de máxima tensión entre Madrid y Tel Aviv. El presidente del Gobierno ha situado el reconocimiento de Palestina como una prioridad para esta legislatura, liderando una campaña internacional que todavía, sin embargo, no ha resultado tan exitosa como esperaban en Moncloa. El viaje a Oriente Medio fue el detonante.

Sánchez mostró su intención de reconocer unilateralmente a Palestina y apostó, en colaboración con Bélgica, por un alto al fuego definitivo en Gaza tras la ofensiva israelí. El Gobierno de Benjamin Netanyahu, que convocó a los embajadores de ambos países para una "fuerte reprimenda", consideró que alargar la tregua e impedir su victoria sobre Hamás era una forma implícita de secundarles e incluso habló de que España "apoya el terrorismo". La embajadora, Rodica Radian-Gordon, abandonó Madrid durante un mes en mitad de una enorme desconfianza, mientras el Ministerio de Exteriores acusaba a Tel Aviv de falsedades e insistía en su condena de los atentados.

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Israel ya ha sustituido su legación en España, con el nombramiento reciente del diplomático Zvi Vapni, pero las relaciones no se han restituido del todo. Una prueba muy evidente es que el ministro para los Asuntos de la Diáspora de Israel y combate contra el Antisemitismo, Amichai Chikli, cargó con dureza contra Pedro Sánchez esta misma semana durante el VIVA 24 organizado por Vox, el mismo evento en el que Javier Milei acusó a Begoña Gómez de "corrupta". Chikli criticó al Gobierno del PSOE y Sumar por su reconocimiento de Palestina. "Es responsable de que haya más muertes en Gaza por estrechar lazos con el terrorismo de Hamás", declaró.

La última crisis es con Argentina. La Moncloa y la Casa Rosada mantienen un fuego cruzado continuo tras la polémica del mitin de la formación ultraconservadora. José Manuel Albares ha llamado a consultas a la embajadora española en Buenos Aires y amenaza incluso con romper relaciones si no existe una disculpa por parte del presidente sudamericano, pero ni él ni su gabinete están por la labor. El enfrentamiento entre ambos países va en aumento tras este episodio y el ocurrido semanas atrás, cuando el ministro Óscar Puente acusó a Javier Milei de consumir "sustancias", a las puertas de la campaña de las elecciones europeas y con el tema como una cuestión de Estado para el Ejecutivo y el PSOE.

Ocho precedentes

La llamada a consultas de la embajadora en Argentina es casi una excepción. España no llega a la decena en diez años: Nicaragua (2021 y 2019), Venezuela (2016 y 2015), Siria (2012), Honduras (2009), Marruecos (2002) e Irán (1997), más la ruptura de relaciones diplomáticas con Guatemala en 1980, según informa EFE.

La última vez que el Gobierno llamó a un embajador fue en agosto de 2021, cuando convocó a la legación en Managua por un comunicado del sandinista Daniel Ortega, que acusaba a España de “falacias, encubrimiento, mentiras, delitos, crímenes de odio y lesa humanidad”. Cinco años antes, con Mariano Rajoy en la Moncloa, se llamó al representante en Caracas por los insultos de Nicolás Maduro. El dictador llamó "racista, basura corrupta y basura colonialista" a Rajoy.