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El importante papel que juega Vox y el daño que le puede hacer a Feijóo
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El importante papel que juega Vox y el daño que le puede hacer a Feijóo

La pelea entre la Fundación Disenso y FAES por ganar peso en el orden internacional revela una paradoja en la derecha española. Pero también una contradicción viva en el PP

Foto: Abascal, en una acto de Vox en Valencia. (Europa Press/Jorge Gil)
Abascal, en una acto de Vox en Valencia. (Europa Press/Jorge Gil)
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FAES, la fundación presidida por José María Aznar, hizo ayer público un artículo, titulado Vox y la corrupción del conservadurismo, en el que ataca al partido de Abascal y asegura que “Vox y Sánchez se retroalimentan actuando como polos complementarios. Sánchez sin Vox perdería su excusa favorita, su seguro de vida”.

Las tensiones entre Milei y el presidente del gobierno español, que aumentaron sustancialmente tras la intervención del mandatario argentino en el Viva 24 organizado por Vox, también se trasladaron a la campaña. Los encuestadores afirman que una polarización en torno a ambas figuras puede ayudar tanto a Sánchez como a Abascal. Los efectos electorales de tales disputas se conocerán realmente el 9-J, pero la pelea por el espacio entre FAES y Fundación Disenso sí es un hecho cierto, porque viene de largo. Y, en ese enfrentamiento, Vox lleva ventaja, o al menos en parte.

En el texto, FAES se posiciona en contra de Trump y regresa a los parámetros del partido republicano de hace una década, mientras Vox apoya decididamente al candidato republicano, lo que señala la paradoja española: el discurso del PP va ganando dentro de nuestro país, pero perdiendo fuera.

El mismo acto de Vistalegre en el que estuvo Milei subrayó los apoyos de Vox en Europa, con gobernantes actuales presentes en el acto, pero también con partidos que son la principal fuerza de oposición. Además, mostró que las conexiones de los de Abascal llegan hasta el otro lado del océano, allí donde FAES fue un think tank influyente. El giro que ha dado el continente americano hacia nuevas opciones de derecha, y en especial los motivos que han impulsado ese cambio, señalan a las claras qué caminos están tomando los partidos conservadores y qué papel está jugando Vox en ese contexto.

La vuelta al patio trasero

En esa pelea entre China y EEUU por la hegemonía en la que estamos inmersos, se llame o no guerra fría, Latinoamérica se había convertido en un continente secundario para los estadounidenses. Quizá porque estaba concentrando sus fuerzas en el Pacífico, y porque tenía frentes abiertos en Oriente Medio y en Europa, Washington había dejado de lado en los últimos años su 'patio trasero' y solo parecía preocuparle la inmigración. Mientras tanto, el continente, que había vivido cierto auge ligado a las materias primas durante la década de los 10, vio detenido su desarrollo un poco antes del covid. Con la pandemia, los problemas se hicieron más profundos, su progreso frenó en seco y la inestabilidad social y económica se apoderó de la región. Las brechas políticas se hicieron más profundas.

Pero, mientras tanto, en toda esa década, China había logrado convertirse en un actor regional de primer orden. La presencia económica de Pekín en el continente se multiplicó. Era la gran potencia con la que comerciaban, mientras EEUU representaba más bien a los acreedores de la deuda. Washington fue dejando espacio y los chinos lo aprovecharon.

América Latina posee más de la mitad de las reservas mundiales de cobre y de litio, y es China el país que tiene acceso a ellos

Un ejemplo evidente de la creciente influencia de Pekín se percibe nítidamente en México. Los republicanos estadounidenses han puesto mucho énfasis en su relación con el país vecino por dos motivos, los flujos migratorios y la relación de las fábricas de automóviles allí instaladas con la industria china. Por eso quieren revisar los tratados comerciales. Sin ir más lejos, Biden ha impuesto un arancel del 102% a los coches eléctricos chinos, y Trump insiste en que los elevará aún más, ya que si los asiáticos entran en el mercado estadounidense a través de México será un baño de sangre para la industria de EEUU y para sus trabajadores. Pero no es solo eso. Como explica Helen Thompson, los cárteles de la droga necesitan fentanilo, que importan de China, al igual que los productos químicos necesarios para las drogas sintéticas que venden en EEUU. Y eso se convierte en un arma: “China suspendió todas las operaciones antinarcóticos con Washington durante más de un año después de que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visitara Taiwán en agosto de 2022”.

México es relevante por la frontera, pero la influencia de Pekín en Centroamérica y América del sur es enorme como comprador de productos agrícolas y ganaderos, y sobre todo, de materias primas y de minerales. De dos de ellos, el litio y el cobre, América Latina posee más de la mitad de las reservas mundiales, y se trata de metales básicos para las renovables. China tiene acceso a ellos, en especial al litio.

Por si fuera poco, Pekín ha diseñado proyectos de conectividad entre distintas zonas del continente, tiene presencia en el canal de Panamá, y continúa canalizando, aunque ya en menor medida, inversiones hacia diferentes países de Latinoamérica. No hay que olvidar tampoco su relación con Venezuela y su petróleo, o que la presencia masiva de sus móviles baratos en países de Centroamérica contribuirá a la implantación de las aplicaciones chinas en esos países, incluidos los servicios bancarios, así como a la recogida de datos.

Foto: Un hombre sin hogar en las calles de San Francisco muestra su alijo de fentanilo (Reuters. Shannon Stapleton)

En ese escenario, y dada la recomposición del orden internacional que estamos viviendo, Washington no podía ignorar durante más tiempo un continente en el que China se ha situado como socio comercial prioritario. Necesita recobrar los vínculos para cerrar el paso al desarrollo chino, para tener acceso a los recursos del continente y para controlar el patio trasero por razones de seguridad.

La oportunidad de Vox

En un escenario de inestabilidad, en el que el ciclo político, más que de izquierdas o de derechas, es de cambio (lo usual es que los gobiernos en el poder lo pierdan en las siguientes elecciones), han surgido una serie de nuevos líderes de derechas que ya no están vinculados con las fuerzas tradicionales: Milei, Bolsonaro, Kast, Bukele, entre otros, son proEEUU, antiChina, proIsrael y proNetanyahu, además de defensores del libre mercado. El socialismo es su principal enemigo, al que azuza constantemente.

En España solo Vox se tomó en serio el continente americano y a las nuevas fuerzas que estaban creciendo en él. El alejamiento de nuestro país, y de Europa, con América fue notable en la década pasada, quizá porque ya teníamos aquí suficientes problemas. Pero, al mismo tiempo, y como señalaba el domingo Pablo Iglesias, España despreció el papel que podría desempeñar, que no era tanto de liderazgo del mundo hispanohablante, sino de asesoramiento, de influencia cultural y de puerta de entrada hacia Europa de Latinoamérica. Vox, a través de la Fundación Disenso, vio en ese ámbito una oportunidad evidente de crecimiento.

Foto: Imagen de EC Diseño.

La influencia de Vox en América Latina a través de su iniciativa de la Iberosfera es grande, hasta el punto que han ocupado el espacio en que años atrás estaba bien situada FAES: todas las derechas que están creciendo allí tienen la conexión hecha con los de Abascal.

La contradicción española

Vox es relevante para esas formaciones no tanto por constituir la vía de acceso hacia Europa, sino porque son la conexión con los republicanos trumpistas, la gran mayoría hoy. Esta posición está dando réditos a los de Abascal en el plano internacional, pero todavía no se los ha proporcionado en España, donde el PP lidera la derecha de una forma clara y donde Feijóo quiere distanciarse de los populistas y de las extremas derechas. Otros dirigentes del partido, sin embargo, como Díaz Ayuso, se han mostrado mucho más empáticos con figuras como Milei. También hay que constatar que Madrid es una ciudad en la que muchos inmigrantes adinerados latinoamericanos han venido a residir, lo que ha creado un clima político especial que la presidenta de la Comunidad ha sacado partido.

En este orden, la sustitución de las derechas liberales por las populistas y las extremas ha sido habitual en América Latina, en Europa y en EEUU en los últimos años. España resiste, como otras derechas europeas, caso de la alemana. Vox confía en que, les vaya bien o mal en las europeas, haber adquirido un suelo de seguidores a partir de los cuales no bajarán, y al mismo tiempo esperan que las tendencias mundiales les aporten la energía que necesitarían para crecer. Las elecciones europeas pueden ayudar en ese propósito.

La derecha española cercana a Aznar cumple pocas de las características de la sistémica: es mucho más pro-Washington que pro-Bruselas

Mientras tanto, el Partido Popular vive en una contradicción ideológica que debe resolver. Las derechas que han crecido son favorables al libre mercado, pro-EEUU, anti-China, pro-Israel y antisocialismo. La derecha sistémica europea es pro-EEUU, pero mucho antes pro-UE; no está cómoda con China, pero apuesta por mantener relaciones amistosas; es pro-Israel, pero Netanyahu les genera más dudas; y es favorable al libre mercado, pero no entiende al socialismo como enemigo que deba desaparecer, sino parte de la tradición socialdemócrata continental. Son proyectos muy diferentes. Vox encarnaría el primero, el PP el segundo.

Sin embargo, la derecha española cercana a Aznar cumple pocas de estas cosas: es mucho más pro-Washington que pro-Bruselas, quiere alejarse al máximo de China, es pro-Israel y pro-Netanyahu y considera al socialismo cada vez más como un enemigo. Ese es el dilema que debe resolver el PP internamente, porque oscila entre una y otra posición con frecuencia. Y el lugar del viejo Aznar, como el de FAES, ya está ocupado por Vox.

Y dado que esas contradicciones existen, Sánchez se encuentra cómodo posicionándose como un líder europeo sistémico que lucha contras las derechas estilo Milei. Incluye en ese conglomerado no solo a Vox, sino al PP. Si en Génova no saben escaparse de este abrazo, las cosas se les complicarán a los populares en las europeas.

FAES, la fundación presidida por José María Aznar, hizo ayer público un artículo, titulado Vox y la corrupción del conservadurismo, en el que ataca al partido de Abascal y asegura que “Vox y Sánchez se retroalimentan actuando como polos complementarios. Sánchez sin Vox perdería su excusa favorita, su seguro de vida”.

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