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Una fortuna y la traición de una amante cercan al marido de la americana desaparecida en Madrid
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Una fortuna y la traición de una amante cercan al marido de la americana desaparecida en Madrid

Ana María Henao, que atravesaba una depresión, se quería divorciar de su pareja y la Policía cree que el hombre viajó a España para matarla y quedarse un patrimonio de 10 millones

Foto: Imágenes del sumario del caso sobre la desaparición de Ana María Henao.
Imágenes del sumario del caso sobre la desaparición de Ana María Henao.

Ana María Knezevich Henao llegó a España en busca de un cambio de vida lejos de su casa en Florida y de un traumático episodio de divorcio. Pero a esta mujer con nacionalidad colombiana y estadounidense se le perdió la pista el 2 de febrero en Madrid, una misteriosa desaparición de la que su marido es ahora el único sospechoso. Está detenido en Estados Unidos y la policía española le acusa de asesinar a la mujer y ocultar el cadáver. Según la investigación, su objetivo era preservar una fortuna de 10 millones de dólares que estaba en riesgo en caso de separación. Pero la traición de una amante contribuyó a frustrar sus planes.

El cuerpo de la víctima sigue sin aparecer pese a una búsqueda realizada hace días en la que participaron siete agentes del FBI trasladados desde su país para presenciar los trabajos. Se desplazaron desde Estados Unidos cuatro hombres y tres mujeres. La Policía Nacional española ha logrado reconstruir los pasos del marido, un ciudadano serbio llamado Dusan Knezevich, aunque se hace llamar David. Las pesquisas de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid han sacado a relucir las costuras de un plan criminal imperfecto.

David Knezevich, de 36 años, voló desde Estados Unidos a Serbia, allí alquiló un coche y recorrió 7.677 kilómetros en un viaje de ida y vuelta cruzando Europa en una semana para matar a su mujer. Ambos tenían una serie de empresas de tecnología y bienes raíces que les habían reportado un patrimonio millonario dividido en una quincena de casas en Florida. Esto ha permitido a los investigadores establecer el móvil económico como principal hipótesis del suceso. Ella quería romper la relación y le exigía un 50 % de todo el imperio.

Ana María vivía en una jaula de oro. Su nivel de vida le permitía viajar y poner tierra de por medio en otro país y alquilar un piso en un lugar céntrico de Madrid, donde ocurrieron los hechos, la calle Francisco Silvela. Al mismo tiempo, el dinero supuso para ella una condena en varios sentidos porque también pasó años separada de un hermano por una discusión a causa de una herencia. Ahora ese hermano, con el que recuperó el contacto poco antes de desaparecer, es quien más gestiones está haciendo para lograr esclarecer los hechos.

Una amiga denunció la desaparición ante la Policía Nacional. Ambas tenían planificado un viaje a Barcelona el 5 de febrero

El hermano de Ana María había trabajado durante años para la pareja en sus empresas y fue de los primeros en apuntar al marido de su hermana como responsable de la desaparición. Tras retomar la relación con su hermana, acudió a las autoridades de Florida a denunciar su ausencia. Recientemente, ha pleiteado en España para que le reconozcan como custodio de la fortuna de su hermana, sin éxito. Según consta en el sumario al que ha tenido acceso El Confidencial, el marido comenzó a vender propiedades en fechas cercanas al suceso.

placeholder Última imagen con vida de la desaparida
Última imagen con vida de la desaparida

Parecía que poco a poco Ana María iba edificando una nueva vida en Madrid. Se reencontró con una amiga del colegio a la que conoció durante su infancia en Colombia. Esta mujer, llamada Deysi, se convirtió en su principal apoyo. De hecho, esta es la persona que denunció la desaparición de su amiga ante la Policía Nacional. Ambas tenían planificado un viaje a Barcelona el 5 de febrero porque Ana María quería asistir a una conferencia de una psiquiatra, pero no se presentó en la estación de Atocha para coger el tren.

Unos mensajes extraños

Deysi recibió varios whatsapp de Ana María en su móvil diciendo que había conocido a un chico con el que iba a pasar varios días en una localidad a dos horas de Madrid, pero la redacción de estos mensajes le hizo desconfiar. Estaban muy bien escritos y su amiga solía cometer faltas de ortografía. Estos mensajes serán claves para la investigación porque la tesis de la Policía es que los escribió el propio marido después de asesinar a la víctima, haciéndose pasar por ella. De hecho, le mandó mensajes parecidos a varias personas que tenían relación fluida con su mujer.

Ana María usaba redes de contacto para tener citas y llegó a conocer a varios chicos con los que tuvo relaciones esporádicas en Madrid. También las usaba para conocer amigas nuevas. Pero seguía medicada por ansiedad y había coqueteado con el consumo de drogas, concretamente hongos alucinógenos. También recibía terapia psicológica con un especialista a través de Skype, tanto individual como de pareja, con su todavía marido, pero no le sirvió para reconducir el matrimonio.

Según el entorno de la mujer, David Knezevich quería tener una relación abierta y forzó a Ana María a tener una relación con otro hombre. La propia víctima llegó a manifestar a su círculo de confianza que sentía miedo de David y que era una persona "narcisista". La propia Deysi, cuando denunció la desaparición de su amiga, comentó que Ana María había protagonizado en el pasado intentos de suicidio. Este dato frenó la investigación varios días porque el juzgado rechazó la petición de la policía de revisar el registro de llamadas de la mujer. Entendió que podría ser una desaparición voluntaria.

La Policía había recurrido a los bomberos para que entrasen en la casa de Ana María a través de una ventana. Acreditaron que la mujer no estaba. Había cierto desorden y la cama quedó sin hacer, pero tampoco hallaron restos de violencia ni nada que hiciera sospechar. No fue hasta pasados unos días cuando ya sí se empezó a considerar como un caso de alto riesgo. Lo propició la denuncia que presentó una responsable de la comunidad de vecinos del edificio en el que vivía Ana María. Reportó una serie de actos vandálicos en sus instalaciones, principalmente que alguien había tapado con spray negro las cámaras de videovigilancia de la finca, en pleno centro de Madrid.

El inicio de la investigación

Aquí es cuando empieza una investigación policial que ha evidenciado múltiples errores por parte del marido de la mujer. La Policía pidió las grabaciones de las cámaras de vigilancia del edificio de la calle Francisco Silvela. Se aprecia a un hombre que va vestido como un repartidor. Lleva una chaqueta reflectante y un casco de moto. Se le ve acercarse al objetivo de la cámara —hasta el punto de que se aprecian sus ojos a la perfección— y cubrirla con un spray de color negro. Los agentes de policía analizaron el vídeo y lograron determinar la marca del aerosol utilizado. A partir de ahí, contactaron con la empresa fabricante y le pidieron información de las tiendas a las que vende su producto.

placeholder Imagen extraída del sumario.
Imagen extraída del sumario.

Aparecieron 32 comercios en la Comunidad de Madrid y llamaron uno a uno hasta que al final dieron con una ferretería en Coslada que sí recordaba haber vendido ese spray el mismo día 2 de febrero en el que se perdió la pista de Ana María. La misma persona compró dos rollos de cinta americana que pagó con un puñado de billetes arrugados. Le pidieron las cámaras de videovigilancia del establecimiento y en ellas se pudo apreciar sin género de dudas al marido de Ana María. La geolocalización de su teléfono móvil —un Xiaomi Redmi acabado en 876— también le ubica en ese punto y en la calle Francisco Silvela el día 2 de febrero.

La complexión del individuo que compró en la ferretería, además, coincidía a su vez con la del falso repartidor que se desplazó hasta la casa de la desaparecida. El casco de moto y el chaleco reflectante lo adquirió en una tienda de la calle Isaac Peral. Además de hacer estos movimientos con su móvil en el bolsillo, otro error de David Kznezevich fue no cubrir del todo una de las cámaras con su spray negro. Se aprecia parcialmente el descansillo de la casa de Ana María y se ve salir al hombre del casco con una maleta de grandes dimensiones. La familia de la desaparecida se teme lo peor.

La prueba que ha terminado de acorralar a este hombre fue la aparición de una joven de 25 años. Es colombiana y presentó una batería de cientos de mensajes con los que pudo acreditar que mantenía una relación extramatrimonial con David Knezevich. Quedaban y pasaban tiempo juntos cuando él iba a Colombia. Lo que contó esta mujer es que se enteró por la prensa de que Ana María había desaparecido y que su novio era la persona a la que los medios de comunicación en España situaban como principal sospechoso.

placeholder El marido de Ana María en la ferretería de Coslada.
El marido de Ana María en la ferretería de Coslada.

Leyendo las informaciones del suceso, se encontró el contenido de los últimos mensajes que supuestamente había escrito Ana María a sus amigas para explicar su ausencia. Son aquellos en los que decía haber conocido a un chico con el que iba a pasar unos días fuera de Madrid. Esta testigo informó de que esos mensajes los escribió ella a petición de David. Su amante se los mandó escritos en inglés y le pidió que se los tradujera al español. Por eso estaban escritos en perfecto castellano, sin faltas de ortografía. Ella nunca imaginó para qué los quería David. Le dijo que eran para un actor amigo suyo en Serbia que estaba preparando un papel para una obra.

Esta testigo terminó de condenar a su amante cuando acreditó que David sí entiende el español porque a veces se expresaba en ese idioma con ella. Esto choca con la actitud que ha mostrado siempre el sospechoso cuando la Policía le ha pedido colaboración en las pesquisas. Se niega a ayudar o a ser interrogado porque dice que no entiende el castellano. Tampoco ha querido aportar los movimientos de sus tarjetas de crédito. No tiene cuentas bancarias en España, por lo que ha habido que pedir esa información a Estados Unidos.

Para esta investigación, la Policía Nacional ha contado con apoyo de autoridades de varios países, entre ellos Serbia. Desde el país balcánico informan que David Knezevich salió de su territorio el 30 de enero y volvió el 5 de febrero atravesando la frontera con Croacia. Hasta España se tardan 26 horas de viaje. Él lo realizó a bordo de un coche Peugeot 308 azul marino que alquiló en Belgrado. Al dueño del negocio le dijo que tintaría los cristales del auto porque le molestaba el sol. La Policía cree que lo hizo para ocultar algo.

Foto: Guardias civiles participan en la búsqueda de un desaparecido. (EFE/Alberto Ferreras)

David Knezevich dejó otro rastro que ha permitido conocer sus pasos en España. Robó unas matrículas a un coche para instalarlas en su Peugeot alquilado y pasar desapercibido. El afectado acudió a comisaría a denunciarlo y facilitó el número de matrícula. La investigación, que ha revisado las cámaras de Tráfico, ha podido acreditar que esa placa, efectivamente, se puso en un Peugeot 308 de color azul.

No devolvió el coche hasta el 15 de marzo, casi mes y medio después de la visita a casa de Ana María en la calle Francisco Silvela de Madrid. Ahora ese coche puede ser la prueba definitiva contra David. De momento, las autoridades de Estados Unidos solo le imputan un secuestro. El Juzgado de Violencia contra la mujer número 9 de Madrid, sobre el que recayeron los hechos, ha pedido a Serbia que mandé el vehículo para que lo analice la Policía Científica en busca de restos biológicos de Ana María.

Una delegación de policías españoles ya se desplazaron en su momento hasta Belgrado para entrevistarse con el dueño del negocio del alquiler de coches. Les avisó de que David Knezevich había devuelto el vehículo muy limpio.

placeholder El momento en el que tapa la cámara con el spray.
El momento en el que tapa la cámara con el spray.

El último posicionamiento del móvil de Ana María es de las 22.55 horas del 2 de febrero. Eso es menos de una hora de diferencia del momento en el que apareció el falso repartidor en su edificio, a las 22.05. En los alrededores hay una sucursal de Caixabank, pero las cámaras de videovigilancia no captaron nada de interés para la investigación, tampoco las de dos paradas de Metro cercanas.

Ana María tenía pagado el alquiler hasta el 1 de marzo y a sus amigas les dijo que estaba buscando otro piso donde vivir y teletrabajar. El contrato del alquiler en Francisco Silvela lo firmó el 16 de enero. El dueño del piso le dijo a la policía que estaba con un hombre al que presentó como su novio. Las amigas de la joven afirman que David Knezevich había estado alguna vez en Madrid con ella este año, por lo que podría conocer la casa.

El teléfono de la víctima desapareció con ella, al igual que sus pasaportes, el estadounidense y el colombiano. Los últimos mensajes de su móvil en los que decía haber conocido a alguien, en cambio, se enviaron el 3 de febrero. Su última conexión de WhatsApp es de ese día a las 16.17 horas. La última imagen con vida de la desaparecida es del 2 de febrero a las 14.20, cuando las cámaras del rellano la captan llegando a casa con un ramo de flores. La familia de Ana María pide que no se cese la búsqueda de la mujer, que se haga justicia y un curador en Estados Unidos que proteja el patrimonio millonario que generó junto a su marido.

Ana María Knezevich Henao llegó a España en busca de un cambio de vida lejos de su casa en Florida y de un traumático episodio de divorcio. Pero a esta mujer con nacionalidad colombiana y estadounidense se le perdió la pista el 2 de febrero en Madrid, una misteriosa desaparición de la que su marido es ahora el único sospechoso. Está detenido en Estados Unidos y la policía española le acusa de asesinar a la mujer y ocultar el cadáver. Según la investigación, su objetivo era preservar una fortuna de 10 millones de dólares que estaba en riesgo en caso de separación. Pero la traición de una amante contribuyó a frustrar sus planes.

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