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El problema del PSOE con la gente con dinero (y el de las izquierdas con la gente sin él)
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El problema del PSOE con la gente con dinero (y el de las izquierdas con la gente sin él)

Los resultados de las últimas elecciones, analizados desde el nivel de renta de los votantes, señalan una dificultad para el bloque de gobierno que responde a una tendencia general

Foto: Pedro Sánchez, acompañado por Garamendi. (Europa Press/Carlos Luján)
Pedro Sánchez, acompañado por Garamendi. (Europa Press/Carlos Luján)
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Los resultados de estas elecciones europeas, tomando como variable el nivel de renta, han sido muy llamativos. El PP tiene un voto más o menos constante, que desciende un poco entre clases medias altas, y se dispara en las zonas donde residen las personas con más recursos. Vox obtiene su mayor porcentaje entre las rentas bajas y medias bajas, sufre en las clases medias altas y recupera el nivel inicial entre las clases con más dinero.

En la izquierda la situación es más llamativa. El partido dominante, el PSOE, ha obtenido hasta el 45% del voto en los barrios con menor renta, se mueve en porcentajes superiores al 30% en las rentas medias bajas y en las medias, y a partir de ahí desciende significativamente, y apenas logra un 16% en los barrios más ricos.

Sin embargo, el voto de las clases con menos recursos a Podemos, Sumar o Ahora Repúblicas (ERC, Bildu, BNG), es muy bajo, cuando no inexistente. En el caso de los nacionalistas, cuentan con poca aceptación entre las capas medias bajas y su apoyo prácticamente se triplica en las medias altas, para caer en picado entre las altas. Los gráficos de Sumar y Podemos son semejantes: su nivel de voto entre las clases menos recursos es bajo y avanza conforme llegan a las medias altas, para caer en picado en los barrios con más renta.

No son resultados, sin embargo, que puedan tomarse al pie de la letra, porque hay varios factores que los distorsionan.

Los movimientos en la foto

Las elecciones europeas tienen especificidades, dado que la abstención suele ser mucho más elevada, y las rentas más bajas son las que menos participan en ellas. Además, en la medición por renta hay un hecho que altera sustancialmente la fotografía. Al obtenerse los datos por distritos electorales, el nivel de renta queda marcado por la diferencia entre unas partes y otras de España. Renta y territorio de residencia suelen ir unidos, y los nacionalistas y las izquierdas fuera del PSOE suelen obtener mejores resultados en ciudades y en regiones con recursos.

En tercer lugar, en los comicios europeos hay una mayor transferencia de voto, en parte porque hay más papeletas de castigo en las urnas, en parte porque el sistema electoral de las europeas favorece que se vote a partidos minoritarios. Además, esas dinámicas habituales en las que los electores eligen una opción para su ayuntamiento y otra para su comunidad autónoma o para las generales también opera en este caso.

Realizadas estas salvedades, conviene anotar que los comicios del 9-J han conservado constantes, que no son una excepción dentro de las tendencias electorales, y que en ellos se han repetido variables.

Las divisiones entre las izquierdas

Es un hecho más apreciable en la izquierda, ya que es un espectro ideológico inserto en una dinámica especial. Hay una primera división de naturaleza territorial: en ese espacio convive una fuerza con recorrido nacional, el PSOE, junto con varias de ellas que poseen un marcado carácter local. Esa fragmentación es explicable por los elementos nacionalistas, caso de Esquerra, Bildu, BNG o Compromís, pero también por la división de la izquierda, que se ha vuelto territorial. La descomposición de UP, que en Sumar se aprecia más aún, dio lugar a un conjunto de fuerzas autónomas ligadas a regiones concretas: Más Madrid posee dinámicas propias, los comunes son una izquierda exclusivamente catalana e IU tiene fuerza sobre todo en Andalucía y Asturias. La izquierda a la izquierda del PSOE es un espacio muy territorializado que no logra conformar un proyecto nacional.

Las izquierdas que se imponen al PSOE se asientan en grandes ciudades o en comunidades ricas de España

En esa división, se nota especialmente cómo el PSOE logra mucho apoyo en zonas de Andalucía y Extremadura, y a menudo en las zonas con menos recursos, lo que explica en parte que sea el partido más votado entre las clases más pobres, mientras que las izquierdas fragmentadas se asientan en grandes ciudades o en comunidades ricas de España. Sin embargo, tampoco cabe menospreciar el hecho de que, en grandes ciudades como Barcelona, Valencia o Bilbao, el PSOE esté fuerte, y a menudo obtenga buenos resultados en las poblaciones de la periferia urbana. La pugna por ese espacio electoral tiene distintos ganadores. Es desfavorable para los socialistas en Madrid, Euskadi y ahora Galicia, y favorable en Andalucía, Valencia y ahora Cataluña.

Sin embargo, los elementos que los separan, y que explican esas variaciones en el voto, no son únicamente los ligados con la lengua en las comunidades históricas, o con el nivel de autonomía al que se aspira, o en las variables secesionistas, también tienen que ver con factores de clase.

El ejemplo de Bildu

En algunos partidos, estos elementos están muy marcados. Más Madrid o los Comunes encuentran su granero entre las clases formadas, con titulación universitaria y a menudo urbanitas. A Podemos y a Sumar les ocurre igual. El apoyo de fuerzas como Esquerra entre funcionarios y clases medias catalanas las aleja de las clases populares. El votante tradicional de IU se encontraba entre clases medias con interés en la política, a menudo funcionarios, y en el proletariado ilustrado. En la mayoría de esas comunidades, cuando las clases con menos recursos votan, suelen preferir al PSOE, especialmente en las generales.

Esa bifurcación tiene nuevas expresiones, producto de los tiempos, y quizá sea Bildu, un partido en auge, el que mejor explique esa deriva. El votante actual de Bildu es principalmente de clase media alta y reside en poblaciones que oscilan entre los 10.000 y 50.000 habitantes. En algunos segmentos de edad, como los que van de los 40 a los 47 años, es dominante. En las grandes capitales también recibe voto, como ocurrió en Vitoria en los pasados comicios vascos, pero esos entornos suelen pertenecer electoralmente a otros partidos.

Compagina el propósito gestor con los elementos típicos (verdes, feministas, servicios públicos) de las izquierdas contemporáneas

Además de factores históricos, que arrastran voto, Bildu ha tratado de crecer saliéndose de los viejos marcos, ya que su propósito es gobernar Euskadi a medio plazo: ha conformado un nuevo ideario y se ha dirigido a nuevos votantes. El perfil de su líder, Pello Otxandiano, es significativo al respecto: es un ingeniero de telecomunicaciones que pertenece más a la categoría de tecnócrata que de activista, y que suele citar a nombres como Mazzucato, Piketty y José Mujica. Compagina, pues, un propósito gestor, que es la principal oferta que Bildu está lanzando como partido a la ciudadanía vasca (la idea de que gobernarán mejor que un PNV en horas bajas) con los elementos típicos (verdes, feministas, protectores de los servicios públicos) de las izquierdas contemporáneas.

Desligado de cuestiones históricas, ese es exactamente el giro que ha realizado Pontón al frente del BNG, y es el mismo en el que están insertas formaciones como Más Madrid, aunque a estos les cueste más ser vistos como gestores. Esta oferta es susceptible de ser apreciada mucho más entre clases medias y medias altas, jóvenes y adultos con formación y en poblaciones con un nivel de vida razonable. Es ahí donde el PSOE está perdiendo tracción.

Esto explica la inversión que se está viviendo en estos tiempos: el PSOE, el partido de masas español que llegó a ser el preferido de las capas medias y de las medias altas, y que era complementado a su izquierda por el PCE, que se nutrió de clases medias y proletariado ilustrado, ha pasado a ser el partido mayoritario de la izquierda en territorios en declive y entre las clases medias bajas. Los estratos intermedios formados se refugian en otros partidos de izquierda, por motivos identitarios (nacionalismos, más derechos LGTBI o más feminismo o más impulso verde) o por su carácter de urbanitas.

El problema para el Gobierno

Esta variación genera un nuevo contexto para el PSOE, que es problemático en estos instantes. En cierta medida, la huida de las clases formadas y de las medias altas hacia los partidos territoriales de izquierda no tendría por qué causar perjuicio al bloque de Gobierno, ya que podría resultar complementario: lo que pierden unos, lo ganan los otros. Sin embargo, no es así, ya que las nacionalistas comen mucho espacio, pero tampoco ayuda la falta de cohesión de Sumar.

El caso de Los Republicanos (LR) en Francia es muy pertinente a este respecto. LR fueron un partido de masas en Francia, que se vio sorprendido por la creciente fortaleza de Le Pen, y que fue ocupando cada vez más un lugar minoritario en la escena nacional. LR ha logrado mantenerse, y se defiende electoralmente, ya que sus candidatos y su marca son todavía fuertes en zonas concretas de Francia. Se han convertido en un partido que se sostiene gracias a un conjunto de baluartes locales. Están ahora sometido a tensiones internas, ya que su líder, Éric Ciotti, quería aliarse con Le Pen en las próximas legislativas, y una parte relevante del partido se opuso a ese movimiento.

En la medida en que Sumar se convierta en una coalición de fuerzas locales, el declive de lo general irá permeando en lo particular

Pero más allá de cuál sea el destino final de LR, debe constatarse que, en la medida en que territorializó y se volcó en el poder local, dejó de tener tracción a nivel nacional. La carencia de un proyecto general perjudicó a los candidatos de los territorios, y ahora están en las puertas de verse en un espacio aún más minoritario. Unas elecciones como las legislativas, en las que los dos polos están muy definidos (Le Pen contra el Frente Popular) amenazan con llevarse al partido por delante, ya sea mediante integración, ya mediante una derrota electoral profunda.

Este caso podría ser el de las izquierdas ligadas a Sumar. En la medida en que se conviertan en una coalición de fuerzas locales, el declive de lo general irá permeando en lo particular. Los malos resultados en las europeas de algunas de estas formaciones indican que ese daño ha comenzado a dejarse sentir.

Si fuera así, no solo generaría problemas en Sumar. El PSOE, en las europeas, ha pasado del 30% del voto, pero con eso no le basta, y carece de tracción para ganar esos cuatro puntos que necesitaría para compensar la bajada de las izquierdas. Necesitaría un mayor impulso o que Sumar se consolidase para alcanzar al menos una treintena de diputados en las generales. Ambos están ahora lejos de eso. El problema de fondo es que, en lugar de que esa complementariedad en cuanto a renta y territorios ayude a crecer a las izquierdas, las ha sumido en la competencia entre ellas. Y eso es un problema para el Gobierno y sus socios.

Los resultados de estas elecciones europeas, tomando como variable el nivel de renta, han sido muy llamativos. El PP tiene un voto más o menos constante, que desciende un poco entre clases medias altas, y se dispara en las zonas donde residen las personas con más recursos. Vox obtiene su mayor porcentaje entre las rentas bajas y medias bajas, sufre en las clases medias altas y recupera el nivel inicial entre las clases con más dinero.

Pedro Sánchez Yolanda Díaz Bildu Más Madrid
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