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Las dudas sobre la viabilidad de la legislatura se apoderan del PSOE tras el bloqueo político en Cataluña
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pesimismo en los parlamentarios

Las dudas sobre la viabilidad de la legislatura se apoderan del PSOE tras el bloqueo político en Cataluña

La sucesión de derrotas parlamentarias y la incertidumbre sobre la investidura de Illa repercuten en el ánimo de diputados y senadores, que admiten sin ambages las dificultades de esta etapa

Foto: La bancada del grupo socialista esta semana en el Congreso. (EP/Eduardo Parra)
La bancada del grupo socialista esta semana en el Congreso. (EP/Eduardo Parra)
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El 29 de mayo del año pasado, cuando Pedro Sánchez adelantó por sorpresa las elecciones generales, hasta él mismo se veía fuera de la Moncloa. En mes y medio, PP y Vox no alcanzaban la mayoría absoluta y el PSOE tenía opciones de seguir en el Gobierno con el voto de Junts. Los socialistas han galopado durante meses a lomos de este subidón. La concesión de la amnistía lo empantanó todo y el PSOE flaqueó. Pero la victoria de Salvador Illa en las catalanas del 12-M y el declive de las formaciones independentistas, despejaron las dudas sobre si se había actuado bien.

La legislatura anterior, con la crisis del covid y la invasión rusa de Ucrania, fue muy complicada y el Gobierno se sobrepuso pese a los mensajes catastrofistas de la oposición. Eso, al margen de leyendas en torno a Sánchez, les hizo resilientes, con una gran capacidad para enfrentarse a situaciones de tensión. La experiencia previa hizo pensar a la Moncloa que ahora, pese a que la aritmética es mucho más ajustada y dependen siempre de los votos de Junts, podrían ir salvando todos los obstáculos.

Ya han comprobado que no, que el apoyo de Carles Puigdemont tiene siempre un precio y que eso limita mucho la acción legislativa del Gobierno. Ya no se envía nada al Congreso que no cuente con un respaldo previo de los grupos parlamentarios. Pero eso no evita que los socialistas hayan cosechado varias derrotas parlamentarias, de más o menos enjundia, porque alguno de sus socios se alía con el PP.

La sucesión de citas electorales del semestre ha enmascarado esta debilidad. En las filas socialistas, tanto en el Congreso como en el Senado, la inquietud que emergía era la brutal polarización. Una preocupación latente que comparten también muchos diputados y senadores del PP.

Foto: La vicepresidenta María Jesús Montero y el ministro Félix Bolaños sonríen al paso de Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso. (EFE)

Pero, desde que el pasado 10 de junio, ERC decidió dar a Junts la Mesa del Parlament y enfriar así un pacto para hacer president de la Generalitat a Salvador Illa, el PSOE ha entrado en un clima de desazón que hace temer por la viabilidad de la legislatura. Tanto Moncloa como Ferraz y, por supuesto, el PSC estaban bastante convencidos de que los republicanos acabarían votando a Illa, el único candidato con posibilidad de ser elegido, y espantarían una repetición electoral para no continuar desangrándose.

Esa confianza se ha desvanecido porque Esquerra se encuentra en estado de destrucción. "Ya son habitualmente ciclotímicos", pero cuando entran en crisis, aseguran, las llevan "al extremo". "Ante un 99% de opciones potables y un 1% mala, irremediablemente optan por esta", señalan fuentes socialistas. En el Gobierno, sobre todo en el cogollo de Sánchez, se agarran a que es factible el acuerdo, a que es cuestión de esperar, de que los republicanos calibren bien el peligro de unas nuevas elecciones.

placeholder Puigdemont y Rull se reúnen en Waterloo. (EFE)
Puigdemont y Rull se reúnen en Waterloo. (EFE)

En la cúpula de Sumar también prevén un pacto cocinado "a fuego lento", que llegue en el último momento, al filo del 26 de agosto, cuando automáticamente se convocarían otros comicios en otoño si Illa no logra antes ser investido. Pero otros ministros son menos positivos y consideran que la presión de Puigdemont, que ha dejado claro que busca otras elecciones, está haciendo mella en ERC.

No se tira la toalla, pero tampoco se niega que se enfrentan a un panorama peor del que esperaban. Y eso cala entre los parlamentarios. La tesis hasta ahora era que, una vez despejada la gobernabilidad en Cataluña, con Illa en la Generalitat gracias a ERC y los comunes, la legislatura nacional se encarrilaba. Nadie en el PSOE ve, como se sostiene en algunos círculos, que entonces la cólera de Puigdemont le llevaría a retirar su aval a Sánchez y el Gobierno se quedaría sin apoyos. Al contrario, se da por supuesto que Junts continuará respaldando al Ejecutivo. Sin regalar nada, pero dentro de su mayoría parlamentaria.

El problema, las dudas que han emergido estas semanas, es que si las elecciones catalanas se repiten, la ansiada estabilidad o pseudoestabilidad del Gobierno se aleja. Para empezar la negociación de los presupuestos de 2025 se retrasaría, posiblemente, a finales de año, y habría que prorrogar por segunda vez los de 2023. En ningún sitio está escrito que Sánchez no pueda continuar con las cuentas prorrogadas otro ejercicio. Y en el entorno del presidente incluso lo verbalizan: "Se puede gobernar sin presupuestos". Pero esa posibilidad es lo que está alimentando en el PSOE la idea de que realmente esta etapa está resultando inviable.

Foto:  El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en un acto en Madrid. (EFE/Javier Lizón)

Fuentes socialistas asumen que la vida parlamentaria es muy compleja y que la legislatura "no tira". El ambiente, admite otro parlamentario, es oscilante. "Es indudable la incertidumbre, pero se alternan momentos de más pesimismo con la confianza en la baraka de Pedro Sánchez". En este punto, las opiniones se dividen entre quienes hablan abiertamente de adelanto electoral, en el momento en que el presidente atisbe una mínima oportunidad, y los que creen que aguantará al máximo pero tratando de tener siempre la iniciativa política.

Cataluña lo emborrona todo, si hay nuevos comicios los presupuestos del año que viene se demorarán y el margen para tomar la delantera es menor. Aun así, distintas fuentes del PSOE especulan con que convoque el congreso del partido en el próximo curso político (lo que significaría hacerlo lo más pronto que permiten los estatutos) y haga también una crisis de Gobierno, aprovechando la marcha a Europa como comisaria de la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Foto: Pedro Sánchez con las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz en el Congreso. (Eduardo Parra / Europa Press)

Estas dos decisiones se manejan para ambos escenarios, con investidura de Illa o con repetición de elecciones. En el segundo caso, tanto para soslayar este imprevisto, llenar el espacio político hasta finales de año y empezar a controlar la agenda tras el verano.

De todo esto se habla estos días en el PSOE, a raíz del bloqueo catalán. De dar por hecho que el candidato de PSC sería president han pasado a temer que no ocurra. Muy pocos cargos hablan todavía de adelantar las generales, pero ya no se percibe como algo imposible. Quienes más están en el ajo admiten que Sánchez no puede dar este paso hasta que la izquierda a su izquierda se recupere (Sumar o una evolución de Sumar) y no se presente Podemos, revitalizado tras lograr dos escaños en las europeas. En lo que todos coinciden es que quieto no se quedará.

El 29 de mayo del año pasado, cuando Pedro Sánchez adelantó por sorpresa las elecciones generales, hasta él mismo se veía fuera de la Moncloa. En mes y medio, PP y Vox no alcanzaban la mayoría absoluta y el PSOE tenía opciones de seguir en el Gobierno con el voto de Junts. Los socialistas han galopado durante meses a lomos de este subidón. La concesión de la amnistía lo empantanó todo y el PSOE flaqueó. Pero la victoria de Salvador Illa en las catalanas del 12-M y el declive de las formaciones independentistas, despejaron las dudas sobre si se había actuado bien.

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