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Pedro Sánchez ignora el órdago de Puigdemont y prioriza el Govern a la estabilidad en Madrid
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Fin de curso agitado en Moncloa

Pedro Sánchez ignora el órdago de Puigdemont y prioriza el Govern a la estabilidad en Madrid

El líder de Junts amenaza con volver y dejarse apresar para reventar el acuerdo del PSC con ERC. Los republicanos tensaron el viernes la cuerda, pero Moncloa confía en que el pacto sea "inminente" y ayude en el trance del juez Peinado

Foto: Sánchez y Aragonès, el miércoles en Barcelona. (EFE/Andreu Dalmau)
Sánchez y Aragonès, el miércoles en Barcelona. (EFE/Andreu Dalmau)
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Nada como un micrófono abierto para auscultar el latido real de la Moncloa. Martes por la tarde en el patio del Congreso de los Diputados. Cariacontecido, el ministro Ernest Urtasun transmite su estupor al diputado de ERC Francesc-Marc Álvaro. "Nos hemos quedado de piedra. Es una hostia al Gobierno", comenta el titular de Sumar. Junts acaba de asestarles una estocada donde más duele, los Presupuestos de 2025, cuya tramitación queda paralizada. Moncloa se esfuerza por transmitir calma donde hay frustración. La mayoría de investidura no carbura. Y Carles Puigdemont amenaza la legislatura. Si Salvador Illa es investido presidente de la Generalitat, Pedro Sánchez sufrirá.

"Vienen días críticos y decisivos", avisó este sábado el líder de Junts en un acto en el sur de Francia con 2.500 seguidores. Parece que ahora sí, Puigdemont se muestra dispuesto a todo con tal de reventar el acuerdo entre el PSC y ERC. Cruzará la frontera para asistir a la sesión de investidura en agosto. Y será detenido, según dicta la orden del juez Llarena. En círculos políticos catalanes resurge el comentario de que el fugado podría presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional para que lo deje en libertad en cuestión de días. El expresident fugado reta a Sánchez y a la Fiscalía a evitar su foto esposado.

Está por ver qué impacto tendría su arresto sobre las bases de ERC que deben refrendar o tumbar el acuerdo con el PSC para el nuevo Govern. Es el eslabón más débil de la cadena. "Hay miedo a perder la votación", admite una fuente independentista con buenas antenas. "Si (Marta) Rovira y (Oriol) Junqueras explicitan su apoyo entonces no habrá problema", calman otras voces republicanas apartadas por la guerra interna desatada tras el batacazo electoral de Aragonès. Su mayor aliciente es el de "enterrar" a Puigdemont. Sin embargo, el acuerdo aún no está cerrado. De hecho, según fuentes al tanto de las negociaciones, en las últimas horas ERC ha tensado la cuerda elevando el precio de su apoyo. Sánchez sabe que en los próximos días se juega la estabilidad de Cataluña, y la de su propio Gobierno.

Los independentistas exigen "soberanía fiscal". A ERC no le vale el consorcio tributario para recaudar el 100% de los impuestos. Quieren su gestión integral y poder decidir cómo se reparten entre el Estado y la Generalitat, es decir, tener decisión directa sobre la financiación de su comunidad. El mismo órdago lanza Junts, que se resiste al papel de secundario: "sin la llave de la caja para Cataluña no habrá Presupuestos para España". En paralelo, el barón díscolo, Emiliano García-Page, avisa: "Espero que se den cuenta de que Puigdemont no paga, solo cobra". Las comunidades del PP, pero también del PSOE, temen un pacto insolidario con el resto. "Será un nuevo Pacto del Majestic", defiende el PSC.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la secretaria general del partido, Cuca Gamarra. (Europa Press/Fernando Sánchez)

Pero Sánchez ha transmitido a Illa, su exministro y amigo, que será el próximo president, pase lo que pase, y se ha volcado en conseguirlo. El miércoles se desplazó a Barcelona para reunirse con Pere Aragonès y alfombrar el pacto por una nueva financiación "singular". El calendario que se manejaba hasta el jueves era el siguiente: la ejecutiva de ERC debatirá el acuerdo el lunes, para después someterlo a la votación de sus militantes el jueves, 1 de agosto. Y el 5 de agosto como fecha posible para el debate de investidura de Illa. Si triunfa, será una inyección de moral para el PSOE, al menos todo lo que se lo permitan los siete diputados de Junts en el Congreso.

"Va a tener que ser un acuerdo muy potente en lo simbólico porque, si no, entre el sector radical de ERC y alguna intervención de Puigdemont se puede complicar todo mucho", señala un dirigente político con buena cobertura en Moncloa. Existe un problema de falta de confianza en Sánchez que lo complica todo. "Los va a engañar como nos termina engañando a todos", exponen fuentes nacionalistas. Es un resumen poco alentador para un presidente del Gobierno que depende demasiado de los demás.

Los socios no desean el colapso de la legislatura, pero avisan de que no tendrán una "actitud acrítica" ante el 'caso Begoña Gómez'

Pero el líder del PSOE juega con una ventaja que le hace casi imbatible. Los socios le mantienen en tanto que asumen que solo con él podrán alcanzar mayores cuotas de soberanía. La alternativa es el PP y Vox. Por eso Sánchez cree que Puigdemont va de farol. Y la mayoría de investidura se mantendrá. Aunque luego el cumplimiento de los compromisos quede en entredicho.

"El jefe va partido a partido", explican los socialistas. Primero debe convencer a ERC. Ya se ocupará después de Junts. Sirva el símil futbolístico para imaginar la charla que el presidente dará a su equipo el martes para levantarles la moral. Toca el último Consejo de Ministros antes del parón veraniego. Aunque ese mismo día Sánchez afronta su propio examen, el más difícil, el que más le afecta. El juez Peinado se personará en Moncloa para tomarle declaración como testigo en la causa abierta contra su mujer, Begoña Gómez, por un presunto delito de tráfico de influencias y otro de corrupción en los negocios. El mandatario pidió hacerlo por escrito, pero el magistrado rechazó el viernes su recurso. Ese trance no estaba en los planes del final de curso. "Prevaricación", repiten en privado los socialistas, que confían en que el éxito en Cataluña sirva de bálsamo.

Desde la famosa carta de abril, para todos ha quedado claro que su mujer "es su talón de Aquiles", tal y como lo define un socio. El socialista ha encajado mal que hasta los socios, cada uno a su manera, le hayan afeado la conducta en público. Primero el PNV, luego Bildu, por último ERC. Los republicanos le piden incluso regular la figura del cónyuge. Algo se ha hecho mal. "Pretende que traguemos con todo de una manera acrítica. Pues no. En algún momento lo deberá explicar", insisten fuentes nacionalistas a El Confidencial. "Mientras tanto, que corra el aire", añaden al tiempo que aseguran que "lo prudente" es tomar distancia de seguridad con el PSOE, por lo que pueda pasar.

Foto: El primer secretario del PSC, Salvador Illa. (Europa Press/David Zorrakino)

En todo caso, el escenario de elecciones se dibuja borroso. También la moción de censura es una idea lejana en el PP. Junts ha votado en multitud de ocasiones con el bloque del PP y Vox y en contra Sánchez, pero es muy improbable que se junten para echarle. "Sigue haciendo falta el apoyo de Vox", contestan en el PNV, a los que ni se les pasa por la cabeza la idea de participar en operación derribo, ni ahora ni en el futuro.

Mientras tanto, Alberto Núñez-Feijóo pide a los suyos que estén preparados para cualquier escenario. "El colapso definitivo puede llegar en cualquier momento", afirmó el miércoles ante sus diputados y senadores. "La legislatura está en coma. Durará lo que quiera Puigdemont", remarca Génova. Los populares ven al Gobierno "noqueado" y le insisten para que acabe con la "agonía" y convoque elecciones. Por su fragilidad parlamentaria y por el frente judicial. El viernes llegó otro varapalo del Supremo: la Audiencia Nacional asumirá la instrucción del caso Koldo, la supuesta trama de corrupción por la compra de mascarillas en pandemia, y no la Fiscalía Europea, como confiaba el Gobierno. Se prevé un otoño caliente en los juzgados. También para el PP, insisten desde Ferraz.

Nada como un micrófono abierto para auscultar el latido real de la Moncloa. Martes por la tarde en el patio del Congreso de los Diputados. Cariacontecido, el ministro Ernest Urtasun transmite su estupor al diputado de ERC Francesc-Marc Álvaro. "Nos hemos quedado de piedra. Es una hostia al Gobierno", comenta el titular de Sumar. Junts acaba de asestarles una estocada donde más duele, los Presupuestos de 2025, cuya tramitación queda paralizada. Moncloa se esfuerza por transmitir calma donde hay frustración. La mayoría de investidura no carbura. Y Carles Puigdemont amenaza la legislatura. Si Salvador Illa es investido presidente de la Generalitat, Pedro Sánchez sufrirá.

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