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Busca dónde vives y descubre dónde se van a mudar tus vecinos (o de dónde vendrán)
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SEGÚN LOS DATOS DEL INE

Busca dónde vives y descubre dónde se van a mudar tus vecinos (o de dónde vendrán)

En este mapa interactivo puede descubrir de qué otros municipios suelen venir sus actuales vecinos (y a cuáles suelen mudarse)

Foto: Un hombre con varias maletas en la estación de trenes Puerta de Atocha-Almudena Grandes. (Europa Press/Eduardo Parra)
Un hombre con varias maletas en la estación de trenes Puerta de Atocha-Almudena Grandes. (Europa Press/Eduardo Parra)

El año pasado, el 2,6% de los ocupados y el 4% de los parados españoles cambió de municipio. Es decir, alrededor de 531.100 trabajadores y 138.600 desempleados se mudaron de ciudad en algún momento de los doce meses anteriores. Por lo general, se trata de jóvenes que se desplazan dentro de la misma provincia. Tan solo una tercera parte de los ocupados no ha cambiado de municipio de residencia desde su nacimiento.

En otras palabras, las oportunidades laborales determinan, y mucho, dónde viven los españoles. Cada uno de estos desplazamientos es una historia personal y familiar, pero sumados, generan estadísticas que dejan entrever las corrientes profundas de los movimientos demográficos en nuestro país, que ya no solo son del campo a la ciudad, como ocurrió en el que fue el gran éxodo rural de la segunda mitad del siglo XX.

Pequeños movimientos migratorios que se reflejan en el siguiente mapa, donde pueden consultarse los lugares de origen y destino de cada municipio, según los datos del censo de 2021 (por secreto estadístico, no se reflejan los datos de menos de cinco personas). Es una foto fija, es decir, en ella se reflejan varias décadas de migraciones internas (pueden haber pasado diez o treinta años de aquella mudanza), pero sirve para hacerse una idea de dónde vinieron sus vecinos y dónde es más probable que se marchen.

Lo más probable, por pura lógica, es que lo hagan a Madrid o Barcelona (o vengan desde Madrid o Barcelona), los dos polos que más población atraen y que, por lo tanto, más expulsan cuando es momento de cambiar de municipio. Se trata de números absolutos, por lo que es lógico que las dos ciudades más grandes aparezcan en el primer puesto de los listados de la migración. Pero no siempre es así...

Las ciudades medias se vacían

"El efecto de atracción de la gran ciudad se ha acentuado con el tiempo", explica Vicente Budi, profesor del Departamento de Economía de la Universitat Jaume I de Castelló y director del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local. "Hace poco leía una crónica de cómo en las ciudades de 50.000 habitantes también se estaba produciendo un éxodo de jóvenes formados a los dos grandes ejes, ya no solo estudiantes, sino también por razones laborales: Madrid y Barcelona, pero sobre todo, Madrid".

Lo que resulta mucho más revelador es de dónde proviene la migración hacia esas ciudades, y que se refleja en las manchas de los mapas. Cada uno de los polos tiene su propia zona de influencia, y de igual manera que gran parte de la inmigración a la capital procede de la cornisa cantábrica y Castilla-La Mancha, pero apenas de Aragón o la costa levantina, el mapa de Barcelona funciona casi como una fotografía en negativo. Pocos castellanos se decantan por la migración a Cataluña, como sí se hace desde Aragón. El factor idiomático es importante en este caso, ya que Madrid, por ejemplo, no recibe migración del interior de Cataluña. Ambas urbes han recibido una gran cantidad de inmigración andaluza y extremeña, dos de las regiones más pobres de España.

La migración a las grandes ciudades se debe más a oportunidades laborales que salario

Una de las grandes tendencias de los últimos años, explica Budi, es que mientras antes las ciudades intermedias tenían una mayor capacidad de atracción, ahora la migración salta directamente a Madrid. "Suelen ser empleos de alta capacitación", explica. Se trata más de una cuestión de oportunidades que de salarios, porque como recuerda el profesor, las diferencias salariales no son tan significativas (especialmente, teniendo en cuenta el nivel de vida mucho más caro de Madrid o Barcelona) como para justificar un desplazamiento a las capitales. Una de las preguntas que suele realizar su grupo de investigación es si, con el mismo salario, elegirían una ciudad pequeña o una grande: los encuestados suelen seleccionar la grande.

Por esa misma razón, hay determinadas ciudades con un nivel de riqueza (o de oportunidades) más elevado donde la migración es menor. Es lo que ocurre con ciudades del norte como Bilbao (donde los intercambios con Madrid son casi testimoniales en comparación con otras ciudades del entorno) o Pamplona, que tiene pocas interacciones con municipios fuera de la Comunidad Foral de Navarra. Algo semejante ocurre en ciudades gallegas como A Coruña. No tanto en San Sebastián, de donde sale mucha gente hacia Madrid.

"El motivo de ver menos desplazamientos es que las ventajas de la movilidad son menores, en la medida en que el rango salarial es más alto y son zonas más ricas", recuerda. "En esas circunstancias, la gran ciudad te ofrece mucho menos". Es una cuestión de tamaño relativo, prosigue: "Por poner un ejemplo, Madrid me ofrece mucho más si vivo en Castelló que si vivo en Valencia". Por esa misma razón, los movimientos entre las periferias urbanas y la ciudad son menores, porque hay menos incentivos, más allá de la proximidad al lugar de trabajo.

placeholder Benicássim, uno de esos municipios que reciben las nuevas migraciones. (EFE/Andreu Esteban)
Benicássim, uno de esos municipios que reciben las nuevas migraciones. (EFE/Andreu Esteban)

De cinturón en cinturón

El efecto vecindad que ha funcionado a lo largo de las décadas sigue produciéndose. Por eso, lo más probable es que alguien termine mudándose a una ciudad contigua a la que vive, sobre todo si esta es más grande y, por lo tanto, ofrece más posibilidades laborales o habitacionales, como ocurría en el pasado con los pueblos pequeños y las capitales comarcales. Pero también puede ocurrir lo contrario, como en los cinturones de las grandes ciudades, donde se traslada aquella población expulsada de los centros urbanos.

La mancha de aceite alrededor de las grandes ciudades ha seguido creciendo en los últimos años, especialmente después de la pandemia, cuando la población más joven comenzó a desplazarse al segundo o incluso tercer cinturón desde el primero. "La pandemia fue un detonante para que la gente de las grandes ciudades se alejase a núcleos más separados, en parte también porque antes de ella no existía el teletrabajo", explica Budi. "Hay gente que se desplaza a Madrid cada día que antes estaba a veinte minutos de coche y ahora está un poco más lejos, a una media hora".

En Valencia, la región que mejor conoce, el círculo residencial se ha ampliado a tres cuartos de hora. Por ejemplo, localidades más vacacionales como Benicasim (que recibe la mayor parte de movimientos de Valencia o Castelló) u otros del inicio de la serranía valenciana han visto recibir esta clase de vecinos. "No era extraño que hace diez años mucha gente se marchase a esas ciudades durante el verano y bajasen al trabajo de forma diaria; muchos de ellos se han quedado a vivir por el teletrabajo", recuerda el investigador.

La llegada de gente en edad reproductiva está suavizando el declive poblacional

Esa gente que vive donde no se espera que viva

La tendencia que más llama la atención de Budi, que ha estudiado ante todo la despoblación, son los movimiento de retorno de gente joven a los pueblos. Ya contamos a mediados de 2021 cómo los municipios de 10.000 habitantes estaban recibiendo más población que las ciudades, un proceso que, según el profesor, se estaba produciendo ya desde 2018. Es decir, desde antes de la pandemia y el boom del teletrabajo.

"Es un cambio de patrón muy interesante, porque vienen de todos sitios", explica. "Normalmente es gente que ha cambiado su esquema vital y que son atraídos por la oportunidad de modificar sus pautas de vida". Suele tratarse de población nacional de varias generaciones, tanto aquellos que desean pasar su jubilación en su lugar de origen como los que, apoyados por diversas iniciativas, empiezan a ocupar los pueblos que llevan perdiendo población desde hace décadas. No en un grado suficiente como para revertir la despoblación, pero sí para justificar la supervivencia de servicios como guarderías y colegios públicos.

"Lo hemos observado en regiones como Castilla-La Mancha, aparte de Valencia", matiza. "La llegada de gente en edad reproductiva está provocando que el declive poblacional sea más suave". Se trata, ante todo, de municipios de un tamaño que ronda entre los 1.000 y 2.000 habitantes. Durante mucho tiempo, era habitual encontrarse a "gente aparentemente desubicada" en estas localidades. "Había el típico inglés perdido", como resume Budi de forma irónica. Ahora el perfil se ha abierto mucho más.

placeholder El retorno al pueblo. (EFE/A. Álvarez)
El retorno al pueblo. (EFE/A. Álvarez)

"En la zona más despoblada de Castellón nos encontramos con que los pueblos empiezan a tener buenos servicios de escuelas matinales o guarderías con cuatro o cinco alumnos por clase, que antes era impensable y ahora existe porque empieza a haber un replanteamiento", recuerda. Hoy es mucho más habitual encontrar población que, en teoría, no debería estar ahí, y que se enfrenta a problemas como la dificultad para encontrar vivienda en esas zonas. Pero que, aun de forma testimonial, muestra que hay un orden dentro del aparente caos y que detrás de la estadística hay personas tomando decisiones.

El año pasado, el 2,6% de los ocupados y el 4% de los parados españoles cambió de municipio. Es decir, alrededor de 531.100 trabajadores y 138.600 desempleados se mudaron de ciudad en algún momento de los doce meses anteriores. Por lo general, se trata de jóvenes que se desplazan dentro de la misma provincia. Tan solo una tercera parte de los ocupados no ha cambiado de municipio de residencia desde su nacimiento.

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