La yihad entre los pollos asados en Málaga

Amina, muy guapa, morena, con ojos enormes, firma su declaración ante el agente de la Policía Nacional, que lleva un pasamontañas. Las amigas y la familia se llevan a Amina calle Manuel Altolaguirre adelante. La mujer es la pareja del detenido Chafik Jalel Ben Amara Elmedjeri, especializado en falsificaciones y con presuntas conexiones yihadistas. También en shawarmas y pollos asados, los más sabrosos del barrio de Las Delicias de Málaga, según los vecinos.

En esta populosa zona de la carretera de Cádiz, nadie se cree que desde el amanecer, 25 agentes y tres furgones de la Policía hayan tomado una calle tranquila, donde abunda la clase obrera, y salpicada de comercios chinos (Alimentación Fortuna), bares con sabor como el Café Pikislabis (“aquí han pillado a un tío de no sé qué de Al-Qaeda”, imprecisa el camarero) o Calzados San José.

En la puerta de la zapatería con tacones de saldo, se ubica la furgoneta Ford blanca propiedad de Chafik. El asiento del copiloto está desordenado. Los papeles del vehículo se ven desde fuera. También varias cintas de casete con inscripciones en árabe. Al otro lado de la esquina está su casa, en calle Cavite, como todo el barrio, un bloque de ladrillo visto construido a principios de la década de los setenta.

Los agentes despertaron al tunecino cuando aún reinaba la noche cerrada. No era la primera vez que era detenido. En 2005 fue arrestado por formar parte de una célula radical dedicada al envío de terroristas a Irak para participar en la guerra contra Estados Unidos. “Desde que Aznar estuvo con Bush y la foto de las Azores nos tienen enfilados”, cuenta un hombre de unos 50 años.

La operación ha estado dirigida por la Comisaría General de Información de la policía española y ha contado con la ayuda de los Servicios de Seguridad de Marruecos y de la Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos (FBI). Han sido detenidas cuatro personas en España, tres de ellas en Melilla y Ben Amara en Málaga. Entre los detenidos se encuentra el máximo responsable de la célula, Mustafá Maya Amaya, un converso español, hijo de inmigrantes españoles en Bélgica. Maya es conocido desde hace tiempo por su defensa de posiciones religiosas extremistas pero hasta ahora no se le había vinculado directamente con actividades terroristas.

Como siempre, "nadie lo esperaba"

En la panadería La Alegría, que luce un cartel con un “ofertón de inauguración” para llevarte tres barras o tres baguettes a un precio de un euro, la chica encargada aún no se explica qué le ha ocurrido a su vecino de comercio. “Son gente encantadora. Nadie se lo esperaba. Aquí le compraba todo el barrio, son de confianza y muy amables”, relata la chica, muy sorprendida por la utilización de los pasamontañas y los coches con matrícula camuflada por parte de la Policía.

Una madre de unos 35 años, que lleva a su niña pequeña en su cochecito, acaba de comprar el pan en La Alegría. “¿Pero cómo es posible que haya pasado esto en el barrio? Lo han tratado como si fuera un terrorista”, dice. Un muchacho de unos 20 años con aire de pasota, ajeno a la importancia de la detención, recuerda que los shawarmas están “muy ricos”.

Hace diez minutos que Chafik, dueño de otra tienda de esta especialidad culinaria en el cercano barrio de La Paz, acababa de irse esposado por la Policía. Un familiar de Amina dice que “se han equivocado, como en 2005”. Este fin de semana la calle Manuel Altolaguirre quedará huérfana de pastelas, cuscús, pollos asados y pizzas. Y de shawarmas con presuntas conexiones yihadistas.