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¿Histeria con la listeria? Así se vive la crisis en los comercios de Andalucía
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"PIENSO EN ESAS EMBARAZADAS... ¡QUÉ PENA!"

¿Histeria con la listeria? Así se vive la crisis en los comercios de Andalucía

Clientes y responsables de charcuterías, carnicerías, tiendas de barrio, puestos en mercados y bares reflexionan sobre el brote de listeriosis en la comunidad autónoma

Foto: Imagen de la carnicería Los Gemelos y la carnicería Romero, ayer, en el mercado de El Palo de Málaga. (Agustín Rivera)
Imagen de la carnicería Los Gemelos y la carnicería Romero, ayer, en el mercado de El Palo de Málaga. (Agustín Rivera)

Ensaladilla rusa, chorizo, salchichón. Almendras y aceitunas partidas. Este pasado martes, en una comida/cóctel con unas 50 personas en la Feria del Centro de Málaga, también se servía carne mechada. Pero como si no hubiera sido invitada a la fiesta. Nadie la probó. Por si acaso. La histeria por la listeria es la historia de esta semana en Andalucía.

Cambio de escenario sin salir de la ciudad andaluza. Barrio de El Palo, 12 de la mañana. En el mercado hay dos puestos clásicos: el de Romero y el del cuñado de Nuria. Nuria se apellida Puertas, tiene 44 años y lleva una camiseta de su tienda: Ultramerinos, en el barrio desde 1968. Unos ultramarinos del siglo XXI coqueteando con las palabras.

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el consejero de Salud, Jesús Aguirre, al llegar a la reunión del gabinete de seguimiento del brote de listeriosis. (EFE)

—Mira, pienso en las mujeres que han perdido y se me ponen los vellos de punta, mira, mira. Qué pena, de verdad —señala Nuria, que dice—: Me meto mucho en el Google y me entero de lo que pasa.

En Ultramerinos venden carne mechada. Sí, la venden. Y ahora. Pero no es de La Mechá, sino de una empresa llamada Rimicol, embutidos de Colmenar, un municipio de la provincia situado en la comarca de los Montes de Málaga, a unos 30 kilómetros de la capital. Rimicol lleva el sello Sabor a Málaga que impulsa la Diputación.

placeholder Nuria Puertas y Rafael Merino, de Ultramerinos, con una carne mechada de Málaga. (Agustín Rivera)
Nuria Puertas y Rafael Merino, de Ultramerinos, con una carne mechada de Málaga. (Agustín Rivera)

—Es verdad que no la están comprando mucho, pero no por lo que ha pasado sino porque se vende más en invierno —aporta Rafael Merino, de 39 años—. Los políticos no hacen su trabajo. Si lo hubieran hecho, esto no hubiera pasado —reflexiona.

"Soy tradicional: no compro en el súper"

Entra un cliente de unos 80 años y dice que su nombre es como el de una famosa actriz. “¿Usted conoce a Nuria Espert?”, pregunta. “¡Sí, hombre!”. Nuria aclara que ella es mucho de mercado, que no le gusta comprar carne en el supermercado. “Yo soy tradicional”.

José Ávila y Juan Romero atienden en la carnicería Romero a dos clientas. “Aquí no vendemos eso. Aquí solo vendemos carne fresca”, precisan. Llevan 40 años en el mercado paleño. María José Aranda, de 63 años, criada “en el rebalaje”, no compra nada precocinado. No le da garantías. “En la familia nunca hemos comido cosas de esas. Y yo tengo niños que ya son hombres grandes de 40 años, y los nietos, igual de sanos han salido. Hay que saber comprar”.

—¿Cuánto es, Juani? —pregunta María José a Juan.

En la otra carnicería, llamada Los Gemelos y regentada por dos veinteañeros con pinta ambos de hípster sureño, dicen no saber nada de la listeria porque no venden embutidos. Una señora de unos 55 años dice que no se ha enterado hasta el miércoles. “Es que estaba fuera”, se excusa. “Siempre es mejor cocinar tú la carne. Es que a mí eso de la carne mechada no me entra por el ojo”.

En el Supersol de Echevarría, sin salir de El Palo, el carnicero habla de la carne mechada. “Hace dos semanas que se retiró, pero aquí no hemos vendido nunca La Mechá, sino la de Colmenar”. “Con la alarma que hay, al final te quedas con la duda y es lógico”.

“No merece la pena arriesgar”

En la charcutería paleña Los Antiguos, el dueño corta a cuchillo una delicia de jamón ibérico. Dos señoras de unos 70 años esperan a que termine con el corte. Pagan (con tarjeta de crédito). Son menos de 20 euros y no hace falta teclear el pin. Fanny tiene 37 años. Su niño, de un año, va en el cochecito de bebé, pero parece que tiene casi tres años. “Es que es muy grande”. Tiene otro de cuatro años.

Fanny se solidariza, al igual que Nuria de Ultramerinos, con las mujeres embarazadas, antes de pedir 100 gramos de salchichón. “Cuando estaba en estado, dejé de tomar todo lo que siempre se ha dicho que no debes comer. Ahora hay una tendencia a que no pasa nada si comes de todo, pero menos mal que no hice caso. Son solo unos meses de tu vida, y no merece la pena arriesgar”.

El mercado de Atarazanas, comúnmente conocido en Málaga como 'la plaza', está situado en el centro de la ciudad. Ya son las 14:00 y los turistas que hacen fotos de los puestos se mezclan con mujeres ataviadas con vestidos de flamenca y operarios que cierran su puesto hasta mañana.

Pablo Fornés, carnicero de 29 años: "Es una negligencia como un caballo de grande. Es intolerable. Esos errores no se pueden cometer"

Pablo Fornés tiene 29 años y pertenece a la cuarta generación de carniceros en Carnicería Ricardo. Tiene todo el producto impecable. Está indignado. “Es importante buscar al responsable. Si la carne estaba mal, no podía salir a las personas. Es una negligencia como un caballo de grande. Es intolerable. Esos errores no se pueden cometer”.

A su puesto llegaron hace un rato varias personas mayores preguntando por la carne. “Esta es una carnicería ecológica, envasado al vacío, y los veterinarios hacen continuos controles para dar lo mejor”. Conchi Vicente, de 60 años, trabaja en una charcutería de Atarazanas desde hace cuatro décadas. “Yo me he metido en internet y he visto que la carne no venía de Andalucía. Aquí ningún cliente que ha comprado algo luego se ha puesto malo. Es verdad que debería haber más controles sanitarios; pocas cosas pasan…”.

El día es de poca animación callejera en la Feria del Centro. Nadie asegura vender carne mechada. Ni en los restaurantes ni en las casetas. Un camarero de la taberna Quitapenas, muy afanoso, remata: “No me preguntes más, que estoy perdido”. Aquí no parece haber ningún rastro de la listeria.

Ensaladilla rusa, chorizo, salchichón. Almendras y aceitunas partidas. Este pasado martes, en una comida/cóctel con unas 50 personas en la Feria del Centro de Málaga, también se servía carne mechada. Pero como si no hubiera sido invitada a la fiesta. Nadie la probó. Por si acaso. La histeria por la listeria es la historia de esta semana en Andalucía.

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