Los secretos del voto cautivo: una cruz, un empleo, varios votos

Los haces de luz de la planta solar de Abengoa, la más importante a nivel mundial, indican que Huévar del Aljarafe (2.944 habitantes) está a la vuelta de la autovía. Sevilla queda media hora atrás. Un área logística con presencia de Mercadona, hermanada con los dulces más internacionales, las tortas de Inés Rosales, da la bienvenida al término municipal del pueblo que esta semana ha ocupado las televisiones nacionales por el llamado Plan 1.000 para comprar votos, urdido por el PSOE y denunciado por el PP. Este viernes, los visita Teodoro García Egea. Pablo Casado no habla de otra cosa.

La localidad parece 'El show de Truman'. En cada esquina hay una cámara o un periodista anotando en una libreta. Es un jueves de octubre con temperatura de julio, las señoras barren con fruición las puertas de sus casas, huele rico, a guiso, los ancianos comentan sentados en los bancos.

A Huévar no le sienta bien la fama. Se ha impuesto la ley del silencio. Los vecinos están molestos con los periodistas. "¿Ahora venís?", increpan. "Yo voté a 'la Maru', pero desde luego esto que ha hecho de ponernos en esta situación no lo veo bien", concede una señora que pasea a su nieto en un carrito. "A mí me da pena del pueblo", sentencia antes de darse la vuelta. Añade: "Esto no podía seguir así. Una cosa es que tengas unas ideas y otra cosa lo que se ha hecho". Habla ahora del PSOE. 36 años gobernando el municipio. Este es el sentimiento encontrado que se respira en las calles. “A mí no me ha gustado. Que hubiera trabajado en silencio”, señala una vecina que ha sido 50 años emigrante en Barcelona. No les gusta el retrato, pero admiten que la situación era insostenible.

La trituradora se quemó

En el ayuntamiento hay cola para pasar por información. Los vecinos se mezclan con los periodistas que aguardan para entrevistar a María Eugenia Moreno, la alcaldesa del PP que desde la corona del Aljarafe sevillano consiguió que Ana Rosa pusiera en apuros al presidente en funciones, Pedro Sánchez, al preguntarle por la supuesta compra de votos desde el PSOE. La información la dio 'ABC'. Despliega sobre la mesa los papeles que llevará a la Fiscalía. Hay dos documentos manuscritos. Aparecieron en unas cajas que ahora no nos dejan fotografiar. Explican que los socialistas no saben exactamente qué cajas dejaron llenas de papeles sin destruir. La máquina trituradora se gripó.

Los documentos que el PP señala como la prueba definitiva del régimen clientelar socialista en Andalucía son unos folios manuscritos con bolígrafo azul y un subrayador fosforito. Parecen apuntes de la facultad. La letra es idéntica. "Reunión alcalde. 26 de octubre. Planteamientos trabajadores". No hay firma. Ni sellos. Es una incógnita cómo la Justicia va a poder identificar la autoría de esos papeles. "Hay expertos en caligrafía", confía la alcaldesa. Las cajas, tres grandes y dos de menos tamaño, estaban apiladas a las puertas del despacho del ex primer teniente de alcalde.

"Apoyar a los nuestros"

El acta manuscrita de una reunión con el alcalde, no se sabe de qué año, arranca: "Vamos a ir de verdad a apoyar a los nuestros". "Hay que reducir plantilla YA", en mayúsculas. A continuación, según el documento, el alcalde pide dejarse de "parabienes". "Aquí hay gente que nos está puteando día sí y día también y los seguimos teniendo dentro". Incluso señala varios nombres, de supuestos votantes del PP, que trabajan en el ayuntamiento. Es por ellos por donde van a empezar los recortes.

El otro documento se puede ver pero no permite la alcaldesa que hagamos fotos. Es lógico. Es una especie de censo. Recoge el nombre de la calle, número de la casa, nombre con apellidos de la familia que la habita, número de hijos y cálculo de los votos que aportarían según la prebenda que se les ofrezca. "Matrimonio, tres hijos. Un contrato, siete votos", anotan en los márgenes. La cuenta no sale pero es el famoso Plan 1.000. Un millar son los votos que hacen falta para conseguir la mayoría absoluta que ha tenido el PSOE en los últimos 36 años.

Consultados varios abogados, coinciden en que es difícil que la causa prospere en la vía penal porque es complicado certificar la autoría del documento ni demostrar los hechos. Políticamente, es una bomba. Rastrean qué pueden ofrecer a los vecinos para conseguir votantes. Un joven del pueblo, que ahora es funcionario —"pero del Estado", aclara como si quedara bajo sospecha—, asegura que conoce a gente que sale en ese listado y que sostiene que jamás han ido a su casa ni le han ofrecido un trabajo a cambio de votos.

"Somos cómplices"

Todo el mundo se conoce. Son familia, amigos, vecinos... No quieren señalar a nadie. Se protegen. Una vecina que va con muletas sí se para con la televisión y solloza: "Por fin, por fin, esto era una dictadura". Cada vez que pasa cerca de un periodista entona: "Estoy tan contenta". "Espera que lleven estos unos meses. Harán igual", asegura otro hombre de mediana edad que está en paro porque acaba de terminar el verdeo. Parte del pueblo vive del olivar. Ha sido un año malo. Las estadísticas oficiales registran un paro bajo, de 223 personas, y una renta per cápita de 19.976 euros.

La alcaldesa, que acabará la jornada en el Parlamento andaluz, donde las puyas han sobrevolado por el caso y el PSOE anunció querellas, sabe del malestar. Lo entiende. "Es lo que les he dicho a los vecinos que se han dirigido a mí. La indignación la entiendo, pero la responsabilidad es de quienes han hecho los documentos. Quienes han puesto una cruz en las puertas de sus casas. Se les debería caer la cara de vergüenza", dice la regidora.

Deuda descomunal

Por delante, tiene una situación muy complicada. En el ayuntamiento encontró una deuda de 30 millones de euros. Multiplica por 10 el presupuesto municipal anual, unos 3,5 millones. El ayuntamiento estuvo años sin pagar las cotizaciones de sus empleados. Deben 15 millones a la Seguridad Social. A Hacienda, 1,2 millones. Ya la Cámara de Cuentas de Andalucía alertó de la quiebra de este ayuntamiento, que llegó a tener en nómina a “más de 400 personas”, según Rodríguez. Ahora son 90. Su antecesora, la socialista Áurea Borrego, ya llevó a cabo un plan de ajuste. Ganó por mayoría absoluta en 2015, tras tomar el testigo de Rafael Moreno, regidor desde 1999. Ese año, tras dar paso, fue nombrado alto cargo de la Junta de Andalucía por la presidenta Susana Díaz. Llamó la atención que eligiera director general de Empleo a un exalcalde con un currículo controvertido. No solo por su mala gestión del presupuesto municipal —entonces ya había dejado a los trabajadores sin cobrar nueve meses— sino por condenas por acoso a uno de los empleados o por una discusión con un árbitro de fútbol. La oposición en el Parlamento reprobó a lo que consideró “una joyita” política. Susana Díaz y el todopoderoso PSOE de Sevilla, ese que todo lo gana, pasaron la prueba. Los socialistas aseguran que se querellarán contra el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo (PP), y piden respeto a Andalucía

“No hay que hacer escarnio. Los de antes han tenido errores, una mala gestión, pero también aciertos. Muchos. Mira, aquí hay muchos jóvenes con carreras que eran ‘carne de Agroman”, dice un vecino del pueblo en un establecimiento de la plaza central. Tampoco quiere dar su nombre, pero habla con mucha claridad. “De lo que ha pasado, todos hemos sido cómplices”, asegura este vecino, que “jamás” ha trabajado en el ayuntamiento. “Hay familias enteras que sí. Cuando hacía falta, contrataban, rehabilitaban viviendas, pagaban la luz. Esto pasa en toda España”, se suma otra mujer a la conversación. Equipamientos del pueblo: tres colegios públicos, un consultorio de salud, piscina municipal, polideportivo con pistas de fútbol, biblioteca, casa de la cultura. En el colegio recién inaugurado, con educación infantil, aún está el cartel de la obra con los logos de la Junta de Andalucía y de la Unión Europea.

Sin bastón de mando

Las cajas que encierran el secreto del voto cautivo, según el PP, tienen muy crispados a los socialistas. Las tienen a buen recaudo. Siguen revisándolas. Encontraron también facturas de mítines o banderolas a cargo del presupuesto municipal. El PP fue el pasado mayo la lista más votada, pero PSOE sumaba con Adelante. La incertidumbre duró hasta el último momento. El día de la investidura, estaba allí la presidenta del PP de Sevilla, Virginia Pérez. Se quedó pasmada cuando la alcaldesa le entregó el bastón de mando para que se lo guardara. “Esto es tan tuyo como mío”, le dijo mientras explicaba que iba a ausentarse un momento. La dejó plantada con una cerveza y un plato de jamón para celebrar el desalojo del PSOE.

"A día de hoy, el bastón del ayuntamiento sigue desaparecido. Cómo no iba a cambiar la cerradura. Ellos no me dieron ni las llaves"

—¿Dónde vas?

—A cambiar la cerradura del ayuntamiento.

¿Cómo se le ocurrió eso en ese momento?, preguntamos a la alcaldesa. “Si vieras lo que a mí me han hecho aquí durante 12 años. Cómo me han tratado. Las cosas que he visto. Se pasaron días sacando papeles. No me dieron ni el bastón de mando. Tomé posesión con uno que me había hecho mi padre, que es carpintero. A día de hoy, el bastón del ayuntamiento sigue desaparecido. Cómo no iba a cambiar la cerradura. Ellos no me dieron ni las llaves”.