Moreno desborda su perfil andalucista y se mete de lleno en la batalla territorial

Un dardo al PNV desde Andalucía y un foro en Barcelona. Todo ello después de abrir una batalla fiscal con un anuncio en el epicentro político de Madrid. Juanma Moreno ha inaugurado el curso político con fuerza y con la voluntad clara de colarse en el debate territorial. Cuenta con argumentos económicos en la pugna sobre el modelo tributario, pero ahora le añade matices identitarios en su recuperación de la herencia del Partido Andalucista. Y con un mensaje similar al que abandera Teresa Rodríguez sobre la necesidad de que la voz de Andalucía se oiga en Madrid.

"Seguimos sin influir", lamentó este miércoles el presidente de la Junta delante de la pizarra en la que se registraron los resultados del referéndum de autonomía de Andalucía en 1980. En la casa de Blas Infante, considerado "padre de la patria andaluza" en el Estatuto regional, lanzó un dardo contra el PNV, una crítica velada a la formación 'jeltzale', a la que su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, mira como posible aliado para alcanzar una mayoría en las próximas elecciones generales. "No puede ser que seis diputados determinen unas políticas que tienen que ser para el conjunto", dijo el político malagueño en presencia del fundador del PA, Alejandro Rojas Marcos.

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Seis son los diputados que tiene en el Congreso de los diputados el PNV, que ha ejercido históricamente como bisagra y ha apoyado a gobiernos de PP y PSOE indistintamente a cambio de beneficios para el País Vasco. Esta queja de Juanma Moreno no está muy alejada de una de las letanías que suele repetir Teresa Rodríguez. La gaditana, que ha devuelto el andalucismo al Parlamento andaluz después de 14 años de ausencia, suele acordarse de la capacidad de influencia que tiene Teruel Existe, con un diputado, en la aprobación de los presupuestos generales del Estado.

Moreno ha utilizado un argumento similar para criticar ese poder de influencia de los nacionalistas vascos en comparación con Andalucía. Hay que tener en cuenta que 61 de los 350 diputados del Congreso llegan desde las ocho circunscripciones andaluzas y que 15 de ellos son del PP, según el resultado de las generales de noviembre de 2019. No parece que el abrazo del presidente de la Junta a la bandera blanquiverde vaya a acabar desembocando en una ruptura de la disciplina de voto de los diputados populares andaluces, pero no deja de ser llamativo el gesto. Como también lo es que reivindique el "poder andaluz", el lema nacionalista que da nombre al libro de José Luis de Villar que se presentó el miércoles en Sevilla y que dio pie a este alarde andalucista.

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"Lo tenemos que reivindicar y lo tienen que reivindicar los sindicatos, los empresarios y las organizaciones sociales", espetó Moreno en este arranque andalucista que ha emparentado con su discurso sobre la preponderancia que Andalucía debe tener en España. Cuando Moreno anunció en Madrid el final del impuesto al patrimonio, aseguró que se trataba de una forma de mirar "de tú a tú" a los territorios que han marcado la política del país en las últimas décadas. Con la capital, a pesar de que tiene un Gobierno del PP, la competición es económica, pero con Cataluña y el País Vasco hay que tener en cuenta los factores identitarios.

Las grandes fortunas que están en Madrid son las más susceptibles de hacer el viaje al sur con la bajada fiscal de Moreno, pero el presidente aludió directamente a Cataluña. A esos empresarios catalanes que no ven una opción amable en la capital y que sí podrían optar por Andalucía. No hay datos cuantitativos, pero la dura reacción de la patronal de Barcelona al anuncio del presidente de la Junta dio pistas de la relevancia del anuncio. Moreno, hijo de padres malagueños nacido en la capital catalana, estará este lunes en Barcelona en un foro y tiene intención de activar la oficina comercial de la Junta, que está incluida en el organigrama de la Administración andaluza. Otra pica en Flandes para el líder popular.

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Y en medio de este discurso económico, Moreno se comprometió este miércoles a formalizar la celebración del Día de la Bandera de Andalucía el 4 de diciembre. Y lo hace a petición de Alejandro Rojas Marcos, fundador del PA, para recordar unas manifestaciones autonomistas que sacaron a la calle a millones de personas en 1977 para pedir autonomía. La misma autonomía de la que iban a disfrutar Cataluña y el País Vasco sin pasar por un largo proceso al que se negaron, en algún momento, todos los partidos nacionales, desde el PSOE a la UCD de Suárez, pasando por la Alianza Popular de Manuel Fraga.

Moreno abrazó el andalucismo ya en la oposición, aunque el PSOE y Teresa Rodríguez consideran que se trata de "un disfraz". El propio presidente recordó cómo en 2018 votó con los socialistas y el resto de la izquierda el acuerdo de financiación que rechazaban, en Madrid, Mariano Rajoy y Cristóbal Montoro. Un año antes, participó también en el 40 aniversario de las citadas movilizaciones del 4-D. Ya en San Telmo se centró en defender su "andalucismo moderno" o "constitucional", con Manuel Clavero como referente.

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"En el espacio liberal no había sentimiento andaluz", reconoció junto a Rojas Marcos. Y aprovechó para lanzar otro dardo, esta vez de consumo interno, a "un poder monolítico" que "manoseaba los símbolos" andaluces. "Eso era excluyente", lamentó Moreno en una crítica al PSOE, sin nombrarlo. Los socialistas, esta misma semana, anunciaron la creación de un premio a los valores que se defendieron el 4-D y, después del acto andalucista de Moreno, lanzaron una nota en recuerdo de los 41 años de la aprobación del primer Estatuto andaluz, como consecuencia del proceso iniciado en las manifestaciones de 1977.

"Estás iniciando un camino, Andalucía te está enamorando", le dijo Rojas Marcos al presidente de la Junta sobre su vertiente andalucista, aunque le pidió que fuera leal al PP, "a tu partido español". "Cuando coges esa bandera, bellísima, también coges la fealdad, la pobreza, la marginación y el subdesarrollo", zanjó el dirigente andalucista, que repartió a partes iguales elogios y críticas a los dirigentes del PSOE y la UCD con papel en el proceso autonomista en una suerte de pinza de la que solo salió bien parado Juanma Moreno.