Primark retira de su catálogo el burkini, el traje de baño de la polémica

Primark ha retirado de su catálogo el burkini, el traje de baño diseñado para que las mujeres musulmanas puedan cubrir todo su cuerpo en playas y piscinas. La cadena era la única que comercializaba esta polémica prenda en sus tiendas, donde había generado un gran interés el pasado verano. La campaña, que apenas ha durado unos meses, pretendía responder a la demanda creciente de la moda islámica en España, donde la población musulmana no para de crecer. Sin embargo, la industria textil evita comercializar uno de los productos de moda entre ese público.

"Se vendió mucho, pero este año no lo han enviado", reconocen empleados de los puntos de venta de la compañía, que oficialmente evita dar explicaciones sobre esta decisión. Desde la sede en Irlanda consideran que el producto fue aceptado por los clientes, aunque admiten que "no está disponible esta temporada". La prenda sigue generando controversia y es casi imposible encontrarla en puntos de venta física, incluso en las zonas con mayor población musulmana.

El objetivo inicial de Primark era cubrir esa demanda con una línea asequible de "moda de baño discreta y recatada". Su burkini contó con una gran promoción y podía encontrarse por unos 31 euros, tanto en internet como en tiendas físicas situadas en zonas con población musulmana. Sin embargo, este verano ha sido retirado por completo. Era la única gran cadena en España que comercializaba este producto, a pesar de la demanda creciente entre mujeres practicantes del islam.

El burkini es, desde hace unos años, un traje de baño de moda entre la población musulmana, especialmente entre las mujeres jóvenes. Se trata de una fusión entre el burka y el bikini y pretende ser reservado como el primero y atractivo como el segundo. Aheda Zanetti, diseñadora de ropa deportiva y deportista australiana de origen libanés, creó en 2004 esta prenda que cubre todo el cuerpo, excepto la cara, las manos y los pies. El rechazo de algunos países occidentales ayudó a su promoción.

El debate sobre la regulación

El burkini ha arrastrado desde hace años una gran polémica en países como Francia, donde el pasado verano el Consejo de Estado permitió su prohibición en piscinas por "motivos de higiene y seguridad". En España, el debate sobre la regulación en el país es prácticamente inexistente, salvo excepciones. La alcaldesa de Ripoll (Girona), ganadora de las elecciones con su candidatura de la extrema derecha independentista, reclamó hace unas semanas la prohibición de esta prenda. Sin embargo, la Generalitat de Cataluña impide que las ordenanzas municipales lo prohíban.

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"En Francia sí hay más polémica, pero en España hay una mentalidad más abierta. El Estado respeta las libertades individuales", expone Mohammed Mokaddem, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas del Campo de Gibraltar. En esta comarca gaditana, la más próxima a Marruecos, "en las playas se ve gente con burkini" y "no hemos notado a nadie molesto". "Es respetar los derechos humanos: quien quiere desnudarse se desnuda y quien quiere vestirse se viste", expone.

En Algeciras, la ciudad más poblada y con conexión portuaria al país vecino, la población musulmana representa el 10% de los 120.000 habitantes, aunque es prácticamente imposible encontrar un burkini incluso en los barrios más frecuentados por los marroquíes. Pese a su corta duración, la campaña de Primark tuvo un gran éxito entre las mujeres de la comunidad, que aun a día de hoy piensan que la tienda de la cadena irlandesa es el único punto de venta disponible. Algunas acuden a la tienda preguntando por el producto, aunque es habitual que recurran a la compra online en marcas de ropa asequible.

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Las mujeres que buscan cubrir todo su cuerpo en playas y piscinas centran sus compras en internet, donde la moda islámica gana peso. Shein, Amazon o Ulla Popken ofrecen distintos modelos a un precio accesible, conscientes del éxito de sus campañas. Sin embargo, la industria con presencia en España evita comercializar este producto en un país donde la comunidad musulmana no para de crecer. Solo en los últimos tres años el número ha pasado de los 1,99 a los 2,3 millones.