El PP olvida la limitación de mandatos y espanta el fantasma de la sucesión a Juanma Moreno

"Una temeridad". Así calificó el portavoz del PP andaluz en el Parlamento autonómico, Toni Martín, plantear la posibilidad de que Juanma Moreno no se presente a las elecciones de 2026 tras estar dos legislaturas al frente de la Junta de Andalucía. Los populares y el propio presidente han modificado en los últimos años sus posiciones sobre la limitación de mandatos, de la que hizo bandera el propio Moreno en la oposición. El movimiento tiene una razón política que está directamente relacionada con la solidez de la figura del dirigente, inmune al desgaste del poder después de un lustro en San Telmo. Y provoca también la práctica ausencia de delfines en un gobierno con un peso político mucho menor que el del jefe del Ejecutivo.

Pero no siempre fue así y todavía hay herencias de esos tiempos. En el programa electoral con el que se presentó Moreno a las elecciones del pasado 2022, todavía había hueco para el compromiso de la limitación de mandatos, como ha recordado la periodista Lola Tortosa en eldiario.es. En la pasada legislatura la cosa fue más allá y se llegó a debatir en la Cámara regional una reforma de la ley de Gobierno de la Junta encaminada a que los presidentes y los consejeros sólo pudieran estar dos legislaturas. Fue la presión de Ciudadanos la que hizo posible el debate y la toma en consideración de esa ley, ya que los naranjas llevaban en su ADN la regeneración democrática. Sobre todo en una comunidad donde un presidente, Manuel Chaves, estuvo al frente del Ejecutivo durante casi dos décadas, entre 1990 y 2009.

Ya en la pasada legislatura los populares bajaron el pistón. La limitación de mandatos, explicaron, entraría en vigor una vez que la norma se aprobase en el legislativo, por lo que el tiempo que Juanma Moreno ocupase el cargo hasta ese momento no entraría en el conteo. En 2024, nadie en el Parlamento andaluz ha llevado al registro una ley para limitar los mandatos. Y el político malagueño ya ha dejado claro hasta en tres ocasiones que su intención es presentarse a las próximas elecciones, previstas para la primavera de 2026. Si nada se trastoca, para entonces ya será el segundo presidente de la Junta más longevo, sólo por detrás del socialista Chaves y por delante de José Rodríguez de la Borbolla, que ha vuelto a la actualidad por las críticas a su partido.

En el PP andaluz defienden que no tiene sentido plantearse un relevo para Moreno en un momento como el actual. Las encuestas le otorgan una mayoría incluso mayor que la lograda el 19-J y nada hace pensar que en la oposición vayan a ser capaces de darle la vuelta a esta situación en un corto plazo. Además, el barón popular tiene un colchón a su derecha. Vox mantiene su vigor, aunque no crece demasiado, y el tablero político debería darse la vuelta para que las derechas se alejaran de los 55 escaños que dan la mayoría absoluta en el Parlamento autonómico. Ahora mismo, en el hemiciclo del viejo Hospital de las Cinco Llagas se sientan 72 diputados -los de PP y Vox- que alejan la posibilidad de un vuelco.

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Parece mucho más probable que los cantos de sirena de Madrid acaben seduciendo a Moreno antes que una marcha voluntaria. El líder del PP andaluz asegura cada vez que tiene ocasión que no tiene intención de volver a la capital, donde formó parte del Gobierno de Mariano Rajoy como secretario de Estado. Otra cosa es que Alberto Núñez Feijóo acabe dejando Génova antes de lo previsto y en el partido miren al barón territorial como alternativa, pero es un escenario que nunca se comenta en público en las filas populares. El 10 de abril, el barón popular aseguró que se ve con "fuerza" e "ilusión" para concurrir a los comicios dentro de dos años siempre que tenga el apoyo de su partido y su familia. Después, dijo, quiere hacer "otras cosas" alejadas de la política. Pero para eso falta todavía tiempo.

La solidez de Moreno y la lejanía del horizonte de su sucesión provoca que en el PP andaluz esta posibilidad sea casi un tabú. Un miembro del Gobierno autonómico admitía hace unos meses en privado que una marcha del malagueño a Madrid sería un destrozo para su partido en Andalucía. Esta confesión tiene sentido si se tiene en cuenta el escaso peso político del gabinete que diseñó Moreno el verano de 2022. La marcha de Juan Bravo y Elías Bendodo a Génova le restó dos figuras de peso en su equipo, igual que ocurrió con la práctica absorción de Ciudadanos por parte de los populares. Marifrán Carazo, que tenía la vitola de consejera estrella, dejó pocos meses después la cartera de Fomento para ser candidata en Granada, donde ahora es alcaldesa.

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En el PP andaluz admiten también esa ausencia de figuras fuertes dentro del gabinete de Moreno, más allá del veterano Antonio Sanz, consejero de Presidencia curtido en tareas de oposición y acapara gran parte del peso político del Ejecutivo. La otra figura al alza es la de Ramón Fernández-Pacheco, portavoz de la Junta y titular de Sostenibilidad. El exalcalde de Almería es el más joven del equipo, con solo 40 años, pero ha adquirido galones, al menos de forma temporal, al asumir las competencias de Agricultura y Agua tras la marcha de Carmen Crespo a Bruselas, como número 2 de la lista del PP a las elecciones del Parlamento Europeo del próximo 9 de junio.

En teoría, esta responsabilidad durará el tiempo que tarde Juanma Moreno en dilucidar qué hace con su gabinete tras la marcha de Crespo. En su entorno explicaron hace unos días que está meditando la posibilidad de hacer una remodelación más ambiciosa que le sirva al Gobierno para relanzarse a mitad de legislatura. El barón popular es reacio a los cambios, pero no se puede descartar un movimiento mayor con algunas consejerías, como Salud y Turismo, en una situación ciertamente complicada.

El cambio de caras también haría posible un impulso a figuras que sirvan para ese relevo generacional que el PP regional tendrá que asumir tarde o temprano. Junto a Fernández Pacheco hay otras figuras al alza dentro de la formación, como el secretario general, Antonio Repullo, o algunos de los alcaldes de capital, como Bruno García, en Cádiz, o José María Bellido, en Córdoba.