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Si vives en Málaga y una cría de gaviota cae en tu casa, adóptala, déjala morir o espera sin fecha
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Si vives en Málaga y una cría de gaviota cae en tu casa, adóptala, déjala morir o espera sin fecha

La 'odisea' de un ciudadano entre departamentos municipales y centralitas telefónicas al que cayó un polluelo en el patio de su edificio y al que 'dieron' una solución al problema 16 días después de dar el aviso

Foto: El polluelo protagonista de esta historia, que acabó 'indultado'. (P.D.A.)
El polluelo protagonista de esta historia, que acabó 'indultado'. (P.D.A.)

La siguiente historia, como algunas películas, está basada en hechos reales. Barrio de Pedregalejo, próximo a la parroquia del Corpus Christi, distrito Este de Málaga capital. Un vecino escucha un piar intenso en el patio de la comunidad y sale a comprobar su procedencia. Entre unas macetas, medio oculto, encuentra un polluelo de un tamaño considerable. No es ornitólogo, pero sabe perfectamente que no es un gorrión, así que decide pedir ayuda a un vecino.

Lo que pasó a partir de ese momento se puede resumir con un "ciudadano, apáñeselas como pueda", porque ambos se vieron envueltos en un laberinto de llamadas, centralitas telefónicas automáticas y —al menos— dos semanas de espera. Es lo que podría ocurrirle si es malagueño y cae en tu casa una cría de gaviota.

Fue pasadas las 10:30 del lunes 20 de mayo cuando estos vecinos llamaron a la Sala del 092. Al otro lado del teléfono descolgó una operadora que rápidamente contestó: "Policía Local de Málaga, dígame". "Hola buenas, quería informar de que en el patio de mi edificio hay un polluelo bastante grande. No soy experto, pero creo que es una cría de gaviota", explicó el vecino, a lo que al otro lado respondieron: "Tome nota. 900 900 000. Es el teléfono de Medio Ambiente. Ellos se encargan de recoger animales". "Perfecto, muchas gracias", se despidieron.

Sin perder un minuto, marca el número. De forma inmediata, y antes de que se escuche la voz de la operadora, salta una grabación, bastante extensa, en la que se detallan los "ámbitos de actuación" de esta área municipal. El hombre vuelve a relatar lo sucedido, pero en el instante en el que comunica el detalle de que podría ser un ejemplar de gaviota, se cierran las opciones.

Foto: Fuente: iStock.

La persona al otro lado del teléfono les dice que no recogen crías, ni adultos heridos o lesionados, que únicamente retiran los nidos en su labor de control de aves urbanas; y cuando el ciudadano le pregunta qué hacen con el animal, si lo ignoran y lo dejan morir, contesta que no puede hacer nada.

La mujer, para justificar esta respuesta, lee textualmente un párrafo de una normativa o protocolo de actuación en el que, efectivamente, se deja claro que no se retiran polluelos de gaviota y dice "lo siento" antes de dar por finalizada la llamada.

Foto: La antigua finca de caza de Gallegos de Crespes, en Salamanca, convertida hoy en en reserva natural (Jose Luis Gallego)

Uno de los vecinos llama a un conocido que sabe de asuntos medioambientales y le confirma que es así. "Ninguna administración se hace cargo la recogida de una cría de gaviota", remarca, antes de ofrecerse a llevarlo al Centro Zoosanitario Municipal. Eso sí, avisa: "Mañana está viendo el arcoíris", añade, en referencia a que el polluelo iba a ser sacrificado. Las posibilidades se reducían a tres: "Échalo a la calle y que decida la selección natural; adóptalo o mátalo tú mismo".

El protagonista de esta historia relató a este periódico que instantes después recibió una llamada. Era la misma operadora del Área de Medio Ambiente con la que había hablado con anterioridad para informarle de que había pasado una alerta para que fuesen a recoger el polluelo. "¿Va a estar usted en casa?", le preguntó. "Sí, estoy aquí, y permaneceré todo el día. ¿A qué hora aproximada se pasarán?", contestó el ciudadano. "Pues no puedo decirle. Tenemos algunos avisos desde hace un mes", respondió la empleada municipal. "¿Me dice que no sabe qué día vendrán? ¿Y qué hago con el animal?", responde el hombre. "Pues no sé", escucha de nuevo.

Ante este escenario, uno de los vecinos del inmueble abre una cuarta vía para tratar de solucionar el problema: localizar el nido y tratar de depositar el pollo. La situación se complica cuando la madre comienza a graznar y la cría responde insistentemente. Las gaviotas pueden ser aves muy agresivas, y más cuando están criando, así que la operativa puede ser peligrosa. El hombre trae una bolsa holgada y mete en ella al animal. Sube hasta la última planta del edificio —un tercero— y con una escalera accede al tejado.

Los hechos ocurrieron el 20 de mayo. El 4 de junio, 16 días después, el ciudadano recibió una llamada de un operario para recoger la cría

Cuando la madre detecta su presencia, intenta atacarle, le da algún picotazo y, en un momento dado, inicia el vuelo para defecarle desde el aire como si fuera un bombardero B52. El vecino no se arruga y consigue dejar la cría en el nido, antes de bajar rápidamente y poner fin a esta particular odisea.

El Ayuntamiento de Málaga, a consultas de este periódico, negó que exista una orden para dejar de recoger los ejemplares de esta especie y aseguró que el servicio de atención al ciudadano del Área de Medio ambiente tiene la obligación de trasladar a la empresa de control de aves la solicitud de recogida de gaviotas en patios.

Preguntado por el caso concreto de este ciudadano, lo achacaron "a un posible error puntual". Y sus fuentes explicaron que anualmente se lleva a cabo una campaña para el control de la nidificación y cría de gaviotas.

El pasado martes, 4 de junio, a media mañana, sonó el teléfono del vecino que dio la voz de alarma. Era un trabajador del servicio de control de aves urbanas que preguntaba por la recogida de una cría de gaviota. Habían pasado 16 días desde que se dio el aviso.

La siguiente historia, como algunas películas, está basada en hechos reales. Barrio de Pedregalejo, próximo a la parroquia del Corpus Christi, distrito Este de Málaga capital. Un vecino escucha un piar intenso en el patio de la comunidad y sale a comprobar su procedencia. Entre unas macetas, medio oculto, encuentra un polluelo de un tamaño considerable. No es ornitólogo, pero sabe perfectamente que no es un gorrión, así que decide pedir ayuda a un vecino.

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