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El movimiento de padres 'neoluditas' que defiende una enseñanza analógica en el cole: "Más libros y menos pantallas"
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PROTESTA EN MÁLAGA

El movimiento de padres 'neoluditas' que defiende una enseñanza analógica en el cole: "Más libros y menos pantallas"

Esgrimen distintas opiniones y estudios para alertar del supuesto impacto negativo que tiene en la salud y el aprendizaje de niños de 10 años el uso de las nuevas tecnologías en las aulas. "Me da igual que me consideren un bicho raro", dice una madre

Foto: Tres de las participantes en la concentración realizada en la Delegación de Educación de Málaga. (P.D.A.)
Tres de las participantes en la concentración realizada en la Delegación de Educación de Málaga. (P.D.A.)

Montse Arroyo es madre de dos niñas de 9 años que son una anomalía en el contexto educativo de "competencias digitales". Para realizar sus deberes utilizan una enciclopedia, papel y lápiz y se apoyan en una librería con ejemplares "de todas las materias". "No me siento un bicho raro", solo "una madre que defiende la libertad y autonomía" en la formación de sus hijos. Ella es uno de los componentes de la plataforma Más libros y menos pantallas. Un movimiento de padres de alumnos que se rebelan contra la obligación del uso de pantallas en los centros escolares y que ha decidido movilizarse ante el programa One to one: un ordenador, tablet o Chromebook por alumno.

Algunos de estos padres, madres y abuelos se citaron este lunes a las puertas de la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Málaga para protestar frente a una iniciativa educativa que consideran que afectará a la salud mental de sus hijos y que tendrá consecuencias como "alteraciones en la visión, retrasos en el desarrollo del lenguaje, alteraciones del sueño, disminuyen la atención, la concentración, y tiene más riesgo de sufrir problemas de salud mental en la edad adulta, como depresión y ansiedad".

"Un niño dependiente de una pantalla es un niño inútil", explica Montse, a lo que Ana María Marín añade que un menor de 10 años "no es maduro, ni mental, ni emocionalmente, para pasar horas y horas delante de un dispositivo personal". "Todo esto, para evaluar las competencias digitales", comenta Mercedes, una profesora que considera que hay etapas más óptimas dentro del proceso educativo para que los escolares tengan acceso a esta tecnología.

"Me cuesta la vida que mi hijo lea"

Laura Ferrer explica a este periódico que "cuesta la vida" que su hijo lea y considera que en este desinterés ha influido la aplicación Google Classroom y a la que miles de alumnos acceden para realizar sus tareas. "Está demostrado que fomentar la lectura y la escritura favorece el aprendizaje", señala, para dejar claro que no se sienten los nuevos luditas: "No estamos en contra de Internet, ni de los dispositivos tecnológicos, sería una barbaridad. Simplemente, creemos que su acceso en las aulas tiene que establecerse a una edad adecuada".

Foto: Una profesora junto a sus alumnos en el aula (iStock)

Ferrer señala que se encuentran en la "primera línea" de un movimiento con representantes en otras comunidades y que se apoya en una serie de estudios y opiniones de expertos para reforzar su posicionamiento. La de los pediatras es una de las más esgrimidas. Remarcan que la Asociación Canadiense de Pediatría advierte de que "ninguna evidencia apoya la introducción de la pantalla en la infancia"; y agregan que el criterio educativo del colegio no puede ir en contra de la recomendación de salud pública de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

"En un comunicado emitido el pasado del 2024, [este organismo nacional que reúne a 13.000 profesionales] pide revaluar el uso de pantallas digitales en la enseñanza, para dar prioridad a la lectura y escritura en papel. Y solicitan eliminar los juegos de las aplicaciones con finalidad educativa, que los dispositivos sean propiedad del centro escolar y realizar nuevas investigaciones sobre estos temas".

Foto: Una profesora junto a sus alumnos en el aula (iStock)

Otro de los nombres que dota de esqueleto académico al movimiento es el de la investigadora y divulgadora Catherine L'Ecuyer. Doctora en Educación y Psicología ha señalado que "dejar a las empresas tecnológicas decidir lo que debe entrar o no en las casas y en las aulas, es como encargar a una empresa de comida rápida el menú de nuestros hogares o de los comedores escolares".

Los progenitores aseguran que "no hay estudios que demuestren la superioridad de los dispositivos digitales, frente a la enseñanza analógica" y exponen sus posibles consecuencias negativas. "Estas tecnologías tienen una cara A, y una cara B", manifiesta Montse Arroyo, doctora de profesión, que opina que "metiendo a los niños dentro de una pantalla pierden la capacidad de crear y aprender". "El pensamiento crítico y analítico no puede adquirirse con actividades distintas a la lectura", sentencia el colectivo.

"No queremos decidir entre la salud de nuestros hijos y su educación", explica una de las madres

Los padres no ocultan sus dudas sobre las posibilidades de control del uso que los escolares puedan dar a los ordenadores individuales. Mercedes relata que sabe de casos en los que alumnos de Secundaria y Bachillerato han sido cazados chateando o viendo un partido de fútbol en clase. "Y suerte si se queda ahí", añade una madre que está a su lado y que cuenta el caso de un estudiante al que sorprendieron viendo porno mientras el docente impartía la lección.

"Creo que es más apropiado que se habilite un aula de Informática en la que el alumnado reciba esa formación en competencias digitales, que, por otro lado, van a adquirir con el tiempo sin necesidad de que les entreguen un portátil o una tablet a los 10 años", señala la profesora.

Foto: Imagen: cedida.

Laura Ferrer insiste que le da igual que les puedan ver como unos "bichos raros" porque se sienten precursores de una corriente que —aseguran— gana adeptos. "No queremos decidir entre la salud de nuestros hijos y su educación", manifiesta Marín, quien explica que han mantenido encuentros con un inspector y un jefe de servicio de Educación. "Hemos solicitado tres citas con el delegado de Educación [Miguel Briones] pero no nos ha recibido".

Montse Arroyo es madre de dos niñas de 9 años que son una anomalía en el contexto educativo de "competencias digitales". Para realizar sus deberes utilizan una enciclopedia, papel y lápiz y se apoyan en una librería con ejemplares "de todas las materias". "No me siento un bicho raro", solo "una madre que defiende la libertad y autonomía" en la formación de sus hijos. Ella es uno de los componentes de la plataforma Más libros y menos pantallas. Un movimiento de padres de alumnos que se rebelan contra la obligación del uso de pantallas en los centros escolares y que ha decidido movilizarse ante el programa One to one: un ordenador, tablet o Chromebook por alumno.

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