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Los glaciares del Pirineo tienen fecha de caducidad: en 2035 no habrá ni en Aneto ni en Maladeta
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Los glaciares del Pirineo tienen fecha de caducidad: en 2035 no habrá ni en Aneto ni en Maladeta

Un informe del Instituto Pirenaico de Ecología reitera las alerta en la zona. Las recientes olas de calor, más intensas y frecuentes, anuncian el fin de las masas de hielo para dentro de diez años

Foto: Miembros del Instituto Pirenaico de Ecología en el Aneto. (Reuters)
Miembros del Instituto Pirenaico de Ecología en el Aneto. (Reuters)

Las imágenes hablan por sí solas. Pero las cifras destacan aún más la crisis que vive el Pirineo cada año. La desaparición de los glaciares que emanaron en la Edad de Hielo, hace 60.000 años, se ha acelerado y su fin está cerca. El último informe del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), una entidad dependiente del CSIC, pone el año 2035 como la fecha definitiva del adiós. Si en 1850 la cadena montañosa albergaba más de 100 glaciares, que se extendían por 2.060 hectáreas (20,6 km²), en 2022 solo quedan 18, cubriendo una decreciente superficie de 170 hectáreas (1,7 km²). Aneto y Maladeta son los siguientes, según este estudio.

En poco menos de dos siglos se ha perdido el 92% del área glaciar desde el final de la Pequeña Edad de Hielo, datada de comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX. El pico Aneto, la emblemática cumbre que alberga el glaciar más grande de los Pirineos, ha sufrido de manera dramática los efectos del cambio climático. En los últimos 41 años, ha visto reducida su superficie glaciar en un 64,7%. A esto se suma una disminución promedio de 30,5 metros en el espesor de su hielo. "El espesor medio del hielo restante en el otoño de 2022 es de solo 11,9 metros, una cifra que contrasta con los 32,9 m de 1981, los 19,2 m de 2011 y los 15 m de 2020", apuntan los expertos.

placeholder Lago a causa del deshielo de Aneto. (Reuters)
Lago a causa del deshielo de Aneto. (Reuters)

Más preocupante aún es el hecho de que esta masa de hielo se encuentra al borde de la fragmentación. Los investigadores advierten que en breve podría segmentarse en tres cuerpos más reducidos, y destacan la ausencia de una zona de acumulación, esencial para la regeneración glaciar. Además, indican que un año extremadamente cálido y seco, como el vivido en 2022, puede acelerar drásticamente el retroceso del glaciar.

La situación es la siguiente. La temperatura sube drásticamente en los últimos años, por lo que el proceso de fusión se acelera. A su vez, los cero grados de temperatura, que mantendrían los glaciares, cada vez se dan en temperaturas más altas a los 3.400 metros de las cumbres del Pirineo. La situación es casi irreversible y así lo atestiguan todos los últimos estudios publicados.

El fin de los glaciares

La actual situación del pico Aneto, con su fragmentación y la presencia de derribos por la ladera, es un espejo que refleja la crisis glaciar de los Pirineos. La situación es tan crítica, que ni los propios expertos climáticos podrán ascender en los próximos años, debido a la peligrosidad de las caídas de hielo o la inconsistencia del glaciar.

Esta gran cantidad de grietas en los glaciares aconseja, según los científicos, que para las próximas campañas se vaya por parejas y con cuerdas junto con un casco. La dificultad para andar es ya evidente y la peligrosidad por la caída de piedras de la pared superior de los glaciares. También es recomendable andar por el glaciar para su exploración después de las primeras nieves que caigan, porque caminar por el hielo fosilizado es ya imposible aunque se lleven crampones.

En el estudio del Instituto Pirenaico de Ecología, tras monitorizar con las técnicas de teledetección de corto alcance, los cambios de los glaciares con una precisión sin precedentes, se ha capturado la triste realidad del impacto del cambio climático en estas masas heladas. A pesar de las cifras y los datos incontestables, hay una paradoja aún más acuciante. Con el fin de los glaciares se muere también uno de los termómetros climáticos más precisos.

placeholder Pico Paderna, en el Parque Natural de Posets-Maladeta (Huesca). (EFE/Javier Cebollada)
Pico Paderna, en el Parque Natural de Posets-Maladeta (Huesca). (EFE/Javier Cebollada)

La evolución de los glaciares, añade el informe, es un equilibrio delicado entre la acumulación de nieve en los meses fríos y la fusión durante los más cálidos. El glaciar del Aneto, a pesar de su modesto tamaño comparado con otros glaciares internacionales, es un ejemplo representativo de este fenómeno.

Pero el Aneto es solo una pieza del rompecabezas. Los Pirineos han perdido una asombrosa cantidad de sus glaciares. Es el caso del glaciar Maladeta, situado en los Pirineos aragoneses. Durante el año 2022, que fue tremendamente caluroso, se alcanzó un retroceso de 106 metros, que se añade a pérdida de 500 metros desde 1991.

La rapidez con la que estas masas heladas se están disipando es constante en todo el Pirineo. Las recientes olas de calor, más intensas y frecuentes, anuncian una perspectiva aún más desoladora para los próximos años. Y todo con un límite temporal ya marcado por los científicos. Apenas resta una década para el fin de estos glaciares, que han sido testigos del Pirineo desde hace miles de años.

Las imágenes hablan por sí solas. Pero las cifras destacan aún más la crisis que vive el Pirineo cada año. La desaparición de los glaciares que emanaron en la Edad de Hielo, hace 60.000 años, se ha acelerado y su fin está cerca. El último informe del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), una entidad dependiente del CSIC, pone el año 2035 como la fecha definitiva del adiós. Si en 1850 la cadena montañosa albergaba más de 100 glaciares, que se extendían por 2.060 hectáreas (20,6 km²), en 2022 solo quedan 18, cubriendo una decreciente superficie de 170 hectáreas (1,7 km²). Aneto y Maladeta son los siguientes, según este estudio.

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