Así es la 'torre de Pisa' de Zaragoza que la ciudad podría volver a levantar 130 años tras su derribo

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La Fundación Ingenio Azul ha presentado una ambiciosa propuesta para reconstruir la Torre Nueva, el icónico monumento mudéjar del siglo XVI que fue demolido en 1892. La Torre Nueva, conocida como la 'Pisa zaragozana' debido a su característica inclinación, se alzaba en la Plaza San Felipe y era uno de los emblemas más reconocidos de Zaragoza.

La iniciativa busca recrear la torre con la mayor fidelidad posible a su estructura original, siguiendo las recomendaciones de la Unesco. La reconstrucción mantendría la misma altura, anchura e inclinación, aunque el interior de la torre estaría hueco. Emilio Parra, presidente de la Fundación Ingenio Azul, destacó la importancia de la inclinación de la torre, señalando que "esa es la gracia, que tenga la inclinación, torres mudéjares rectas hay muchas".

Para Parra, la Torre Nueva representa "el monumento más importante que se ha destruido en Zaragoza". El proyecto tiene un coste estimado de 8 millones de euros, que la fundación planea recaudar a través de diversas fuentes, incluyendo posibles campañas de crowdfunding. Esta última opción permitiría a los zaragozanos contribuir al proyecto y firmar uno de los ladrillos que se utilizarían en la construcción.

El Ayuntamiento de Zaragoza ha mostrado interés en el proyecto. Víctor Serrano, consejero de Urbanismo del ayuntamiento, indicó que aunque aún no hay un proyecto oficial sobre la mesa, la idea cuenta con su apoyo inicial. Además, el PSOE y otros grupos municipales como Vox han expresado su respaldo a la reconstrucción de la torre.

¿Por qué se derribó?

La Torre Nueva fue erigida en el siglo XVI como una torre de reloj, por encargo del rey Fernando el Católico. Su construcción, llevada a cabo por el arquitecto Gabriel Gonvao y varios maestros, duró quince meses y culminó en una estructura de ladrillo a cara vista con una base octogonal y una altura total de 312 pies. Su inclinación característica comenzaba a diez pies del suelo y se mantenía hasta los 210 pies, donde recuperaba la verticalidad.

El derribo de la torre en 1892, decidido a pesar de la oposición de muchos ciudadanos, fue motivado por el temor a su posible colapso tras varios desprendimientos de ladrillos y escombros causados por fuertes vientos y el deterioro del tiempo. Sin embargo, Emilio Parra argumenta que la torre no estaba en riesgo real de derrumbe y que la decisión de demolerla fue un error histórico.

La posible reconstrucción de la Torre Nueva no solo restauraría un importante símbolo histórico y arquitectónico de Zaragoza, sino que también podría convertirse en una atracción turística significativa. La Fundación Ingenio Azul espera que el proyecto cuente con el apoyo de las instituciones locales y autonómicas, y que los zaragozanos se sumen a esta iniciativa para devolver a su ciudad un monumento perdido hace más de un siglo.